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Me pasan hasta donde el mal se siente (12).
Encuéntranse el camino fácilmente (15),
Con los mios, que, de tal calor movidos (14),
Salen fuera de mí como perdidos,
Llamados de aquel bien que está presente.
Ausente en mi, memoria la imagino;
Mis espirtus, pensando que la vian.
Se mueven y se encienden sin medida;
Mas no hallando fácil el camino,
Que los suyos entrando detenian (15),
Revientan por salir do no hay salida.

IX.

Señora mia, si de vos yo ausente (16) En esta vida turo y no me muero, Paréceme que ofendo á lo que os quiero, Y al bien de que gozaba en ser presente.

Tras este, luego siento otro accidente, Y es ver que si de vida desespero, Yo pierdo cuanto bien viéndoos espero (17); Y así estoy en mis males diferente (18). En esta diferencia mis sentidos Combaten con tan áspera porfia (19), Que no sé qué hacerme en tal tamaño. Nunca entre sí los veo sino reñidos; De tal arte pelean noche y dia,

Que solo se conciertan en mi daño (20).

X.

¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas, Dulces y alegres cuando Dios queria! (21) Juntas estáis en la memoria mia,

Y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas (22)
Horas en tanto bien por vos me via (25),
Que me habíais de ser en algun dia
Con tan grave dolor representadas?

Pues en un hora junto me llevastes
Todo el bien que por términos me distes,
Llevadme junto el mal que me dejastes.
Si no, sospecharé que me pusistes

(12) Así Ulloa; el Brocense, Tamayo y Azara ponen
No paran hasta donde el mal se siente.

Herrera escribe:

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Por do los mios del calor movidos.

(15) En el texto de Ulloa y en el de Herrera se ve: Que los suyos entrando derretian.

(16. Señora mía, si yo de vos absente.-Texto de Tamayo. (17) He perdido cuanto bien de vos espero.- Texto de Ulloa.

Yo pierdo cuanto bien de vos espero.-Texto de Tamayo. (18 Y ansi ando, con lo que siento, diferente. -Texto de Ulloa. (19) Están en vuestra ausencia y en porfía;

No sé ya qué hacerme en mal tamaño. - Textos de Ulloa y Herrera.

(20) Que solo se concierten en mi daño. - Ulloa.

(21) Conocida imitacion de aquello de Virgilio en el libro cuarto de la Eneida:

Dulces exuviae, dum fata Deusque sinebant.
Lo cual tradujo así Gregorio Hernandez de Velasco:
¡Oh dulces prendas, cuando Dios queria
Y me era amigo mi infelice hado!

Cristóbal de Virués, en su Monserrate, dijo:

¡Oh tristes ropas, cuando Dios queria,
Alegres á mis ojos lastimados!

Cervantes, Lope y otros recordaron en sus escritos el cuando Dros queria de GARCILASO.

22 Quién me dijera cuando las pasadas.-Texto de Azara. (25) Horas que en tanto bien por vos me via.-Texto de Ulloa.

P.XVI-I.

En tantos bienes, porque deseastes Verme morir entre memorias tristes.

ΧΙ.

Hermosas ninfas, que en el rio metidas,
Contentas habitais en las moradas
De relucientes piedras fabricadas
Y en colunas de vidrio sostenidas;
Agora estéis labrando embebecidas,
O tejiendo las telas delicadas;
Agora unas con otras apartadas,
Contándoos los amores y las vidas;

Dejad un rato la labor, alzando
Vuestras rubias cabezas á mirarme,
Y no os detendréis mucho segun ando;
Que no podréis de lástima escucharme (24),
O convertido en agua aqui llorando,
Podréis allá despacio consolarme.

XII.

Si para refrenar este deseo
Loco, imposible, vano, temeroso,

Y guarecer de mal tan peligroso (25),
Que es darme á entender yo lo que no creo,
No me aprovecha verme cual me veo,
O muy aventurado ó muy medroso,
En tanta confusion, que ya no oso (26)
Fiar el mal de mi que lo poseo,

¿Qué me ha de aprovechar ver la pintura De aquel que con las alas derretidas Cayendo, fama y nombre al mar ha dado;

Ni la del que su fuego y su locura Llora entre aquellas plantas conocidas, Apenas en el agua resfriado?

