autor pretendió, á causa de los yerros de los impresores, podrá leerse ya con mayor provecho. No se hace decir al ilustre cordobés, como los demás editores : Si eres del amor cautivo, Lo que entendí que era suerte ; en vez de leer con Gracian y el buen sentido : Que me pedirán por hurto Lo que entendí que era suerte; ó por voto, segun la edicion de Pedro Verges. Ya no se afea un romance bellísimo con poner estos cuatro versos faltos de un relativo, sin el cual forman solo un laberinto de palabras: En el lugar respectivo de las obras de CASTILLEJO se pone lo que mandó la Inquisicion que se borrase en el Diálogo de las mujeres y en el Sermon de amores, si bien en este no con toda la perfeccion que fuera de desear, por ser tan malas y estar tan contrariamente adulteradas las ediciones primeras que hemos visto. En HERRERA se sigue el texto tal como lo corrigió su autor en los últimos años de su vida. Pónense, sin embargo, las variantes de todas las poesías que publicó en su coleccion y en las notas á las obras de GARCILASO. Así verán los curiosos la manera con que el divino poeta castigaba sus versos. Aunque es mucho lo que he trabajado y aun conseguido en la purificacion de los textos, algo queda todavía para los que con talento, erudicion y práctica se dediquen á restaurar las obras de los ilustres poetas líricos españoles. Sus advertencias tendrán para mí un valor grandísimo, pues con ellas podré rectificar en el segundo volúmen de esta coleccion los errores que no haya observado al formar el presente. En ello no hago abstraccion de mi amor propio, porque el amor propio de un colector de obras de autores antiguos debe consistir en presentarlas libres de yerros, consiga el objeto por sí solo, consígalo con el auxilio de los que mas saben. Preceden á las poesías inclusas en este tomo algunas noticias de vidas de poetas, varias como fueron los caractéres y las profesiones de los mismos. La de Garcilaso de La VEGA es propia de un perfecto caballero andante; la de DON DIEGO HURTADO DE MENDOza, de uno de los primeros políticos de Europa en los modernos siglos; la de GóNGORA, de uno de los satíricos mas maldicientes. De otros poetas muy poco se sabe; sus noticias apenas pasan de lo que declaran sus escritos. Si algun curioso tuviere algunas para mí no conocidas, adonde no haya llegado mi diligencia, allí pueden ejercitarse sus conocimientos y estudios en pro de la historia literaria de España. Pronto estoy á enmendar yerros y mi falta de no ticias. Antes de concluir este prólogo no debo pasar en silencio los favores que he debido å varios de mis ilustrados amigos, y especialmente á los señores don José María de Alava, catedrático de la universidad de Sevilla, don Juan José Bueno, ilustre poeta sevillano, y don Joaquin Rubio, individuo correspondiente de la Real Academia de la Historia; el primero poniendo en mi poder un antiguo códice de las poesías de GUTIERRE DE CETINA, el segundo prestándose á evacuar citas en manuscritos de la biblioteca Colombina, y el tercero facilitándome con mano franca los inagotables tesoros de su excelente librería. El señor don Aureliano Fernandez Guerra y Orbe, erudito ilustrador de las obras de Quevedo, tambien me ha honrado con noticias de un códice que conserva, en el cual declara GóNGORA las poesías que fueron hijas de su ingenio, excluyendo las que la ignorancia le atribuyó en manuscritos. He hecho cuanto he podido para la perfeccion de la obra. Si no ha logrado alcan zarla mi diligencia, otras serán las causas, no mi buen deseo. Cádiz, 12 de julio de 1854. ADOLFO DE Castro. APUNTES BIOGRÁFICOS DE LOS AUTORES COMPRENDIDOS EN ESTE TOMO. GARCILASO DE LA VEGA. CUNA de GARCILASO DE LA VEGA, caballero del órden de Alcántara y principe de los poetas liricos de España, fué la ciudad de Toledo; su linaje, de lo mas ilustre. Hijo del famoso Garcilaso, segundo del conde de Feria, comendador mayor de Leon, del órden de Santiago, señor de las villas de los Arcos, Cuerva y Bâtres, del consejo de Estado de los reyes don Fernando y doña Isabel, y embajador en Roma cerca de Alejandro VI, heredó de su madre doña Sancha de Guzman los blasones todos de la antigua casa de Toral (luego de los duques de Medina de las Torres). Las artes liberales, las buenas letras y las lenguas griega, latina, toscana y francesa ocuparon su ánimo en los años de su niñez, en los primeros de su juventud florida. La corte le brindaba con la privanza, las armas con los laureles, las letras con el aplauso de los siglos. Dejó las riberas del Tajo