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capítulo de su primera parte, en el cual mezcla lo que toma de Garibay y lo que toma de Pulgar, con pasajes de su viva imaginación. En ningún otro capítulo de su obra como en éste se advierte la incomparable habilidad del autor para fusionar la ficción y la historia. Ha se5 guido, pues, a Pulgar en los hechos inmediatos a la guerra de Granada; la semejanza de los dos textos es extraordinaria, y a veces copia lisa y llanamente algunos pasajes introduciendo ligeras modificaciones. Véanse ejemplos:

TEXTO DE PULGAR I

Sabado a diez e ocho del mes de to junio, fue la Reyna a mirar a Granada, e la cerca que tenia, e con ella el Principe y la Infanta doña Juana, e fueron con ella mucha gente. E allego a una aldea que se llamaba la Zubia, que es15 ta junto a la cibdad. La qual la Reyna

se paro a mirar desde una ventana de una casa de aquella aldea, y embio a mandar que se escusase escaramuza, porque no muriese gente e no lo pu20 do escusar tanto que no la oviese. E como los cristianos que andaban con ella eran muchos, para defender los otros ovo de soltar la gente, e ficieron retraer los moros hasta la cibdad, 25 e fueron tras dellos, e mataron mas de seiscientos moros...>

TEXTO DE HITA 2

< Otro dia siguiente la reina doña Isabel tuvo gana de ver el sitio de Granada, y sus murallas y torres; y asi acompañaba del Rey y de los grandes, y gente de guerra se fue a un lugar llamada la Zubia, que esta junto a la ciudad, y de alli se puso a mirar la hermosura y amenidad de la ciudad... Mando la reina que aquel dia se escusase escaramuza, mas no se pudo escusar; y asi salieron de Granada mas de mil moros y trabaron escaramuza con los cristianos...>

<La Reyna y el Principe e la Infanta doña Juana se pusieron en un cerro cerca de Granada, y el Rey don Fer30 nando con la gente junto de la cibdad, cabe el rio Genil, a donde salio el Rey Moro, e le entrego las llaves, e se

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I

El rey don Fernando acompañado de sus grandes de Castilla, se puso por la parte del rio Genil adonde salio el rey Moro, y en llegando le entrego las llaves, y se queria apear para le besar los pies. El rey don Fernan

<Comienza la tercera parte de la crónica de los muy altos y muy poderosos don Fernando é doña Isabel, rey é reyna de Castilla é de Leon é de Sicilia: en la cual se recuenta la conquista que fizieron contra el reyno de Granada é otras algunas cosas que intervinieron.»-Cap. CXXXIII, R., p. 510.

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quiso apear a besarle los pies. Y el Rey lo uno ni lo otro no le consintio, e le beso en el brazo, e dióle las llaves. Y el Rey dió las al conde de Tendilla a quien habia fecho merced de la alcaydia de Granada, e al Comendador mayor de Leon don Gutiérrez de Cárdenas. Los quales entraron en el Alhambra y encima de la Torre de Comares alzaron la Santa Cruz e luego la bandera real. E dixeron los Reyes de armas en altas voces: Granada, Granada por los reyes don Fernando et doña Isabel. Vista la Santa Cruz por la Reyna los de su capilla que alli estavan cantaron el Te deum Laudamus. Fue tanto el placer que todos lloraban. >

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do no consintio que hiciese lo uno ni
lo otro, finalmente el moro le beso el
brazo y le dio las llaves, las quales dió
el Rey al Conde de Tendilla por ha-
berle hecho merced de la alcaydia, y 5
asi entraron a la ciudad y subieron al
Alhambra y encima de la Torre de Co-
mares tan famosa se levanto el señal
de la Santa Cruz y luego la bandera de
los Catolicos Reyes, y los dos reyes
de armas dijeron en altas voces: viva
el Rey don Fernando por el y por la
reyna doña Isabel, su mujer. La cató-
lica reina que vio la señal de la Santa
Cruz se hinco de rodillas, y puestas 15
las manos dió infinitas gracias a Dios.
La música de la capilla del Rey canto
luego el Te deum laudamus. Fue tanto
el placer que todos lloraban.>

Nótese que estos dos últimos capítulos no son de Pulgar, que no escribió sino hasta 1490 y en el manuscrito del Escorial faltan. Pérez de Hita los utilizó como de Pulgar, lo que prueba que fueron introducidos muy pronto.

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Aun podría citarse el pasaje que da del cronista moro y que, sin embargo, tomó a Pulgar. Es extraordinario que Pérez de Hita no haya 25 comprendido el valor del tema que aquél le suministraba y que no haya sacado partido de la bella y popular leyenda «El suspiro del Moro», que ha dado su nombre á un lugar de las cercanías de Granada. 1

Por consiguiente, la parte histórica de la primera parte de sus Gue- 30 rras se compone de una parte técnica y árida tomada a Garibay o a

1

Para esta leyenda véase ANTONIO DE GUEVARA: Epístolas familiares, Valladolid, 1539 (Biblioteca de Autores Españoles, t. XIII).- Dice que esta leyenda le fué contada por un viejo morisco que le acompañaba en el camino del valle de Lerín, mostrándole el famoso lugar conocido con el nombre de «El suspiro 35 del Moro »; y Mármol Carvajal (Historia de la rebelión y castigo de los Moriscos, libro I, cap. XX, p. 150) asegura que le fué comunicada igualmente por moriscos.

