Pagina-afbeeldingen
PDF
ePub

mente con Holanda nuestra palabra de respetar fielmente su neutralidad. Es obvio que no podríamos anexarnos territorio belga con provecho nuestro, sin ensanchar, a la vez, nuestro territorio a la costa de Holanda. Sírvase hacer fijar en el ánimo de Sir Edward Grey que el ejército alemán no puede permanecer expuesto a ataques franceses a través de Bélgica, que, según informes completamente fidedignos, se tienen proyectados. Alemania, por consiguiente, se vió obligada a descartar la neutralidad de Bélgica, por que entrañaba para ella una cuestión de vida o muerte impedir el avance francés.

Número 158

Sir F. Villiers a Sir Edward Grey

(Telegrama.-Recibido el 4 de agosto)

BRUSELAS, 4 de agosto de 1914.

El Agregado Militar ha sido informado en la Secretaría de la Guerra que tropas alemanas han penetrado al territorio belga, y que se ha pedido la rendición de Lieja por un núcleo pequeño de tropas alemanas, las cuales, sin embargo, fueron rechazadas.

[ocr errors]

Número 159

Sir Edward Grey a Sir E. Goschen

(Telegrama)

LONDRES, Ministerio de Relaciones Exteriores, 4 de agosto de 1914. Sábese que Alemania ha dirigido una nota al Ministro de Relaciones Exteriores de Bélgica en la que se asegura que el Gobierno alemán se verá obligado a llevar a efecto las medidas que juzgue indispensables, recurriendo para ello, en caso dado, a la fuerza.

También hemos sido informados de que ha sido violado el territorio belga en Gemmenich.

En vista de estas circunstancias, así como del hecho de que Alemania

se ha negado a dar las mismas seguridades respecto de Bélgica que Francia dió la semana próximo pasada en contestación a la pregunta que dirigimos simultáneamente a París y Berlín, este Gobierno por el presente reitera esa petición, y suplica se le dé una contestación satisfactoria, lo mismo que a mi telegrama de esta mañana, la cual contestación deberá ser recibida en esta capital antes de las doce de esta noche. En caso contrario, deberá usted pedir sus pasaportes y declarar que el Gobierno de Su Majestad se verá obligado a hacer todo lo que esté en su poder para hacer respetar la neutralidad de Bélgica y el cumplimiento de un Tratado en el cual Alemania, juntamente con la Gran Bretaña, es una de las partes signatarias.

MEMORÁNDUM DEL GOBIERNO ALEMÁN Y DOCUMENTOS RELATIVOS AL ROM PIMIENTO DE LAS HOSTILIDADES EN LA GUERRA EUROPEA DE 1914*

El 28 de junio próximo pasado el Heredero del Trono austrohúngaro, Archiduque Francisco Fernando, y su consorte la Duquesa de Hohenberg, fueron asesinados a tiros de revólver por un miembro de una partida de conspiradores servios. De una investigación del crimen practicada por funcionarios austro-húngaros, se puso en claro que el complot para privar de la vida al Archiduque fué fraguado y fomentado en Belgrado, con la cooperación de individuos pertenecientes a la administración pública de Servia, que fué consumado por medio de armas procedentes del Arsenal del Gobierno de Servia.

Era evidente que este crimen haría fijar la atención de todo el mundo civilizado, no solamente en el objetivo de la política servia en lo que toca a la existencia e integridad de la Monarquía austro-húngara, sino en los medios criminales que no vaciló en emplear la propaganda panservia para conseguir esos fines. La mira final de esa política era fomentar levantamientos paulatinamente y por último desmembrar la región suroeste de la Monarquía austro-húngara para incorporarla al Reino de Servia.