XIII.

A Dafne ya los brazos le crecian,

Y en luengos ramos vueltos se mostraban;
En verdes hojas vi que se tornaban
Los cabellos que al oro escurecian.

De áspera corteza se cubrian

Los tiernos miembros, que aun bullendo estaban; Los blancos piés en tierra se hincaban (27),

Y en torcidas raíces se volvian.

Aquel que fué la causa de tal daño,

A fuerza de llorar, crecer hacia
Este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
Que con llorarla crezca cada dia
La causa y la razon por que lloraba!

XIV.

Como la tierna madre que el doliente
Hijo le está con lágrimas pidiendo
Alguna cosa, de la cual comiendo,
Sabe que ha de doblarse el mal que siente,

Y aquel piadoso amor no le consiente
Que considere el daño que haciendo
Lo que le pide hace, va corriendo,

Aplaca el llanto y dobla el accidente (28);

(24) Gracian en su Agudeza y Arte de ingenio pone este verso asi: Que ó no podréis de lástima escucharme.

Y así tambien Alonso de Ulloa.

(25) Y guarecer de un mal tan peligroso.-Textos de Ulloa, Herrera y Tamayo.

(26) En tanta confusion que nunca oso.-Textos de Herrera y Ulloa.

(27) Los blandos piés en tierra se hincaban. -Textos de Ulloa, Herrera y Tamayo.

(2) Así el texto de Azara; Ulloa y el Brocense dicen, y con ellos Gracian, en su Arte de ingenio :

Y aplaca el mal y dobla el accidente. Medina, y con él Herrera, cree que debe leerse:

Y dobla el mal y aplaca el accidente.

Fundándose, segun Tamayo, en lo que GARCILASO pone antes ↑ Sabe que ha de doblarse el mal que siente.

3

34

Así á mi enfermo y loco pensamiento, Que en su daño os me pide, yo querria Quitalle este mortal mantenimiento (29). Mas pídemelo, y llora cada dia

Tanto, que cuanto quiere le consiento (30), Olvidando su muerte y aun la mia.

XV.

Si quejas y lamentos pueden tanto. Que enfrenaron el curso de los rios (31). Y en los desiertos montes y sombríos (32) Los árboles movieron con su canto;

Si convirtieron á escuchar su llanto Los fieros tigres y peñascos frios (33); Si, en fin, con menos casos que los mios Bajaron á los reinos del espanto;

¿Por qué no ablandará mi trabajosa (34) Vida, en miseria y lágrimas pasada, Un corazon conmigo endurecido?

Con mas piedad debria ser escuchada
La voz de que se llora por perdido
Que la del que perdió y llora otra cosa.

XVI.

A la sepultura de don Fernando de Guzman, su hermano, que murió de pestilencia á los veinte años de su edad, estando en el ejército de nuestro César contra franceses, en Nápoles.

No las francesas armas odiosas,
En contra puestas del airado pecho,
Ni en los guardados muros con pertrecho
Los tiros y saetas ponzoñosas;

No las escaramuzas peligrosas,

Ni aquel fiero ruido contrahecho
De aquel que para Júpiter fue hecho
Por manos de Vulcano artificiosas,

Pudieron, aunque yo mas me ofrecia (35)
A los peligros de la dura guerra,
Quitar un hora sola de mi hado.

Mas inficion del aire en solo un dia (36) Me quitó al mundo, y me ha en tí sepultado, Partenope, tan lejos de mi tierra.

XVII.

Pensando que el camino iba derecho,
Vine á parar en tanta desventura,
Que imaginar no puedo, aun con locura,
Algo de que esté un rato satisfecho.

El ancho campo me parece estrecho,
La noche clara para mi es escura,
La dulce compañía amarga y dura,
Y duro campo de batalla el lecho.

