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odio a los que los habían expulsado. En Alemania y en los Países Bajos pronto dejaron de usar nuestra lengua; pero su odio a España tuvo parte principal en el desarrollo de lo que ahora se llama la leyenda negra, o sea la prevención contra la intolerencia religiosa del pueblo que les había hecho sufrir tantas penalidades. En Africa y en Oriente han conservado los sefarditas (judíos españoles) el idioma castellano como lenguaje familiar y religioso, aunque, como es natural, adulterado y corrompido por los idiomas del país en que viven. Véase de qué modo se mezclan en sus cantares las palabras más extrañas con la dicción española:

O este otro ejemplo:

Asentada está la reina, asentada en su kiojė (1), labrando un destemel (2), la labor del menekjé (3) .......

Me demanda baño en casa,

ventanas por el yali (4).

Los muslukes (5) sean de oro,
las pilas de fagfuri (6)...

La conjugación castellana resulta muchas veces estropeadísima. Ejemplos:

(1) Camarin en persa. (2) Pañuelo en persa.

(3) Color violeta en persa.

(4) En turco playa.

(5) En turco grifos.

(6) En árabe porcelana.

(7) El sepulturero en turco.

Ir me quero, la mi madre, ir me quero, y me iré...

Horicas de tarde

el chélebi (7) venía,

toma el pico y la chapa,

a cavar se iría.

Ella ya sabía,
detrás se le iría...

En esta jerga los judíos de Turquía han conservado romances del tiempo de la expulsión, han compuesto otros nuevos, y por su aire musical han hecho canciones religiosas; quien inició lo último fué el poeta Israel Nagara, que florecía a principios del siglo XVII. A mediados de la misma centuria apareció un falso Mesías - Sabbatai Cevi, que entusiasmaba a sus prosélitos cantándoles, con alusiones místicas, el romance de Melisenda. Llaman los sefarditas juncos a unas letanías rimadas que cantan los sábados por la mañana en las sinagogas, especialmente en la de Andrinópolis, para ejercitarse en los cánticos sagrados; los juncos también están en castellano, y aún no se han publicado.

Todo esto es realmente interesante, y el día que se conozca bien la historia de los judíos expulsados en 1492, es seguro que la nuestra, política y literaria, ha de experimentar algunas rectificaciones importantes. Ellos no han perdido nunca de vista a la tierra en que moraron sus antepasados durante muchos siglos. En 1634, el capitán Domingo de Toral encontró en Alepo más de ochocientas casas habitadas por familias judaico-españolas, y se admiró de haber en esta población lectores asiduos de Lope de Vega y de Góngora. Max Nordau ha declarado que sus abuelos guardaban todavía la llave de la casa de Segovia que había sido de sus ascendientes.

Ya estamos en camino de que se rasgue este velo que durante tanto tiempo nos ha ocultado un capítulo de la historia universal tan íntimamente relacionado con la nuestra. Dos obras alemanas tratan del dialecto y literatura de los sefarditas: Biblioteca española-portugueza-judaica, de Kaiserling (Estrasburgo, 1890), y Judisch-Spanische-Chrestomathie, de Grümbaun (1896, Frankfürt). Abraham Dorion, de Andrinópolis, publicó (Revue des études juives, de París, 1896) una colección de cuarenta y cinco romances y cantares españoles recogidos de la tradición oral de Oriente. En España, D. Carlos Coello y Pacheco parece que fué el primero que se dedicó a recoger esas canciones, que comunicó desde Constantinopla a Menéndez Pelayo (1885). El sabio polígrafo dedicó a esta poesía española en Oriente la sección sexta del tomo II del Tratado de los romances viejos (1900). Diez años antes (Junio de 1890) D. Antonio Sánchez Moguel había publicado en el Boletín de la Academia de la Historia un romance de la misma procedencia, comunicado por el sabio israelita M. Ha-Lèvy, profesor de la École des Hautes Études de Paris, dando la noticia de que este profesor tenía reunido un volumen de composiciones de igual clase. Lo más reciente y completo que poseemos en esta materia es la colección publicada por el estudioso y brillante periodista y crítico de Bellas Artes don Rodolfo Gil.

Por Real Decreto de 3 de Abril de 1913 se creó la Junta de enseñanza

en Marruecos, y se previno que se dieran públicas lecciones de historia y literatura de los sefarditas, como preliminar del establecimiento de una cá

tedra dedicada permaria. Preguntada la Universidad de Berlin sobre quién tendría verdadera competencia para dar

nentemente a esta mate

esas lecciones, contestó que su profesor de Lenguas Orientales Dr. Jahuda, inglés de nacimiento y judío-español de origen. Las ha dado en el salón de la Academia de Jurisprudencia (curso de 1913 a 1914).

7. Introducción de la imprenta en España. Breve sín

LIBROS DEL SIGLO XV

Loblas de Juan de Alena.

Lomiëça el labirimbo de Juan
demena poeta caftellanointintado at muy
esclarecido y poderofo pindpedon firan è
fegundo Rey de caftilla y de leon T.
Al muy prepotente don juan el segundo
Aquel con quie jupiter touo tal zelo:
Que tanta departe le haze enel mundo.
Quanta a fi mefmo se haze enel cielo:
All grand rey de españa:al cefarnouelo.
Aquel con fortunas bien afortunado:
Aquel en quien cabe virtud y Reynado:
Ael las rodillas hincadas poz fuelo.

