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Á UNA GOLONDRINA.

Salud, dulce golondrina,
Allá en el suelo africano
Bella errante peregrina;
Salud perenne vecina
Del ardoroso verano;

Tu cantiga placentera Llevaste á lejanos mares: La atrevida, la parlera, Bien llegada á estos lugares, Amorosa compañera.

Bien llegada al suelo amigo, Dó no errante ni perdida, Te dará á la par conmigo

Un mismo techo el abrigo

En blando nido mecida.

Vuelve, amiga descuidada.

A este recinto sereno

Que te guardo regalada ; ¡Aun duran de pluma y heno Los restos de tu morada!

Aquí tus amores fueron, Y aquí tu cancion amante; Aquí tus hijos nacieron,

Y a tu arrullo se adurmieron Bajo el ala palpitante:

Y aqui mi voz se mezclaba A tu viva cantilena;

Y aquí impaciente aguardaba Esa vuelta que tardaba,

De amor y recuerdos llena.

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Y eres fiel y agradecida, Y no te aguardara en vano; Que nunca fué desmentida Esa tu fé prometida

Al ardoroso verano.

¡A cuántos ¡ay! golondrina, Que lealtad y fé cantaron La ingratitud se avecina! ¡Cuántos con planta mezquina Sus juramentos hollaron!

Mas no tú fiel y graciosa, Cuando se allega el estío, Vuelves tierna y amorosa Allá de playa arenosa Dó te arrojó invierno frio

No olvidaste, no, los dones De este suelo bienhechor,

Ni las fuentes ni la flor,
Ni olvidaste los rincones

De tu asilo protector.

Volvistes enamorada

A este recinto sereno
Que te guardo regalada,
Y aquí de plumas y heno
Trazarás nueva morada.

Cantaremos, golondrina, Mis recuerdos y tu amor Mientras que el sol ilumina; Sin que entibie la neblina Ni sus luces, ni su ardor.

Á UN RUISEÑOR.

Ruiseñor, que entre las hojas De la mas florida acacia

Has tenido todo mayo
Fresca, primorosa estancia,

¿Por qué picas ese ramo De menudas flores albas, Que te mece si dormitas, Y te acaricia si cantas;

Y á tu lado cariñoso

Presta á un tiempo con sus galas

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