Del sueño, si hay alguno, aquella parte
Sola que es ser imágen de la muerte
Se aviene con el alma fatigada.

En fin, que como quiera estoy de arte, Que juzgo ya por hora menos fuerte, Aunque en ella me vi, la que es pasada (37).

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XVIII.

Si á vuestra voluntad yo soy de cera,
Y por sol tengo solo vuestra vista,
La cual á quien no inflama ó no conquista
Con su mirar, es de sentido fuera;

De do viene una cosa, que si fuera
Menos veces de mi probada y vista,
Segun parece que á razon resista,
A mi sentido mismo no creyera,

Y es, que yo soy de léjos inflamado De vuestra ardiente vista, y encendido Tanto, que en vida me sostengo apenas. Mas si de cerca soy acometido

De vuestros ojos, luego siento helado
Cuajárseme la sangre por las venas.

XIX.

Julio, despues que me parti llorando De quien jamás mi pensamiento parte, Y dejé de mi alma aquella parte Que al cuerpo vida y fuerza estaba dando, De mi bien á mí mismo voy tomando Estrecha cuenta, y siento de tal arte Faltarme todo el bien, que temo en parte Que ha de faltarme el aire sospirando;

Y con este temor, mi lengua prueba A razonar con vos ¡oh dulce amigo! De la amarga memoria de aquel dia

En que yo comencé como testigo A poder dar del alma vuestra nueva, Ya sabella de vos el alma mia (38).

XX.

Con tal fuerza y vigor son concertados
Para mi perdicion los duros vientos,
Que cortaron mis tiernos pensamientos
Luego que sobre mi fueron mostrados.

El mal es que me quedan los cuidados
En salvo destos acontecimientos,
Que son duros, y tienen fundamentos
En todos mis sentidos bien echados.

Aunque por otra parte no me duelo,
Ya que el bien me dejó con su partida
El grave mal que en mí está de contino (59);
Antes con él me abrazo y me consuelo;
Porque en proceso de tan dura vida
Ataje la largueza del camino (40).

XXI.

Al marqués de Villafranca, segun unos, ó al del Basto, segun otros.

Clarísimo Marqués, en quien derrama El cielo cuanto bien conoce el mundo; Si al gran valor en que el sugeto fundo, Y al claro resplandor de vuestra llama Arribare mi pluma, y do la llama La voz de vuestro nombre alto y profundo, Seréis vos solo eterno y sin segundo, Y por vos inmortal quien tanto os ama. Cuanto del largo cielo se desea, Cuanto sobre la tierra se procura, Todo se balla en vos de parte á parte; Y en fin, de solo vos formó natura Una extraña y no vista al mundo idea, Y hizo igual al pensamiento el arte.

(38) Y á sabella de vos del alma mia.-Textos de Ulloa, Herrera y Tamayo.

(39) Del grave mal que en mí está de contino.-Textos de Herrera y Tamayo.

Otros antiguos dicen Del grande mal.

(40) Atajaré la guerra del camino.-Texto de Herrera,

XXII.

Con ansia extrema de mirar qué tiene Vuestro pecho escondido allá en su centro, Y ver si à lo de fuera lo de dentro En apariencia y ser igual conviene,

En él puse la vista; mas detiene

De vuestra hermosura el duro encuentro
Mis ojos, y no pasan tan adentro,
Que miren lo que el alma en sí contiene.
Y así, se quedan tristes en la puerta
Hecha por mi dolor con esa mano,
Que aun á su mismo pecho no perdona;
Donde vi claro mi esperanza muerta,
Y el golpe que os hizo amor en vano
Non esservi passato oltra la gonna (41).
XXIII.