61 Véase doc. núm. 153.

*Traducido del New York Times, número correspondiente al 23 de agosto de 1914. No fué posible obtener el Libro Blanco oficial del Gobierno alemán, pero la Embajada alemana ha certificado que esta versión inglesa es traducción exacta y fiel del referido Libro Blanco oficial del Gobierno alemán.-N. de la R.

una

Las repetidas declaraciones formales hechas por Servia a AustriaHungría de observar relaciones amistosas de vecindad no alteraron en lo más mínimo esta orientación de la política servia. Por tercera vez durante los seis últimos años Servia de esta suerte ha puesto a Europa al borde de una guerra mundial. Al proceder de esta manera, Servia indudablemente se creía apoyada por Rusia en sus labores.

Como consecuencia de los acontecimientos del año de 1908, originados por la revolución turca, la política de Rusia se había encaminado a la organización de una liga de Estados balkánicos, al amparo de Rusia, dirigida contra la integridad de Turquía. Esta alianza de Estados balkánicos, que llegó en 1911 a despojar a Turquía de sus posesiones europeas, fracasó al hacerse el reparto del botín. Tal fracaso, sin embargo, no hizo vacilar a la política rusa. Era el sueño de los hombres de estado de Rusia formar una nueva liga balkánica, al amparo de Rusia, cuyas iniciativas serían dirigidas no ya contra Turquía que había sido expulsada de los Balkanes, sino contra la integridad de la Monarquía austro-húngara. La idea consistía en que Servia cediera a Bulgaria aquella parte de Macedonia que había conquistado en la última guerra en los Balkanes, y que esa pérdida fuera compensada por la adquisición de Bosnia y Herzegovina a costa de la Monarquía austro-húngara. Para alcanzar este fin, Bulgaria, debido a su situación aislada, sería fácilmente manejable; Rumanía sería encadenada a Rusia, como resultado de la propaganda emprendida con la ayuda de Francia; y Servia recibiría Bosnia y Herzegovina.

En vista de estas circunstancias, Austria-Hungría comprendió que no podría, sin perder su dignidad o sus medios de legítima defensa, tolerar por más tiempo los movimientos que se fraguaban al otro lado de la frontera. El Gobierno austro-húngaro nos consultó sobre este aspecto de la situación, preguntándonos nuestro parecer sobre el particular. Pudimos dar a nuestra aliada nuestra completa aquiescencia en el juicio que sobre la situación se había formado y manifestarle que todas las medidas que creyere necesario emprender para poner coto al movimiento existente en Servia y dirigido contra la integridad de la Monarquía austro-húngara, merecerían nuestra aprobación. Al proceder de esta manera, sabíamos perfectamente que cualquier operación bélica emprendida por Austria-Hungría contra Servia, haría entrar a Rusia en la contienda, y tal vez nos envolvería a nosotros en una guerra, de conformidad con nuestras obligaciones como nación aliada.

Por otra parte, reconociendo los intereses vitales que Austria-Hungría tenía en peligro, nos fué imposible aconsejar a nuestra aliada que observara una actitud de condescendencia que no se aviniera con su dignidad, ni negarle tampoco nuestro apoyo en ese momento de apuro. Nos fué tanto más imposible hacer esto cuanto que nuestros propios intereses se veían seriamente amenazados, a consecuencia de esta constante agitación servia. Si Servia, mediante la ayuda de Rusia y Francia hubiera podido continuar poniendo en peligro la integridad de la Monarquía vecina por más tiempo, ello habría ocasionado el derrumbamiento paulatino de Austria-Hungría, y daría por resultado su sumisión al dominio eslavo, bajo el cetro de Rusia, haciéndose de esta manera insostenible la situación de la raza germánica en la Europa Central. Austria-Hungría, debilitada moralmente e inutilizada a causa del avance del paneslavismo ruso, no sería ya una aliada con la cual podríamos contar y confiar, tal como la necesitamos ante la actitud de nuestros vecinos al oriente y al poniente, que cada día se hace más amenazante. Por consiguiente, concedimos a Austria-Hungría la más amplia libertad de acción contra Servia, y no hemos tomado parte alguna en los preparativos.

