Vido como presente de otra parte Mercurio estaba, y Marte cauto y fiero Viendo el gran Caballero, que encogido En el reciennacido cuerpo estaba. Entonces lugar daba mesurado
A Venus que á su lado estaba puesta. Ella con mano presta y abundante Nectar sobre el infante desparcia; Mas Febo la desvia de aquel tierno
Niño, y daba el gobierno á sus hermanas. están ufanas todas nueve.
El tiempo el paso mueve, el niño crece, Y en tierna edad florece y se levanta Como felice planta en buen terreno. Ya sin preceto ajeno daba tales De su ingenio señales, que espantaban A los que le criahan. Luego estaba Como una le entregaba á un gran maestro, Que con ingenio diestro y vida honesta Hiciese manifiesta al mundo y clara Aquella ánima rara que alli via.
Al niño recibia con respeto
Un viejo, en cuyo aspeto se via junto Severidad á un punto con dulzura. Quedó desta figura como helado Severo y espantado viendo al viejo, Que como si en espejo se mirára, En cuerpo, edad, y cara eran conformes. En esto el rostro á Tórmes revolviendo, Vio que estaba riendo de su espanto. De qué te espantas tanto? dixo el rio: ¿No basta el saber mio á que primero Que naciese SEVERO, yo supiese
Que había de ser quien diese la doctrina Al ánima divina deste mozo?
El lleno de alborozo y de alegria, Sus ojos mantenia de pintura. (34)' Miraba otra figura de un mancebo,
El qual venia con Febo mano á mano Al modo cortesano. En su manera, Juzgáralo qualquiera, viendo el gesto Lleno de un sabio, honesto y dulce afeto, Por un hombre perfeto la alta parte De la dificil arte cortesana,
Maestra de la humana y dulce vida. Luego fue conocida de SEVERO
La imágen por entero fácilmente Deste que allí presente era pintado. Vio que era el habia dado á D. FERNANDO, Su ánimo formando en luenga usanza El trato, la crianza y gentileza, La dulzura y llaneza acomodada, La virtud apartada, generosa,
Y en fin qualquiera cosa que se via En la cortesanía, de que lleno FERNANDO tuvo el seño y bastecido. Despues de conocido, leyó el nombre SEVERO de aqueste hombre, que se llamat BOSCAN, de cuya llama clara y pura Sale el fuego que apura sus escritos, Que en siglos infinitos ternán vida. De algo mas crecida edad miraba
Al niño que escuchaba sus consejos, Luego los aparejos ya de Marte, Estotro puesto á parte, le trahía. Así les convenia á todos ellos,
Que no pudiera dellos dar noticia A otro la malicia en muchos años. Obraba los engaños de la lucha :
La maña y fuerza mucha y exercicio, Con el robusto oficio está mezclando.
Allí con rostro blando y amoroso Venus aquel hermoso mozo mira, Y luego le retira por un rato De aquel áspero trato y son de hierro. Mostrábale ser yerro y ser mal hecho Armar contino el pecho de dureza, No dando á la terneza alguna puerta. Entrada en una huerta, con él siendo, Una ninfa durmiendo le mostraba. El mozo la miraba, y juntamente De súbito accidente acometido, Estaba embebecido, y á la diosa, Que á la Ninfa hermosa se allegase Mostraba que rogase: y parecia Que la diosa temia de llegarse. El no podia hartarse de miralla, Eternamente amalla prometiendo.. 8*
Luego venia corriendo Marte ayrado, Mostrandose alterado en la persona,
Y daba una corona á DON FERNANDO, Y estabale mostrando un caballero, Que con semblante fiero amenazaba Al mozo, que quitaba el nombre á todos. Con atentados modos se movia
Contra el que le atendia (35) en una puente (36) Mostraba claramente la pintura Que acaso noche escura entonces era. De la batalla fiera era testigo Marte, que al enemigo condenaba Y al mozo coronaba en el fin della, El qual como la estrella relumbrante, Que el sol envia delante, resplandece. De allí su nombre crece, se derrama Su valerosa fama á todas partes. Luego con nuevas artes se convierte
A hurtar á la muerte y á su abismo Gran parte de sí mismo, y quedar vivo Quando el vulgo cautivo le llorare,
Y muerto le llamare con deseo.
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