En tanto que de rosa y azucena
Se muestra la color en vuestro gesto,
Y que vuestro mirar ardiente, honesto,
Enciende el corazon y lo refrena (42);

Y en tanto que el cabello, que en la veua
Del oro se escogió, con vuelo presto,
Por el hermoso cuello blanco enhiesto,
El viento mueve, esparce y desordena;

Coged de vuestra alegre primavera El dulce fruto, antes que el tiempo airado Cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado (43), Todo lo mudará la edad ligera,

Por no hacer mudanza en su costumbre.

XXIV.

A la marquesa de Padula, doña María de Cardona.

Ilustre honor del nombre de Cardona,
Décima moradora del Parnaso,
A Tansilo, á Minturno, al culto Taso
Sugeto noble de inmortal corona;

Si en medio del camino no abandona
La fuerza y el espirtu á vuestro Laso,
Por vos me llevará mi osado paso
A la cumbre dificil de Helicona.

Podré llevar entonces sin trabajo

Con dulce son que el curso al agua enfrena,
Por un camino hasta agora enjuto,

El patrio celebrado y rico Tajo,
Que del valor de su luciente arena
A vuestro nombre pague el gran tributo.

XXV.

¡Oh hado ejecutivo en mis dolores,
Cómo sentí tus leyes rigurosas!
Cortaste el árbol con manos dañosas,
Y esparciste por tierra fruta y flores.
En poco espacio yacen los amores
Y toda la esperanza de mis cosas,
Tornados en cenizas desdeñosas,
Y sordas á mis quejas y clamores.

Las lágrimas que en esta sepultura
Se vierten boy en dia y se vertieron
Recibe, aunque sin fruto allá te sean,

Hasta que aquella eterna noche escura
Me cierre aquestos ojos que te vieron,
Dejándome con otros que te vean.
XXVI.

Echado está por tierra el fundamento

Que mi vivir cansado sostenia.

¡Oh cuánto bien se acaba en solo un dia! (44)

(41) Verso de una cancion de Petrarca.

(42) Asi apunta este verso el Brocense, así lo pone Herrera, asi Tamayo; Azara escribe, siguiendo á Ulloa :

Con clara luz la tempestad serena.

(43) Tamayo cree que estaria mejor viento alado en vez de helado. (44); Oh cuánto se acabó en un solo dia!-Texto de Tamayo.

Oh cuántas esperanzas lleva el viento!
Oh cuán ocioso está mi pensamiento
Cuando se ocupa en bien de cosa mia!
A mi esperanza, así como á baldía,
Mil veces la castiga mi tormento.

Las mas veces me entrego, otras resisto
Con tal furor, con una fuerza nueva,
Que un monte puesto encima romperia.
Aqueste es el deseo que me lleva

A que desee tornar á ver un dia
A quien fuera mejor nunca haber visto.

XXVII.

Amor, amor, un hábito he vestido Del paño de tu tienda, bien cortado; Al vestir le hallé ancho y holgado, Pero despues estrecho y desabrido (43). Despues acá de haberlo consentido, Tal arrepentimiento me ha tomado, Que pruebo alguna vez, de congojado, A romper deste paño este vestido (46). Mas ¿quién podrá deste hábito librarse, Teniendo tan contraria su natura, Que con él ha venido á conformarse?

Si alguna parte queda por ventura De mi razon, por mí no osa mostrarse; Que en tal contradicion no está segura.

XXVIII.

Boscan, vengado estáis, con mengua mia,
De mi rigor pasado y mi aspereza,
Con que reprehenderos la terneza
De vuestro blando corazon solia.
Agora me castigo cada dia

De tal selvatiquez y tal torpeza;
Mas es á tiempo que de mi bajeza
Correrme y castigarme bien podria.

Sabed que en mi perfecta edad y armado,
Con mis ojos abiertos me he rendido
Al niño que sabeis, ciego y desnudo.
De tan hermoso fuego consumido
Nunca fué corazon. Si preguntado
Soy lo demás, en lo demás soy mudo.

XXIX.

Imitacion de Marcial (47).

Pasando el mar Leandro el animoso, En amoroso fuego todo ardiendo, Esforzó el viento, y fuese embraveciendo El agua con un impetu furioso.

