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las desiertas llanuras; ya finalmente sigue por muchos centenares de leguas las frondosas orillas de los rios y lagunas, á fin de que las frutas de los árboles, la caza y la pesca le sirvan de alimento, que unas veces logra muy abundante, y otras sumamente escaso.

La agricultura es la que obliga verdaderamente á los pueblos que acaban de salir de las manos de la naturaleza, para decirlo de este modo, á que echen profundas raices en un mismo lugar, y que miren como su patria aquel suelo en que han nacido, y que acude con mano liberal todos los años al remedio de sus necesidades.

De este mismo orijen van despuntando poco á poco todas las virtudes sociales. Los hombres se ilustran entre sí, al mismo paso que las artes se van produciendo y perfeccionaudo mutuamente. Al principio solo se consulta á la necesidad: despues á la utilidad; y ultimamente al lujo y al regalo. Los instrumentos para labrar la tierra, que de nada servirian á una tribu de salvajes, ó de pastores, y de que al contrario no puede absolutamente carecer un pueblo agricultor, le dan ocasion y materia de discurrir sobre el modo como podrá beneficiar los metales, que se hallan con abuudancia en las entrañas de la tierra, y no pocas veces rebozan en su superficie. Oro, plata, cobre todo lo toma indiferentemente, conforme le viene mas á mano. Lo que busca solo es un cuerpo duro y permanente que pueda servir para la labranza con mas ventaja y comodidad, que el leño y pedernal. Bien sabido es, que los primeros Fenicios que desembarcaron en Cádiz, hallaron con grande asombro empleada la plata en los usos mas ordinarios y comunes del campo. A tan débiles principios como estos debe su nacimiento la metalurjía; cuya práctica nunca empieza en ninguna tribu, sino precedida de algunas débiles luces de civilizacion.

Lo mismo con corta diferencia puede decirse de ias leyes y costumbres, que miran al derecho de propiedad territorial. Un pueblo agricultor ha menester muchas

precauciones y desvelos para ponerla y mantenerla á cubierto y tanto mas, cuanto mas se va civilizando. ΕΙ derecho de propiedad territorial lleva como de la mano, el de sucesión de padres á hijos, de abuelos á nietos que es uno de los principales fundamentos de la pública felicidad, y que una nacion agricultora no tarda en reconocerla. Por último, establecidos ya estos dos derechos, imajina varias formalidades, y consagra ciertas señales y espresiones, ya para dar una mayor consistencia á las donaciones, ventas, permutas ó trueques, etc.: ya tambien para cerrar la puerta á las disputas y riñas, estableciendo la buena fé en todo jénero de contratos. Y entónces es, cuando la nacion puede y debe llamarse verdaderamente civilizada.

Volviendo pues á nuestro intento, repito de nuevo, que el documento que hemos espuesto, basta por sí solo para deponer á favor de la antigua y temprana civilizacion de la nacion Tarasca. En efecto; nuestro lienzo manifiesta con toda evidencia, que aquellos Indios no solo eran agricultores, sino pue habian establecido en su república una especie de dominio feudal: manifiesta que las habitaciones de la gente distinguida no eran unas chozas ó barrancas informes, con las que halló Cook en la parte llana del estrecho de Magallanes; y la Peyrousse en el puerto de los Franceses; sino unas casas construidas con mas regularidad, que las que se ven en las aldeas de algunas provincias de España: manifiesta finalmente, que en aquella remota época habian admitido ya algunas artes de ostentacion y de lujo. En cuanto á la metalurjía y mineralojía, aunque nada dice con claridad nuestro nuestro lienzo, sin embargo las armas, que como hemos referido, se sacaron el año próximo pasado del cerro del entierro de Tzecanda, singularmente la hermosa macana de cobre que yo poseo. demuestran lo mucho que habian adelantado tambien en este punto.

No tenia pues motivo el Señor Ulloa para represenANALES.-15.

tarnos en jeneral á los indios de una y otra América, aun á los súbditos de los Incas y Montezumas, como unos salvajes del todo estúpidos, y poco diferentes de las bestias: dando á entender, que las historias que se | estienden en alabanzas del valor é industria de los vasallos de aquellos dos ilustres Imperios, hablan en está parte en sentido metafórico ó figurado. En cuanto á mí, soy de tan contrario dictámen, que reservo para materia de otro escrito el volver por el honor de aquellos naturales, y disipar con la solidez que conviene, esta tan infundada é inverosímil sospecha.

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