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«<Adios, vuelvo á deciros, Sigea, sois de todas las criaturas que he conocido la única que no me ha hecho sufrir.

2.a

LUIS DE CAMOENS.

«Vuestra carta es una carta muy triste, Camoens, y á pesar de eso no me ha entristecido. Por mas que vos creais que la ha dictado la desesperacion no la ha inspirado sino la poesia. Por mas que vos digais que no podeis escribir sino prosa, vuestra carta está llena de versos. Veo con alegria que las desgracias no han tocado ni siquiera al esmalte de vuestro genio. Llorais como el niño y blasfemais como el poeta. Así debia de sentir Homero cuando tenia la edad vuestra.

«No os admire: sois cuando menos su hermano de leche. La misma musa que crió á Homero os está nutriendo á vos.

«No os escribo, para infundiros esperanzas y consuelos. Vuestro espíritu los lleva en sí. En tanto que arde en el alma la llama altísima de la poesía, ella sola basta para sostener al mortal. «Sé que sois desgraciado, ¿pero qué derecho tiene el genio á la felicidad? Unos pocos dias que

se pasan sobre la mísera tierra donde no existen sino goces pasageros, ¿quereis que tambien sean monopolio del hombre que ha de sobrevivir á sus contemporáneos? ¿Qué ha de inmortalizarse en los siglos?

«Al vulgo pertenecen los placeres de una vida risueña y sin dolor, ¿por qué se los quereis escatimar? Si la presencia de un astro os sumerge en abrumadora meditacion, si el paso de una nube os causa melancolía, si el gemido del mar os estremece es porque de esas emociones ha de brotar la chispa que os haga sobrevivir á los de

mas.

«Hasta esos mismos seres indiferentes que con su ignorante sonrisa os punzan y os atormentan son, sin saberlo, el instrumento de que se sirve el destino para exaltar vuestro genio. El espíritu noble y generoso que se vé desconocido por la turba imbécil, se replega en la soledad y produce entonces obras inmortales que sirven á la posteridad de tremenda leccion. Vos, escribís, una leccion que no han de aprender los portugueses sino despues de tres ó cuatro siglos; pero escribidla, porque cuanto mas generaciones pasen sin entenderla mayor será luego la gloria que la posteridad os acuerde. Ved cuán grande ha sido la

venganza del genio de Homero: hasta el polvo de las ruinas de la soberbia Grecia se ha disipado ya

y

todavía Homero viene á cantar sus triunfos á las demas naciones que pasarán tambien antes que su nombre y su gloria.

«Esto es, Camoens, lo único que tengo que deciros, que cumplais con el deber del genio. No importa que las gentes menospreciando vuestro saber os quieran eximir de que lo cumplais; vos sabeis que Dios os ha encargado de cumplirlo y basta. Disipad con vuestro reflejo las tinieblas de Portugal; estended su fama por el mundo; encumbrad su gloria y sereis como el redentor de los poetas venideros à quienes el vulgo no se atreverá á despreciar recordando la historia de Luis de Camoens.

«Ha habido en estos siglos grandes héroes. Falta un poema, escribidlo y olvidad vuestro infortunio. Los poetas como vos no deben tener ni tiempo para ser inforturados.

«Id. en paz, noble jóven, y que Dios bendiga todas vuestras empresas>>

LUISA SIGEA.

CAPITULO XVI.

La muerte en vida.

La noche siguiente en que quedó libre Luis de

Camoens, víspera de la marcha de la flota, bajó al jardin de palacio una dama encubierta á quien habian dado secreto aviso de esperar á su amante y se colocó detrás de una estátua que la ocultaba à la luz de la luna. Entonces dió una palmada y en el propio instante un caballero cubierto con el casco y con la visera calada salió de entre los árboles y se arrojó á sus pies.

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