Vencido del trabajo presuroso, Contrastar á las ondas no pudiendo, Y mas del bien que allí perdia muriendo, Que de su propia muerte congojoso, Como pudo esforzó su voz cansada, Y á las ondas habló desta manera (Mas nunca fué la voz dellas oida):

(45) Herrera, siguiendo ediciones antiguas, pone:

Amor, amor, un hábito vestí,

El cual de vuestro paño fue cortado.
Al vestir ancho fué mas apretado,
Y estrecho cuando estuvo sobre mf.

(46) El texto de ediciones primitivas, seguido por Herrera, dico:

Despues acá de lo que consentí,

Tal arrepentimiento me ha tomado,
Que pruebo alguna vez, de congojado,
A romper esto en que yo me meti.

Tamayo afirma que en un manuscrito del Escorial se leia este último verso:

A romper de tu paño este vestido;

lo cual queria enmendar, diciendo:

A romper este paño, este vestido.

(47) Ulloa no pone este soneto ni los demás que siguen. La edicion de las obras de Boscan y GARCILASo hecha en Anvers por Pedro Bellro, en 1576, hace à aquel poeta autor de este soneto, colocándolo antes de la fábula de Leandro y Hero.

En la impresion de Barcelona de 1554 se encuentra á la cabe

Ondas, pues no se excusa que yo muera,

Africa se aterró de parte á parte.

Dejadme allá llegar, y á la tornada (48) Vuestro furor ejecutá en mi vida.»

XXX.

Sospechas, que en mi triste fantasía Puestas, haceis la guerra á mi sentido, Volviendo y revolviendo el afligido Pecho, con dura mano, noche y dia; Ya se acabó la resistencia mia Y la fuerza del alma; ya rendido Vencer de vos me dejo, arrepentido De haberos contrastado en tal porfía. Llevadme á aquel lugar tan espantable, Que por no ver mi muerte allí esculpida, Cerrados hasta aquí tuve los ojos.

Las armas pongo ya; que concedida No es tan larga defensa al miserable; Colgad en vuestro carro mis despojos.

XXXI.

Dentro de mi alma fué de mí engendrado
Un dulce amor, y de mi sentimiento
Tan aprobado fué su nacimiento
Como de un solo hijo deseado;

Mas luego nació dél quien ha estragado
Del todo el amoroso pensamiento;
En áspero rigor y en gran tormento
Los primeros deleites ha trocado (49).

¡Oh crudo nieto, que das vida al padre Y matas al abuelo! ¿por qué creces Tan desconforme à aquel de que has nacido? ¡Oh celoso temor! ¿á quién pareces? ¡Que aun la invidia, tu propia y fiera madre, Se espanta en ver el monstro que ha parido!

XXXII.

Mi lengua va por do el dolor la guia; Ya yo con mi dolor sin guia camino; Entrambos hemos de ir con puro tino, Cada uno á parar do no queria,

Yo, porque voy sin otra compañía, Sino la que me hace el desatino; Ella, porque la lleve aquel que vino A hacella decir mas que querria.

Y es para mí la ley lan desigual,

Que aunque inocencia siempre en mi conoce, Siempre yo pago el yerro ajeno y mio.

¿Qué culpa tengo yo del desvario De mi lengua, si estoy en tanto mal, Que el sufrimiento ya me desconoce? (50)

XXXIII.

A Boscan desde la Goleta.

Boscan, las armas y el furor de Marte,
Que con su propia sangre el africano
Suelo regando, hacen que el romano
Imperio reverdezca en esta parte,

Han reducido á la memoria el arte
Y el antiguo valor italiano,

Por cuya fuerza y valerosa mano

za del libro con este epígrafe: Soneto de GARCILASo, que se olvidó poner à la fin con sus obras.

