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cisco Duarte, proveedor de las Reales Armadas, en el sepulcro, que estaba en el antecoro del convento de Santo Domingo, de Lisboa, de donde fueron trasladados sus restos en 1634 al monumento de mármol y jaspes que se labró junto á la capilla mayor. Sus virtudes y escritos le atrajeron la estimación de los más graves y santos personajes en vida y en muerte.

85.

Francisco Pacheco, Libro de retratos: "Doze años avian passado después de la gloriosa conquista del Reino de Granada... cuando nació en aquella ilustre Ciudad el insigne Maestro Frai Luis de Granada... sus Padres fueron pobres, aunque limpios y de cristianas costumbres. Faltóle el Padre á los 5 años, i la Madre con el trabajo de sus manos le sustentava en sus estudios, pero con tanta estrecheza que le obligava á pedir todos los días, en la portería del convento de Santa Cruz de la Orden de Predicadores... á los 16 años tomó el ábito en aquel Convento, donde estudió Lógica i Filosofía, i como virtuoso i abstinente hijo, pidió licencia al Prior, para partir cada día la mitad de la ración con su Madre. esta Piedad le causó mil prósperos sucessos. el primero fué, nombrarlo por Colegial de San Gregorio de Valladolid, no admitió Cátedras, por poder correr más desembaraçado en el exercicio de la Predicación... concluído su tiempo, i curso de Teología, i graduado de Maestro, se bolvió asu Convento de Granada... aventajósse mucho en lo espiritual con la comunicación del Maestro Juan de Avila... salió de allí el año 1534, á reedificar el convento de Escala Celi, cerca de Córdova, donde compuso el libro de Oración i Meditación: fué á fundar á Badajoz, hizo en ella gran fruto, i escrivió el libro que más estimó llamado Guía de pecadores. vivía en esta sazón en Evora, ciudad de Portugal, el Cardenal don Enrique hijo del Rei don Manuel, que quiso tenerlo á su lado. i no sólo fué admitido por hijo de aquella Provincia, pero elegido por Padre della. traduxo á san Juan Climaco i dedicólo á la Reina doña Catalina abuela del Rei don Sebastián. fué tres vezes acometido con las mayores dignidades, i siempre con más aumento; la Reina le ofreció el Obispado de Viseu, i después el Arçobispado de Brag, i el Pontífice Sixto quinto el Capelo de Cardenal... Passó de Evora á Lisboa... Víspera de la Magdalena del año 1586 abriéndosele una pequeña rotura se le cayeron súbitamente las tripas no pudiendo bolver á su lugar, i viendo que vivía se las ligaron con una venda de lienço. vivió assí dos años, con admirable paciencia... no dando de mano á ninguno de sus Santos exercicios, ni al soberano Sacrificio de la Missa. cosa espantosa, que passando de 80 años i las tripas más abaxo de las rodillas... el otro trabajo (no sé si mayor) fué el grande sentimiento del escándalo general, que causó la Santidad fingida de la Monja de Lisboa, que nro Señor permitió que se le encubriesse, para acrisolarlo más. el día pues que dió principio al

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famoso Sermón para animar á los Siervos de Dios, en semejantes caídas, fué el de su postrera enfermedad... se apartó su bendita alma del cuerpo... último día del año 1588. de edad de 84 años. sepultáronlo en el Convento de Predicadores de Lisboa como se puede pensar. i Francisco Duarte que era Proveedor de las Armadas de su Magestad le mandó poner en una hermosa piedra gravada este Epitafio...".