Austria-Hungría escogió la manera de proceder, presentando al Gobierno de Servia, con acopio de detalles, la relación inmediata entre el asesinato y el movimiento general servio, que ha sido no solamente tolerado por el Gobierno servio, sino apoyado por él, según se desprende de la investigación del crimen practicada en Serajevo. Al mismo tiempo, Austria-Hungría pidió a Servia que pusiera fin a toda esa actividad y permitiera a Austria-Hungría el castigo de los responsables. Austria-Hungría exigió como garantía de que se llevaría a cabo el proceso, tomar parte en la investigación' en territorio servio y en la disolución definitiva de las varias sociedades panservias que se dedicaban a una propaganda hostil contra Austria-Hungría. El Gobierno Imperial y Real concedió el plazo de cuarenta y ocho horas para la aceptación incondicional de sus demandas. Al día siguiente de haber sido presentada la nota austro-húngara, el Gobierno servio principió su movilización. Al expirar el plazo señalado, el Gobierno servio dió una respuesta que, aunque en parte satisfacía las demandas de Austria-Hungría, declaraba enfácticamente que, en lo que se refería a los puntos esenciales de la controversia, no cumpliría las justas demandas de la Monarquía, tratando de este modo de ganar tiempo y de

introducir nuevas negociaciones. En vista de lo anterior, AustriaHungría rompió sus relaciones diplomáticas con Servia, sin recurrir a nuevas negociaciones ni admitir ya las seguridades dadas por Servia, cuyo valor Austria-Hungría sabe apreciar, a su pesar.

Desde aquel instante Austria-Hungría se encontraba de hecho en estado de guerra con Servia, habiendo publicado la declaración oficial de guerra el 28 de julio.

Desde que comenzó el conflicto sostuvimos que este era asunto que sólo a Austria correspondía resolver con Servia. Hemos enderezado pues, todos nuestros esfuerzos a localizar la guerra, y a convencer a las otras potencias de que Austria-Hungría estaba justificada en tomar medidas efectivas y en apelar a las armas. Sostuvimos enfáticamente que ninguna nación civilizada tenía el derecho en esta lucha contra la barbarie (Unkultur) y la criminal moralidad política de impedir a Austria-Hungría que ejerciera sus derechos, y de librar a Servia del castigo que merecía. Por consiguiente dimos instrucciones en ese sentido a nuestros representantes en el exterior.

El Gobierno austro-húngaro, a su vez, participó al ruso que sus medidas contra Servia eran exclusivamente de carácter defensivo, destinadas a poner coto a la agitación servia; pero que Austria-Hungría se veía obligada por la necesidad a exigir garantías de parte de Servia de una actitud amistosa continua hacia la Monarquía austro-húngara. En la nota dirigida a Rusia, Austria-Hungría declaró que no abrigaba ningún propósito de alterar el equilibrio de las naciones en los Balkanes. Tanto el Gobierno francés como el inglés al contestar a nuestra explicación de que el Gobierno alemán deseaba y estaba procurando localizar el conflicto, prometieron trabajar en el mismo sentido. Entretanto, estos esfuerzos no bastaron para prevenir la intrusión de Rusia en la controversia austro-húngara-servia.

El Gobierno ruso, con fecha 24 de julio próximo pasado, hizo una declaración oficial en la que sostenía la imposibilidad de que Rusia permaneciera indiferente ante el conflicto austro-húngaro-servio, haciéndose esta declaración al Embajador Imperial, Conde Pourtalés, por conducto del Ministro de Relaciones Exteriores ruso. Nuevamente en la tarde del día 26 de julio el Gobierno austro-húngaro por conducto de su Embajador en San Petersburgo, declaró que AustriaHungría no abrigaba proyectos de conquista, sino sencillamente anhelaba hallarse en paz en sus fronteras. Durante el curso de ese mismo

« VorigeDoorgaan »