Poetas líricos de los siglos XVI y XVII, Volume 32

Voorkant
Adolfo de Castro
M. Rivadeneyra, 1854 - 1156 pagina's

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Pagina 4 - Por ti el silencio de la selva umbrosa, Por ti la esquividad y apartamiento Del solitario monte me agradaba; Por ti la verde yerba, el fresco viento, El blanco lirio y colorada rosa Y dulce primavera deseaba. ¡Ay. cuánto me engañaba! Ay, cuan diferente era Y cuan de otra manera Lo que en tu falso
Pagina 432 - vuelva, mas tú y ello juntamente En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. XLV. Ya que con mas regalo el campo mira, Pues del nubloso manto se desnuda, El rojo sol, y aunque con lengua muda . Suave Filomena ya suspira, Templa, noble" garzón, la noble lira, Honren tu dulce plectro y mano aguda
Pagina 407 - ya... de la del Castillo ; Diez y seis vale el cuartillo; No tiene vino mas bajo. Si es ó no invención moderna, Vive Dios, que no lo sé, Pero delicada fue La invención de la taberna; Por nuestro Señor, que es mina La taberna de Alcocer; Grande consuelo es tener La taberna por vecina. Porque
Pagina 381 - en su color sangre divina Déla deidad que dieron las espumas; Y esto , purpúrea flor, y esto ¿no pudo Hacer menos violento el rayo agudo? Róbate en una hora, Róbale licencioso su ardimiento El color y el aliento; Tiendes aun no las alas abrasadas, Y ya vuelan al suelo desmayadas. Tan cerca , tan unida
Pagina 6 - de oro, No vieran que era ya pasado el dia. La sombra se veía Venir corriendo apriesa Ya por la falda espesa Del altísimo monte, y recordando Ambos como de sueño, y acabando El fugitivo sol, de luz escaso, Su ganado llevando. Se fueron recogiendo paso á paso.
Pagina 4 - corriendo. Con mi llorar las piedras enternecen Su natural dureza y la quebrantan, Los árboles parece que se inclinan, Las aves que me escuchan ; cuando cantan, Con diferente voz se condolecen, Y mi morir cantando me adivinan. Las fieras que reclinan Su cuerpo fatigado, Dejan el sosegado
Pagina 509 - las sordas piedras oyen; Humilde se apea el villano, Y sobre la yegua pone Un cuerpo con poca sangre, Pero con dos corazones. A su cabana los guia , Que el sol deja su horizonte Y el humo de su cabana Les va sirviendo de norte. Blando heno en vez de pluma Para lecho les compone,
Pagina 510 - lisonjeros, Si no son murmuradores. Los campos les dan alfombras, Los árboles pabellones, La apacible fuente sueño, Música los ruiseñores. Los troncos les dan cortezas, En que se guarden sus nombres Mejor que en tablas de mármol O que en láminas de bronce. No hay verde fresno sin letra Ni blanco chopo sin mole ; Si un
Pagina 387 - Aquel entre los héroes es contado Que el premio mereció, no quien le alcanza Por vanas consecuencias del estado. Peculio propio es ya de la privanza, Cuanto de Astrea fue, cuanto regia Con su temida espada y su balanza. El oro, la maldad, la Urania Del inicuo procede y pasa al bueno. ¿Qué espera la
Pagina 306 - Bebiendo ajenas aguas y atrevido Pisando el bando nuestro y defendido. Dijo aquel insolente y desdeñoso : «¿No conocen mis iras estas tierras, Y de mis padres los ilustres hechos, O valieron sus pechos Contra ellos con el húngaro medroso, Y de Dalmacia y Rodas en las guerras? ¿Quién las pudo librar? Quién de sus