por seguir á Cárlos V, en cuya corte ganó amigos entre los buenos, atrayendo á su estimacion las voluntades por su destreza singular en el manejo de espadas y caballos, en el tañer el arpa y la vihuela, y en el cantar con regalado acento los mismos versos que escribia. Era de aspecto hermosamente varonil, de grandes y vivos ojos, de rostro apacible, de frente despejada, dulce en los sentimientos de amor, vehementísimo en los de amistad, noble en las palabras, cortesano en las acciones, igual en resistir el peso de la seda que el del hierro, y no sé si mas caballero en la ciudad ó si mas caballero en la guerra (1). (1) En el hábito del cuerpo tuvo justa proporcion, porque fué mas grande que mediano, respondiendo los lineamentos y compostura á la grandeza. Fué muy diestro en la música y en la vihuela y arpa, con mucha ventaja, y ejercitadisimo en la disciplina militar, cuya natural inclinacion lo arrojaba en los peligros, porque el brio de su animoso corazon lo traia muy deseoso de la gloria que se alcanza en la milicia. » — Herrera, Vida. La trabazon de los miembros igual, el rostro apacible con gravedad, la frente dilatada con majestad, los ojos vivísimos con sosiego, y todo el talle tal, que aun los que no le conocian, viéndole, le juzgaran fácilmente por hombre principal y esforzado, porque resultaba de él una hermosura verdaderamente viril; era prudentemente cortés y galan sin afectacion y naturalmente sin cuidado, el mas lucido en todos los géneros de ejercicios de la corte y uno de los caballeros mas queridos de su tiempo; honrado del Emperador, estimado de sus iguales, favorecido de las damas, alabado de los extraños y de todos en general. »- Tamayo de Vargas, Vida. «Era garboso y cortesano, con no sé qué majestad envuelta en el agrado del rostro, que le hacia dueño de los corazones no mas que con saludarlos, y luego entraban su elocuencia y su trato á rendir lo que su afabilidad y su gentileza habian dejado por conquistar. » — Cienfuegos, Vida de san Francisco de Borja, De edad de veinte y cuatro años, ó poco mas, tomó por esposa á doña Elena de Zúñiga, señor de ilustre linaje y de altísimas prendas, hija de don Diego Lopez de Zúñiga, primo hermano de conde de Miranda, y dama de Leonor, reina de Francia. Los hijos que hubo en este matrimoni GARCILASO fueron: uno igual al padre en el nombre y el valor, y muerto desdichadamente casi a cumplir los veinte y cinco años de edad en la defensa de Ulpiano contra franceses; el segundo llamado don Francisco, que trocando el nombre y además el hábito de Alcántara por los de sant Domingo, tuvo la flaqueza de querer competir en vano con fray Luis de Leon en el clarísimo in genio y en la sabiduría (1). Doña Sancha de Guzman ocupa el lugar tercero entre los hijos de (1) Parece que este fray Domingo de Guzman compltió con fray Luis de Leon, segun Cienfuegos en la Vida de san Francisco de Borja. En este caso el hijo de nuestro célebre poeta no alcanzó cosa alguna del buen ingenio de GARCILASO, como lo declara el siguiente suceso, que en otra ocasion escribi. Sabido es que el célebre poeta español fray Luis de Leon estuvo preso por espacio de mucho tiempo en las cárceles secretas del Santo Oficio como reo sospechoso del crímen de herejía. Afligido este varon eminente con los rigores de una persecucion injusta, y desengañado de las vanidades del mundo y de la perversa politica que dominaba en su siglo, escribió en la pared de su calabozo las dos quintillas siguientes, que sin epígrafe andan impresas en la coleccion de sus obras. Aquí la envidia y mentira En el campo deleitoso Ni envidiado ni envidioso! Luego que fray Luis de Leon recobró su libertad con el triunfo de su inocencia corrieron entre sus amigos y émulos, en unos con aplauso y en otros con ironía y detraccion maligna, las quintillas copiadas. Entonces un fray Domingo de Guzman se encargó de defender al Santo Oficio y de insultar á fray Luis de Leon en una glosa de aquellos versos, la cual se halla en el códice M, 243, de la Biblioteca Nacional, y es así: Porque las dañosas leyes Y sectas de perdicion La cual, como fué trazada Es su justicia tan reta, Que muy poquitos han preso Otro melindre gracioso, ¿Qué don Alvaro de Luna? Retiráos con reverencia, Cuanto á hombre, á cualquier defecto En la corte de los reyes Que el sabio que se desvia Que, yendo en su compañía, No le levanta el honor, Ni el deshonor le entristece, Ni jamás le desvanece La voz del adulador, Ni la del mal fin le empece. Al tener y al no tener Con una tasa le tasa; No