Aben Aljatib, de una historia interior de Granada, casi desconocida de Garibay y menos conocida aún de Pulgar, y para la cual hay que admitir fuentes árabes, recuerdos o tradiciones escritas, probablemente la Fhata. En cuanto a las descripciones de las batallas de Alporchones, stoma de Antequera, Alhama, sitios de Baeza y de Cuéllar, Hita, siempre respetando la verdad histórica, se coloca en un punto de vista demasiado morisco para que un cronista cristiano haya podido ejercer influencia y proporcionarle otra cosa que nombres, vivos aún en su época y que todo el mundo conocía. Muchos detalles de los últimos capítulos proceden de esos distintos cronistas. Y por último, en las fuentes históricas no han de olvidarse los romances que contribuyeron a la composición de esta parte. Desde el punto de vista histórico sería necesario estudiar a Boabdil el Rey Chico, al cual su imaginación se entretuvo en describir con negras tintas, como un déspota sanguina15 rio y un cobarde a la vez; tipo que quedará como único de un rey desgraciado que culpable. '

10

más

V. LOS ROMANCES DE LAS GUERRAS

Un estudio sobre la obra de Pérez de.Hita sería incompleto si no se estudiara la parte poética: los hermosos romances diseminados en las Guerras civiles, que dan a los acontecimientos descritos una viva reali— 20 dad que tendrían difícilmente con otros procedimientos.

Ginés Pérez de Hita no es el autor de estos romances, es un simple compilador, pero es de rigor reconocerle la habilidad con la cual ha introducido un elemento poético en la historia.

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Para juzgar serenamente y conocerle bien fuera del tipo casi facticio que 25 Hita nos ha dejado, léase la narración de HERNANDO DE BAEZA: Relaciones de al

gunos sucesos de los últimos tiempos de Granada. El autor conoció en 1483 al Rey

Chico después de la batalla de Lucena, y permaneció cuatro años viviendo en su intimidad.

Hita da su opinión sobre los romances a propósito de los dos que comienzan

y

< Muy rebuelto anda Jaén...

«Ya repican en Andúxar ›...

dice: «desta manera va este romance diziendo: mas éste y el otro passado todos vienen a un punto y a una misma cosa. Y aunque son romances viejos, es muy bueno traerlos a la memoria, para los que agora vienen al mundo porque entienden la historia porque se cantaron. Y aunque los Romances son viejos, son buenos para el efecto que 10 digo.» Que es una explicación de la inserción de los romances en su obra.

Según que Pérez de Hita ha seguido la tradición, el gusto de la moda o su propia inspiración poética, encontramos romances fronterizos ó romances compuestos por poetas de su tiempo, del tono pseudo- 15 morisco entonces en boga. Debémosle agradecimiento por haber reunido en su obra los más hermosos romances fronterizos y moriscos, haciendo un nuevo cancionero de un género particular. Él distingue claramente estas dos clases de ramances, los que él llama de « viejo» 6 « antiguo» son siempre romances tradicionales, procedentes de anti- 20 guas colecciones como el Cancionero o la Silva de 1550; y cuando por el contrario dice: « no faltó otro poeta que compusiese otro romance», encontraremos siempre romances artísticos, es decir, romances moriscos coloreados por la galanteria caballeresca del siglo xvi. Su tono sentimental, las comparaciones, las descripciones detalladas, el estilo 25 elegante y la versificación artística, los diferencian completamente de los primeros. ¿Es él el autor de los romances moriscos, contribuyendo en gran parte a ponerlos de moda?

Después de la derrota de los moriscos en las Alpujarras, los vencidos se vieron obligados a trasladarse a la Mancha y Castilla; muchos 30 se bautizaron, relacionándose con los Cristianos. Por esta vida pacífica

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en común, los españoles se familiarizaron con las costumbres y tradiciones moriscas, mejor que lo habían hecho durante ocho siglos de lucha; y entre los cortesanos poetas de Madrid, se estableció la moda de celebrar fiestas y torneos o aventuras galantes con disfraces moris5 cos. Mezclando la alegría del triunfador con una generosa cortesía por el valiente enemigo, los españoles después de haber combatido y aniquilado la civilización morisca, se vestían con sus despojos, y después que tantos moros tomaron nombres cristianos, los españoles adoptaban pseudónimos moriscos, honrando con ellos a los Gazul y Zaide, 10 suspirando por una Fátima o Lindaraja, rompiendo lanzas en torneos caballerescos o poéticos y regocijándose en las zambras. Bien pronto a los romances fronterizos se unieron romances artísticos, obra de poetas eruditos que bajo los nombres moros describían amores y costumbres, falsamente moriscos, romances que fueron muy apreciados y que 15 se extendieron rápidamente. Sin duda, Pérez de Hita fué atacado de esta manía novelesca de su tiempo, pero no los escribió. Muchos de esos romances incluídos en su obra se encuentran en las primeras partes del Romancero general, que aparecieron impresas separadamente entre 1585-1595, y que se encuentran todas en el romancero de Pedro 20 de Mancayo de 1589. Si se observa que las colecciones de romances de Valencia (1573) y Barcelona (1578) no contienen ningún romance morisco, se puede fijar el origen y difusión de esta moda, de la que Madrid y Castilla fueren la cuna entre 1575 y 1585.

Por otra parte, Hita confiesa a veces, sin decir que él sea el autor, 25 haber arreglado tal o cual romance para adaptarlo a su narración: por ejemplo, en el romance morisco que comienza « Sale la estrella de Venus», declara que quien lo compuso no conocía la historia, y otras veces para adaptarlos les dió una interpretación particular:

«En esta historia de Gazul

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dice se quedó por poner otro ro30 mance que era primero que el de San Lúcar; mas por no estar bueno, y no haberle entendido el autor que le hizo, se puso al principio porque no causara confusión; y porque no quede con aquella ignorancia, diremos la verdad del caso. El romance que digo es aquel que dice <<< Sale la estrella de Venus» y el que le compuso no entendió la historia,

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