63 Del fuego del sol bañada La cabeza purpurina, Desmayaba sonrojada Sobre la planta vecina. Y allí entre la rubia espiga Los pajarillos cantores Daban con su trova amiga A tu belleza loores. Yo te viera retirada Al morir la última estrella Estiendes las puras alas ; Y á la purpurea centella Del sol renaciente igualas. Mas ese tu empeño vano, Y temeraria osadía, Desde el trono soberano Castiga el señor del dia. Que su llama en occidente No adurmiera sosegada, Sin dejar tu roja frente Con sus rayos abrasada. Y de la noche Marchita hallára Tu tierna faz. ¡Ay! que tu vida, Flor desdichada, Brilla fugaz. Y tu aureola Pura y luciente Muere tambien. AL JAZMIN. Orgullo de la enramada, Blanca y leve florecilla, Mas que todas delicada, Y mas que todas sencilla, Muestra el lirio temblorosa La faz cristalina y pura; 67 Alza bella la azucena La copa tersa y nevada De ricos ámbares llena, De mil abejas cercada. Pero ¿quién tu brillo iguala, Viva flor del cano estío, Que luces entre su gala, Como espuma en claro rio? Por sencilla y delicada, En el jardin entre ciento Fijas tú, flor, la mirada, Y fijas el pensamiento, Y por el seno argentino Que blando perfume espira, Dó bebe nectar divino La abeja que en tí respira.— ¡Flor graciosa y nacarada, La mas tierna de las flores! |