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MEXICO MCM XIX

869.8 0355 XV15

1919

16 de Noviembre de 1919.-TIP. MURGUIA.-Av, 16 de Septiembre, 54.

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Señor presidente, señoras, señores: Os saludo al comenzar esta conferencia sobre el poeta Eugenio de Castro y la literatura portuguesa. Es el asunto para mí gratísimo. Mi deseo es que al acabar de escuchar mis palabras, llevéis con vosotros el encanto de un nuevo y peregrino conocimiento: el del joven ilustre que hoy representa una de las más brillantes fases del renacimiento latino, y que, como su hermano de Italia-el Ermete maravilloso-se mantiene en la

consagración de su ideal “ en la sede del arte severo y del silencio," allá en la noble y docta ciudad de Coimbra. Este nombre os despierta, desde luego, el recuerdo de una antigua vida escolar, los estudiantes tradicionales, la Fuente de los Amores, el Mondego, celebrado en los versos, y la figura dulce y trágica de aquella adorable señora que tuvo el mismo apellido que nuestro poeta: Inés de Castro, tan bella cuanto sin ventura. Es en aquella ciudad universitaria en donde ha surgido el admirable lírico que había de representar, el primero, a la raza ibérica, en el movimiento intelectual contemporáneo, que ha dado al arte espacios nuevos, fuerzas nuevas y nuevas glorias. Vogüe, que antes mirara el vuelo simbólico de las cigüeñas, anunciaba no hace mucho tiempo, a propósito de la obra de Gabriele D'Annunzio, una resurrección del espíritu latino. Las arpas y las flautas sonaban del lado de Italia. Hoy la armonía se oye del lado de Iberia. Ya es un conjunto de músicas orientales; ya un són melodioso de siringa, semejante a los que la muerte ha venido a suspender en los labios del divino

Panida de Francia, Paul Verlaine; ya un heráldico trueno de trompetas de plata, que avisa el paso de una caravana salomónica. ¿Conocéis al prestigioso Gama que corona Camoens de esplendorosas gemas poéticas en los triunfos de sus 66 'Lusiadas"? Es el viajero casi mitológico que vuelve de los países recónditos a donde su valor y su sed de cosas desconocidas le han llevado. A semejanza de aquellos antiguos atrevidos navegantes portugueses que iban a las playas distantes de las tierras asiáticas y africanas en busca de tesoros prodigiosos y volvían con las perlas arábigas, los diamantes de Golconda, las resinas y aromas y ámbares recogidos en los misteriosos continentes y en los hechiceros archipiélagos, trayendo al poco tiempo la impresión de sus visiones en la realidaḍ de las leyendas, en las visitas a islas raras y penínsulas de encantamiento, Eugenio de Castro, bizarro y mágico Vasco de Gama de la lira, vuelve de sus incursiones a un Oriente de ensueño, de sus expediciones a los fantásticos imperios, a países del pasado, lleno de riquezas, dueño de raras piedras preciosas, conquistador y argonauta, vestido de suntuosos paramentos e impregnado de exóticos perfumes.

Señores: Mientras nuestra amada y desgraciada madre patria, España, parece sufrir la hostilidad de una suerte enemiga, encerrada en la muralla de su tradición, aislada por su propio carácter, sin que penetre hasta ella la oleada de la evolución mental de estos últimos tiempos, el vecino reino fraternal manifiesta una súbita energía, el alma portuguesa llama la atención del mundo, la patria portuguesa encuentra en el extranjero lenguas que la celebran y la levantan, la sangre de Lusitania florece en armoniosas flores de arte y de vida: nosotros, latinos, hispano-americanos, debemos mirar con orgullo las manifestaciones vitales de ese pueblo y sentir como propias las victorias que consigue en honor de nuestra raza.

Es digno de todas nuestras simpatías ese bello y glorio

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