La literatura española: El siglo de oroCalleja, 1916 |
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Populaire passages
Pagina 214 - ¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!
Pagina 508 - No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Pagina 260 - ¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el ángel me decía: "Alma, asómate agora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía!".
Pagina 173 - Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando...
Pagina 514 - ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga, la que peca por la paga, o el que paga por pecar? ¿Pues para qué os espantáis de la culpa que tenéis? queredlas cual las hacéis, o hacedlas cual las buscáis.
Pagina 201 - OH dulces prendas, por mi mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quería! Juntas estáis en la memoria mía, y con ella en mi muerte conjuradas.
Pagina 215 - El aire el huerto orea, Y ofrece mil olores al sentido, Los árboles menea •Con un manso ruido, Que del oro y del cetro pone olvido.
Pagina 250 - No la arguyas de flaca y temerosa. La codicia en las manos de la suerte Se arroja al mar, la ira a las espadas, Y la ambición se ríe de la muerte.
Pagina 377 - Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños sueños son.
Pagina 227 - Dime, Padre común, pues eres justo, ¿Por qué ha de permitir tu providencia Que, arrastrando prisiones la inocencia, Suba la fraude a tribunal augusto? ¿Quién da fuerzas al brazo que robusto Hace a tus leyes firme resistencia, Y que el celo, que más la reverencia, Gima a los pies del vencedor injusto? Vemos que vibran victoriosas palmas Manos inicuas, la virtud gimiendo Del triunfo en el injusto regocijo; Esto decía yo, cuando riendo Celestial ninfa apareció, y me dijo: "¡Ciego!