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Els cafos falaces fortuna cantamos. Estados de gentes a giras y trocas: Lus grades difcordias:tus firmezas pocas y los que en tu rueda querofos hallamos. tesis de la imprenta e hechos paffados cobdícia mi pluma. Fafta que al tiempo de agoza vengamos: y del grabado en Esy delos prefentes hazer becue fuma;

paña durante el Si-efin apolo:pues nos començamos.

glo de oro. - Coincidió con el comienzo del reinado de Don Fernando y Doña Isabel la introducción de la imprenta en España. Precisamente de 1474 y 1475 son los primeros libros impresos que consta de cierto ha

berlo sido en España, y que lo fueron en Valen

Эпиоса.
Lucaliope me fey fauozable:
Bando me alas de don virtuofo:

ozque difcurra poz donde non ofo.
Lombidami lengua con algo que hable.
euante la fama fu boz inefable:
Bozque los hechos que fon al prefente,
layan de gentes fabidos en gente:
luido no pziue lo que es memorable.

Mena. Laberinto o las c c c. Zaragoza, 1489.
Portada y primera página.

a

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cia. Sin embargo, hay un opúsculo titulado Pro candeubis orationibus, impreso en Barcelona, que lleva la fecha de 1468. Todos los críticos, menos

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ya fin les danan con gefto plaziente
En odio trocando.mi triste fatiga
Ao poz que me mengue ni falte que diga
Das yerra quien dize fidize yo no fiente
Largo trabajo se crece ala mente
Alique hablando no fiento que digo
Bozende difpufo mi fefo comigo
Bar fin callando al libro prefente.
Fin.

200
Das boz de fublime auctozidad
Subito luego me fue presentada
Escriue tu dicho no des fin anada
Crefca tu obza diziendo verdad
Que vicio no baze la prolixidad
Botrahebuen modo de fatiffazer
Si puede fauoz preftar te plazer
Fauozes el mundo de mi majeftad.

Acaba felas.ccc.de Juan deme na empiétadas en caragoça enel anyo de Dil.cccclxxxix a.viij.de Aidayo

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algunos catalanes, convienen en que está equivocada por lo menos en veinte años. Rápidamente se divulgó el peregrino invento, apareciendo imprentas no sólo en ciudades como Zaragoza (1), Barcelona (2), Sevilla, Valencia (3), Salamanca, Zamora, Toledo, Burgos, Lérida (4), etc., sino en los monasterios de Monserrat y Miramar (Mallorca) y en la villa de Monterrey (Galicia), y abundaron las impresiones de libros latinos y castellanos en todo el resto del siglo xv, algunas espléndidas y primorosas. Los Reyes concedieron privilegios a los impresores, procurando de todas veras el fomento de un arte tan útil para la general cultura. En 25 de Diciembre de 1477 otorgóse franquicia de alcabalas, almogifazgos y otros derechos a Teodorico Ale

(1) En 1475 establecióse Mateo Flandro.

(2) Los primeros impresores de que hay noticia son Botel y Pedro Brun.

(3) En 1478 abrió imprenta Nicolás Spindoler.

(4) En 1479 se estableció Pedro Palmar.

mán, impresor establecido en Murcia, "por ser uno de los principales inventores y factores" del arte de hacer libros de molde y correr muchos peligros de la mar "por traerlos a España". En 24 de Diciembre de 1489, igual concesión al librero Antón Cortés Florentín. En 12 de Diciembre de 1502 a Melchor Garricio de Navaza, librero de

Toledo. Se ve, pues,

que alemanes, flamencos e italianos fueron en España los introductores de la imprenta.

Con la impren

ta se desarrolló el

LIBROS DEL SIGLO XV

cabole efte libro velos claros varones vispera & pafcua de nanidadbl año dlfeño? 6 mill cccclxxxvj copilado pozfernádo vel pulgar.virigido ala Reyna nia fenoza.inpreffo enla noble ciboa de toleoo.enla casa del venerable varon juan vasques fa miliar del Reuerendo feñoz obispo de badgjos...

Pulgar. Claros varones. Toledo, 1486. - Colofón.

grabado, siendo como un arte complementario de aquél. Los códices medioevales tenían miniaturas; los libros impresos en el ultimo período del siglo xv y en las centurias décimosexta y décimoséptima, grabados en madera, en cobre u otros metales, y al agua fuerte. Los primitivos impresores eran a la vez grabadores, o en sus talleres hacíase una y otra cosa. Adornábanse los libros con artísticas portadas, con letras de no menos arte, con orlas y grecas, viñetas y estampas. Aún se conservan ejemplares de las ediciones de los alemanes Rosembach, Brocart, Pedro de Colonia, Ungut y Estanislao Polono, y de los españoles Antonio Martínez, Alfonso de Orta, Mateo Vendrell, Pedro Rosa, Juan Vázquez, Juan Téllez y Pedro

Gutiérrez, en que el grabado en madera nos ofrece sus manifestaciones, no tan toscas como a la infancia de un arte parece corresponder, y que nos revelan gráficamente trajes, utensilios y costumbres de la época. Estas ilustraciones empleábanse sobre todo en las crónicas y nobiliarios, en las vidas de ilustres varones y en los libros ascéticos; pero no solían faltar ni en los pliegos sueltos de Relaciones de sucesos contemporáneos (1), ni en los Romances, impresos como ahora los llamados de cordel, y los que se

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Marca del impresor, Arnao Guillén de Brocard, usada en Pamplona en el siglo XV.

(1) En la Biblioteca de El Escorial hay dos pliegos-relaciones de la expedición de Carlos V a Túnez, una española y otra napolitana. La primera no tiene grabado; la segunda, una vista de Túnez y sus alrededores, más geométrica que pictórica, pero que da perfecta idea del teatro de las operaciones, o sea de cómo se tomó a Túnez.

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