86. La primera obra del padre Granada fué la versión de la Imitación de Cristo (1536); luego publicó el Libro de la oración y meditación (1554). Ya en Portugal desde el 1555, escribió el Compendio de la Guía de pecadores (1556), y la Guía de pecadores (1567). El Libro de la oración y meditación y el Compendio fueron puestos en el Indice (1559), con otras obras de Juan de Avila y de Francisco de Borja. Vino á España á parar el golpe; pero ya era tarde, y hallando en la cárcel á su amigo Bartolomé Carranza (1503-1576), arzobispo de Toledo, corrigió sumisamente estos libros y se volvió á Portugal. El mejor de los escritos en castellano es la Introducción del Símbolo de la Fe (1582-1585), donde muestra un delicado sentimiento de la naturaleza verdaderamente virgiliano. De hecho, como Virgilio, tenía un corazón tierno y le eran más propios los afectos dulces y delicados que los recios y tempestuosos. Es un Cicerón en la galanura del estilo, en la dulcedumbre mansa del redondear onduladamente el período y en el sentir hondamente todos los movimientos suaves y afectuosos; pero faltan en él los fuertes arrebatos, las salidas cortantes y briosas, no menos que el chistoso gracejo para burlar y guasearse, cosas que tanto abundaron en Cicerón. No hay que buscar en él, por lo mismo, el centelleo, el vivo color, la riqueza de fraseología, la novedad de vocablos arrancados á la cantera popular, en que sobresalen otros escritores místicos menos famosos que fray Luis. Y aunque tampoco admite los feos latinismos con que algunos empedraron su estilo antes de él, su lenguaje está formado de voces las más comunes, muchas de origen erudito y latino, pocas enteramente populares, briosas y realistas. Añádase la increíble facilidad con que ensancha su decir, rodando amplio y sonoro, cual rozagante vestidura, trabando con gran riqueza de conjunciones las cláusulas, y se comprenderá la fluidez, la abundancia y suavidad de sus escritos; pero, al propio tiempo, lo descolorido y desvahado,

lo común que parece su lenguaje. El nervio y el color que faltan al castellano en Juan de Valdés y en fray Luis de Granada, los traerá el poeta y semitizante fray Luis de León. De todas suertes el castellano debe al padre Granada el estilo oratorio, amplio y elegante, numeroso y bien trabado, y la literatura castellana trozos maravillosos de fervorosa piedad y delicados sentimientos, reflejos de su encendido y tierno corazón. Cuanto á la doctrina, el padre Granada tiene más de ascético que de mistico, y más de orador, que de ascético. La doctrina cristiana, la teología, la Escritura, oratoriamente expuestas, como si hablara desde el púlpito, aunque de suyo las expresara por escrito: tal es su obra y manera. Bien se ve que ni escribía él mismo sus libros, sino que los dictaba, que es casi casi como si los improvisara delante de un auditorio, que sin duda, se representaba siempre tener delante de sí.

87. Capmany dijo de fray Luis de Granada que "parece que descubre á sus lectores las entrañas de la Divinidad y la secreta profundidad de sus designios y el insondable piélago de sus perfecciones”, y que "el Altísimo anda en sus discursos, como anda en el Universo, dando á todas partes vida y movimiento". En filosofía y teología sigue á Santo Tomás, como los demás de su Orden; en la elocuencia es discípulo de Cicerón y de San Juan Crisóstomo; en la doctrina de la hermosura, hasta copia al Areopagita, á San Agustín y á Platón (Guía de Pecadores, 1. I, caps. I, IV, IX, XI, XIV, XV y XVI. Símbolo, 1.a pte., cap. II. Memorial, 2.a pte., caps. I, II y XXXII. Adiciones, cap. XIV. Melchor Cano en Ferm. Caballero, Vida de M. C., página 597): "Fray Luis de Granada pretendió hacer contemplativos é perfectos á todos, é enseñar al pueblo en castellano lo que á pocos dél conviene, porque muy pocos pretenderán ir á la perfección por aquel camino de fray Luis que no se desbaraten en los ejercicios de la vida activa competentes á sus estados. E por el provecho de algunos pocos dar por escripto doctrina en que muchos peligran... siempre se tuvo por indiscreción perjudicial al bien público é contrario al seso y prudencia." Por eso Cano, aunque con alguna exageración, viendo los alumbrados que se rebullían en Toledo, Llerena, Sevilla, se mostró duro con fray Luis, hasta decir que sus libros tenían "doctrinas de alumbrados" y otras "contrarias á la fe y religión católica”. Divide M. Pelayo la historia de nuestra mística en dos períodos: el primero hasta el año 1550, incluyendo en él al beato M. Avila y á fray Luis de Granada en sus primeras ediciones, que las que él corrigió por mandado de la Inquisición "le constituyeron en el gran maestro de la segunda" (Ideas estét., t. III, pág. 120). Esta segunda puede clasificarse por órdenes religiosas, que cada una suele tener

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