(48) Lope, despues de citar en su novela Las fortunas de Diana el verso, Ondas pues no se excusa que yo muera, dice:

Yaquí de paso advierta vuestra merced que á muchos ignorantes que piensan que saben espanta que con tales vocablos se dé á GARCILASO el nombre de príncipe de los poetas en España. Tornada y otros vocablos que se ven en sus obras era lo que se usaba entonces; y así, ninguno de esta edad debe bachillerear tanto, que le parezca que si GARCILASO naciera en esta no usara gallardamente de los aumentos de nuestra lengua.»

(49) Sigo el texto de Herrera; Tamayo, Gracian y Azara dicen: Los primeros deleites ha tornado.

(50) Tamayo cree que no es de GARCILASO este soneto. Herrera debió creer lo mismo, pues no lo incluye en su edicion. Sanchez lo tiene por auténtico, y lo mismo Azara.

Aquí donde el romano entendimiento, Donde el fuego y la llama licenciosa Solo el nombre dejaron á Cartago,

Vuelve y revuelve amor mi pensamiento, Hiere y enciende el alma temerosa, Y en llanto y en ceniza me deshago.

XXXIV.

Gracias al cielo doy que ya del cuello
Del todo el grave yugo he sacudido,
Y que del viento el mar embravecido
Veré desde la tierra sin temello.

Veré colgada de un sutil cabello
La vida del amante embebecido
En su error, y en su engaño adormecido,
Sordo á las voces que le avisan dello.
Alegrárame el mal de los mortales (51);
Mas no es mi corazon tan inhumano
En aqueste mi error como parece,
Porque yo huelgo, como huelga el sano,
No de ver a los otros en los males,
Sino de ver que dellos él carece.

XXXV.

A Mario Galeota.

Mario, el ingrato amor, como testigo
De mi fe pura y de mi gran firmeza,
Usando en mí su vil naturaleza,
Que es hacer mas ofensa al mas amigo;

Teniendo miedo que si escribo y digo
Su condicion abato su grandeza (52),
No bastando su esfuerzo á su crueza,
Ha esforzado la mano á mi enemigo.

Y así, en la parte que la diestra mano
Gobierna y en aquella que declara
Los concetos del alma, fuí herido (53).

Mas yo haré que aquesta ofensa cara
Le cueste al ofensor, ya que estoy sano (34),
Libre, desesperado y ofendido.

XXXVI.

A la entrada de un valle, en un desierto, Do nadie atravesaba ni se via,

Vi que con estrañeza un can hacia
Extremos de dolor con desconcierto;
Agora suelta el llanto al cielo abierto,
Ora va rastreando por la via;
Camina, vuelve, para, y todavía
Quedaba desmayado como muerto.

Y fué que se apartó de su presencia
Su amo, y no le hallaba, y esto siente:
Mirad hasta dó llega el mal de ausencia.

Movióme á compasion ver su accidente; Dijele lastimado: «Ten paciencia, Que yo alcanzo razon, y estoy ausente (55).»

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Si me quiero tornar para huiros,
Desmayo viendo atrás lo que he dejado;
Y si quiero subir á la alta cumbre,
A cada paso espántanme en la via
Ejemplos tristes de los que han caido.
Sobre todo, me falta ya la lumbre
De la esperanza, con que andar solia
Por la escura region de vuestro olvido.

XXXVIII.

Siento el dolor menguarme poco a poco,
No porque ser le sienta mas sencillo,
Mas fallece el sentir para sentillo,
Despues que de sentillo estoy tan loco.
Ni en sello pienso que en locura toco,
Antes voy tan ufano con oillo,
Que no dejaré el sello y el sufrillo,
Que si dejo de sello el seso apoco.

Todo me empece, el seso y la locura;
Prívame este de sí por ser tan mio;
Mátame estotra por ser yo tan suyo.
Parecerá á la gente desvarío
Preciarme deste mal, pues me destruyo;
Yo lo tengo por única ventura (56).

CANCIONES.

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Dido, mujer de Sicheo,

Pues que tal nombre perdi,
Que se escriba sobre mí
Este título deseo:

El peor de los troyanos
Dió la causa y el espada;
Dido, á tal punto llegada,

Puso la muerte y las manos.»

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