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4. Haber estudiado agricultura en un establecimiento público y obtenido la aprobacion en sus exámenes.

5.A Haber publicado una obra de silvicultura ó de agricultura que obtenga la aprobacion de la Junta facultativa del Cuerpo de Ingenieros de Montes ó del Real Consejo de Agricultura, Industria y Comercio.

6. Haber hecho plantaciones de árboles, introduciendo mejoras en su cultivo, ó creado establecimientos agrícolas de reconocida importancia.

7.2 Haber seguido con aprovechamiento una carrera facultativa.

8. Haber desempeñado una cátedra de matemáticas ó de ciencias naturales en algun establecimiento público.

9. Haber sido durante seis años vocal de alguna de las Juntas provinciales de agricultura.

Art. 6. Para ser perito agrónomo de montes se necesita poseer título de agrimensor, ó probar con títulos ó certificaciones conocimientos superiores á los que se exigen al simple agrimensor.

Art. 7. Los guardas mayores deberán tener veinticinco años y no pasar de sesenta, hallarse bien constituidos y sin ninguno de -los defectos físicos que impidan el servicio activo y continuo, absolutamente preciso para la custodia y vigilancia de bosques.

Art. 8. Reunirán además alguno de los requisitos siguientes: 1.o La licencia de sargento del Ejército con buenas notas. 2. Haber desempeñado por espacio de seis años las plazas de guardas del Estado.

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3. Poseer conocimientos de silvicultura ó de agricultura. 4. El título de agrimensor.

5.

Haber servido ocho años en la Milicia nacional.

Art. 9 Los guardas del Estado serán precisamente licenciados del Ejército con buenas notas ó Milicianos nacionales con ocho años de servicio tendrán de veinticinco á cincuenta años de edad, y deberán saber leer, escribir y contar.

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Dado en Palacio á 24 de Enero de 1854. Está rubricado de la Real mano. El Ministro de Fomento, Francisco de Luxán. !

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39.

FOMENTO

[24 Enero.] Real decreto, aprobando el reglamento de la escuela especial de Arquitectura que á continuacion se inserta. ›

Señora: La importancia de la arquitectura, reconocida en todos tiempos, crece de dia en dia con el progreso de los conoci mientos humanos y el desarrollo de la civilizacion y de las necesidades sociales. Llamada esta ciencia á satisfacerlas, habla á la memoria y la imaginacion de los pueblos, los mejora y engrandece, es el comprobante de su prosperidad, y en el carácter de las obras monumentales conserva su historia con el recuerdo de las costumbres, las creencias y la vida entera de las pasadas edades. Así se explica el empeño y esmerada diligencia con que todas las naciones atendieron siempre a su cultivo. España la honró desde muy antiguo, confiándole el cuidado de llevar á la posteridad la memoria de sus glorias, de su religiosa piedad y de sus inmortales empresas. Mantener vivo su esplendor, conservar íntegra esta preciosa herencia de nuestros mayores, es para ella, no ya el empeño del amor propio envanecido y ciego; no el deber impuesto por el orgullo, sino una noble vocacion robustecida por el tiempo, los más grandes recuerdos y el ejemplo constante de muchas generaciones. En el reinado de V. M. no podia menos de encontrar la arquitectura esa generosa proteccion, ese ilustrado celo, que á tanta altura la colocaron en los mejores dias de nuestra prosperidad y grandeza.

Por fortuna libre ya del espíritu de escuela y del exclusivismo que encadenaba la inspiracion, mas independiente y espontánea, mas ecléctica y general en sus miras, sin excluir ninguna escuela, sin buscar únicamente en el mundo romano las formas y el ornato, sin mostrarse intolerante ni sacrificar el vigor y lozanía del genio á un clasicismo inexorable, puede hoy recibir un precio mas subido de la filosofía y de la historia; puede, con estos eficaces auxiliares, restaurar sus antiguas y olvidadas preseas; salir del dominio de los Césares para recorrer el de las naciones formadas de los despojos de su imperio; consultar con fruto los grandiosos monumentos de' la edad media; los que fueron producidos por el genio oriental y el espíritu del renacimiento de las artes, tan fecundo en memorables empresas, en peregrinas creaciones, y animado siempre por los

prodigios de las artes, por los descubrimientos que mas engrandecen la humanidad, por el movimiento y la vida de los pueblos recientemente emancipados de la dominacion feudal.