estima el ser y el no ser, Y en hacer y deshacer Con solo Dios se compasa. Nada le desasosiega Al que vive con llaneza, Ansi que, si pretendeis Ni envidiado ni envidioso. No sé ciertamente cuál fué la vida y cuáles las costumbres del autor de estos versos. En aquel tiempo vivia un fray Domingo de Guzman, que se vió preso por la Inquisicion como sospechoso de luteranismo, al mismo tiempo que el canónigo protestante de Sevilla Cons GARCILASO. Casó esta señora con don Antonio Portocarrero y de la Vega, hijo primogênito del conde de Palma. Don Lorenzo, el postrero, heredó el ingenio paterno y tristemente se malogró en edad temprana, pues habiendo sido desterrado á Oran en castigo de cierto dicho satírico, la muerte en el camino heló los labios para siempre de este hijo, que aunque no legítimo de GARCILASO, por el talento no desmentia á su generoso progenitor ni era indigno de la proteccion del célebre cbispo don Antonio Agustin. Hallóse Garcilaso en el socorro de Viena contra Soliman (1532) y en la toma de la Goleta. A la vista de Túnez (1535) peleó como buen caballero en el ejército que Cárlos V dirigió en persona para castigar la temeridad de Barbaroja, terror del cristianismo y orgullo de las lunas otomanas. Cercado de muchedumbre de moros en una escaramuza, fué herido de dos lanzadas, una en la boca y otra en el brazo derecho. Federico Carrafa, napolitano, acudió en su socorro con valerosa tropa, que salvó de la esclavitud ó de la muerte al príncipe de los poetas castellanos. El mismo Emperador se aventuró en esta empresa, llevado del deseo de que GARCILASO no fuese despojo de sus enemigos. El cuidado de sus heridas en los campos donde la gran Cartago tuvo su asiento le ocasionó otra mayor, y si bien no mortal, tristisima en los efectos. Encendido en amores de una señora à quien él llamó en sus versos Sirena del mar napolitano, ni el estruendo de las armas, ni los padecimientos del cuerpo, ni la gloria adquirida en jornada tan memorable, consiguieron apar› tar de su violenta pasion aquel ánimo que en la guerra no parecia apto para los sentimientos delicados, ni en las delicias del amor apto para los trabajos ó el esfuerzo que reclama la guerra. En Nápoles, adonde se encaminó, siguiendo el objeto á quien amaba, dió motivos á que el Emperador desease alejarlo de una ciudad toda peligros para GARCILASO. Una ocasion se presentó á Carlos para conseguir con pretexto verosímil su principal objeto. Habiendo GARCILASO favorecido à un sobrino suyo para ser secreto galan de palacio sirviendo á doña Isabel de la Cueva, dama entonces de la Emperatriz, y esposa despues del conde de Santi-Estéban, Cárlos V lo envió á una isla que forma el Danubio para que llorase en ella sus errores (1). Levantado el destierro, desempeñó con la honra que de él debia esperarse una empresa que le confió el Emperador. Cierta señora napolitana se veia afligida porque uno de sus parientes, deseoso de usurparle sus estados, se entraba en ellos con las fuerzas bastantes á oprimirlos. GARCILASO, con poderes de Cárlos V, puso à raya la soberbia de este caballero, dejando en quieta posesion de sus tierras á la señora que con legitimo derecho las habia heredado. En vez de tomar la vuelta de Nápoles, se dirigió á Roma, donde el Emperador ya se encontraba. En el camino, yendo solo en compañía de un su escudero, fué asaltado cerca de Veletri por unos foragidos que en las selvas tenian albergue. Defendióse GARCILASO cual cumplia á su valor, ahuyentando a los malhechores, despues de castigarlos ó con la muerte ó con heridas peligrosas, y libertando á su escudero, á quien dejaron desnudo y colgado de un árbol (2). tantino Ponce de la Fuente. Es fama que Cárlos V al saber en Yuste ambas prisiones, dijo: «Si Constantino es bereje, será gran hereje. » Y hablando de fray Domingo de Guzman, exclamó : «A ese por bobo le pueden prender.. Si este fué el autor de los versos contra fray Luis de Leon, nunca anduvo en sus juicios mas acertado aquel gran conquistador de Europa. (1) Creo que Ticknor, en su Historia de la literatura española, se engaña cuando afirma que los amores del sobrino de GARCILASO acaecieron en Viena, y no en Italia. Todos los escritores españoles que hablan de este suceso dicen lo que se ve en el texto. (2) No sé si esta aventura es encarecimiento poético de don Luis Zapata, autor del Carlo famoso. Véanse algunas de las octavas en donde este suceso se describe: Y contaré una cosa en mis poesías Cuando el Emperador, como he contado, Y de un mal caballero su pariente, |