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Á LA MARIPOSA.

Bien hayan, mariposa, Las bellas alas como el aire leves, Que inquieta y vagarosa

Entre las flores mueves,

Ostentando tu púrpura preciosa.

De blanda primavera

Bien haya la callada y fiel vecina,

La dulce compañera

Del alba cristalina

Perdida entre la flor de la pradera.

Ligera y afanosa

El prado mide tu inseguro vuelo,
Ya huyendo temblorosa,

Ya con ansioso anhelo

En las flores vagando codiciosa.

Bien haya el purpurino,
El vaporoso polvo de tus alas,

Que al aire de contino

Puro y luciente exhalas

Al abrirte en sus ámbitos camino.

¡Ay! goza, mariposa, La pasagera vida de dulzura,

Que vuela presurosa:

Goza allá tu ventura,

Revolando en la siesta silenciosa.

Apura de las flores

El empapado cáliz que te ofrecen,

Y apura tus amores;

Que ya en la noche acrecen

Del otoño los vientos destructores.

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Y eres frágil y bella,

Y tu belleza el cierzo descolora.

Si sanudo atropella

Tu gala seductora,

Ni aun de tu forma quedará la huella.

Á UNA TÓRTOLA.

Tórtola, que misteriosa Querella de amores cantas, Dolorida,

Azorada, temblorosa,

Como la lluvia en las plantas Conmovida:

Que levantas arrullando

De tu seno palpitante

La alba pluma,

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Como el agua murmurando
En las olas, vacilante
Leve espuma;

Tórtola tímida y bella,
Melancólica vecina

De los valles,

Nunca tu blanda querella,
Tu cantiga peregrina,

Muda acalles:

Lleva á el aura ese ruïdo

Que en las soledades mueven Tus acentos:

Los ecos de tu gemido

Siempre amorosos se eleven A los vientos.

Canta, canta dulcemente
Con la tierna compañera

Tus amores:

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