No es, no puede ser hoy la enseñanza de la ciencia, que así ha extendido sus límites y sus aplicaciones, lo que fué en los dos últimos siglos, encerrada en estrecho círculo. Hay una necesidad de agrandarla, de mejorar sus métodos, de acomodarlos á los progresos de la época, y al carácter y las ideas y las exigencias de los pueblos. Harto nueva en nuestras escuelas para que se haya colocado á la altura á que debe llegar, no habia alcanzado antes del año de 1845 la unidad, el carácter homogéneo, la armonía de las partes, la organizacion que las enlaza y asegura sus aplicaciones.

Incompleta, exclusiva, ceñida al conocimiento de una sola escuela, mas á proposito para formar constructores que artistas, sin el apoyo de las ciencias auxiliares que la engrandecen y perfeccionan, la suplia entonces el genio de hábiles profesores, que no alcanzaban sin embargo á llenar el vacío producido por la falta de un cuerpo de doctrinas y la tradicion profesional.

Afortunadamente la escuela especial vino al fin á reparar estas faltas hasta donde las ideas admitidas lo permitian. Mejorada gradualmente conforme los resultados la acreditaban, sufrió con todo eso algunas alteraciones, si no contrarias á su progreso, no tan ventajosas, por lo menos, como se esperaban del buen celo que las ha dictado. Fué una de las principales la creacion de la escuela preparatoria para las carreras de los ingenieros de caminos, de minas y la de arquitectos. Producto del plausible deseo de disminuir los crecidos gastos de la enseñanza, con un carácter general, y reduciendo el número de los establecimientos de una misma clase, quizá no recibió desde su origen todo el desarrollo y extension que reclaman sus variadas aplicaciones. Fundamento de muy distintas carreras, preparacion necesaria para emprenderlas con fruto, habria sin duda convenido convertirla en una verdadera escuela politécnica, No se hizo así; y apenas el exquisito celo y la reconocida inteligencia de sus distinguidos profesores y del Director, que con tanto acierto preside á sus estudios, pudieron bastar á suplir esta falta de ensanches, tan necesarios para que los resultados sean como conviene á la perfeccion de las enseñanzas, cuyos fundamentos se encuentran en la escuela preparatoria. La de arquitectos ha tocado de cerca la urgencia de obtener otra mas especial, mas análoga á su ciencia, de mas amplia y extensa aplicación á las construcciones, al conocimiento de los materiales, al contraresto de las fuerzas, á la resistencia de los cuerpos, á los efectos de la óptica.

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Perfectamente instruidos los alumnos en los cálculos y la mecánica, en la geometría descriptiva, en la topografía y la geodesia, se echaba de ver, sin embargo, la falta de una direccion especial en estos conocimientos indispensables: falta que notaron tambien á su vez otras escuelas, y que no alcanza á remediar la preparatoria, porque es imposible que convenga dar una misma extension é igual carácter á esos elementos científicos cuando han de aplicarse á tres carreras tan distintas como las de ingenieros de caminos, de minas y la de arquitectos, por mas que haya entre ellas algunos puntos de contacto. Tal es la razon de proponer ahora á V. M. que en la escuela especial de Arquitectura se reunan á sus particulares enseñanzas todas las que les sirven de fundamento, adquiridas hasta el dia fuera de sus aulas.

La parte artística de la enseñanza, esencialmente distinta de la científica, ni puede confundirse con ella, ni someterse á las mismas reglas, y menos todavía abandonarse al capricho de sus cultivadores. Hija de la imaginacion y del sentimiento, si da grandeza, originalidad y hermosura á las concepciones del genio, suya es tambien la mision de fijar el carácter de las obras monumentales, de imprimirles una fisonomía propia, de retratar en ellas el espíritu de la sociedad que les confia la memoria de su existencia para trasmitirla á la posteridad mas remota. Con todo eso, al erigirse la escuela en 1845 no alcanzó la parte artística el desarrollo de que era susceptible. Si el celo de los profesores la ensayó con buen éxito; si conducidos por sus máximas, y bajo su atinada direccion, se connaturalizaron los alumnos con los diversos estilos, y el pensamiento artístico recibió un nuevo carácter, apareciendo mas variado é independiente, mas libre y original; si las construcciones monumentales de todos los siglos, analizadas con fruto, vinieron á disputar á la arquitectura greco-romana la posesion exclusiva de las aulas; si finalmente, el exámen filosófico de las mas sublimes concepciones de las artes abrieron un nuevo campo al talento inventor, todavía no correspondieron á este progreso ni los medios de la enseñanza, ni la generalidad del plan, en que la parte artística, al recibir mayores ensanches, debiera combinarse con los demás conocimientos que constituyen la ciencia.

Es verdad: la composicion arquitectónica depende en gran manera del genio, que ni se produce ni se trasmite por el estudio; pero el genio no puede, no debe rechazarle, porque él solo previene sus extravíos y da mayor realce á sus inspiraciones. La filosofía y la historia le enseñarán á engrandecerlas, á regularizarlas, á poner en consonancia los arranques del entusiasmo y el fuego de la fantasía con los consejos de la sana razon y la severidad del juicio. Que

deseche estos guias seguros, y precipitado y ciego concebirá únicamente brillantes delirios.

No se pretende por eso encadenar el arte, someterle sin piedad al rigorismo inflexible de los preceptistas; no. Su suerte depende de la libertad: sin ella arrastraria siempre una existencia penosa y raquitica, y nada produciria de grande y provechoso. Mas es preciso conciliar esa libertad que le anima y vivifica con el órden Y concierto de los pensamientos, poniendo de acuerdo las inspiraciones y los preceptos de la ciencia. Se despojará entonces de la presuntuosa arrogancia que pudiera hacerle intolerante y caprichoso, sin caer por eso en el amaneramiento que apaga su entusiasmo, y le condena á la esterilidad ó á la mas enojosa languidez. Animoso y resuelto, pero cauto y prevenido, sabrá apreciar por lo que valen todas las escuelas con ninguna se mostrará intolerante y desdeñoso, acogiendo sus bellezas y reprobando sus defectos, cualesquiera que sean los tiempos y las regiones que los hayan producido.

Tal es el espíritu de la reforma que ahora se propone en la parte artística de la enseñanza. No recibirá de pronto todo el desarrollo de que es susceptible; pero en disposicion de adquirirle gradualmente, se echarán los fundamentos de una sólida instruccion, tan distante del exclusivismo que por largos años esclavizó el verdadero talento, como de la licenciosa libertad que mas de una vez le ha pervertido. Para conseguir estos resultados, ni se hacen grandes innovaciones en lo existente, ni se aventuran peligrosas reformas. Se propone la enseñanza completa de la parte científica y de la artística dentro de la misma escuela, sin necesidad de adquirir fuera de sus aulas los conocimientos en que una y otra se fundan. Al conservarse las asignaturas ya creadas, sufren sus respectivos programas algunas alteraciones aconsejadas por la experiencia, y se crean enseñanzas de que hasta ahora careciamos. Pero queda á los alumnos la facultad de cultivar desde el cuarto año de su carrera la parte artística con el profesor que merezca su confianza, para conseguir así mayor variedad en el arte, sometido á diversos métodos e influencias y aplicado á todos los estilos. Se dan al mismo tiempo mayores ensanches a la libertad profesional sin que haya precision de haber pertenecido á la escuela para que sean examinados en ella los que hayan cursado en cualesquiera otras dentro ó fuera de España. Nada se omite en fin para mejorar ó extender la profesion del arquitecto, hacerla mas fecunda en resultados útiles, y ofrecer á cuantos la ejercen un porvenir que recompense sus servicios al Estado, á los pueblos y á los particulares.

Esta innovacion, exigida á la vez por las luces del siglo, el esplendor de las artes y el buen nombre de la Academia consagrada á

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