de la Cueva no vaciló tampoco en dar al público en este punto lo que pedía, e ingirió el elemento novelesco en su teatro. 118. La nueva manera de hacer comedias: su doctrina literaria. El ejemplar poético de Juan de la Cueva. El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, de Lope de Vega. La revolución estaba consumada, y muchos autores lanzáronse atrevidamente por la nueva senda. El mayor obstáculo que hallaba para su triunfo la nueva manera de hacer comedias era la falta de condiciones de Juan de la Cueva. Este hombre de tan geniales presentimientos, de atisbos tan felices, era mal escritor; carecía del arte de la ejecución. Apuntaba muy bien; pero sus disparos quedaban siempre cortos. Por eso necesitó su obra de un gran poeta - Lope de Vega- que la impusiera e hiciera triunfar. Aun así, no faltaron contradictores. Cervantes, como diremos más despacio al volver sobre este punto cuando tratemos de la reacción ofensiva de los clasicistas en el siglo XVIII, censuró duramente las innovaciones de Cueva, seguidas y aclimatadas por Lope de Vega. Rey de Artieda, en su Epístola acerca de la Comedia, vuelve atildadamente por los fueros del clasicismo. Así define la comedia: Es la comedia espejo de la vida: Remedio eficacísimo (no dudes) Materia y forma son diversos hechos, O, al contrario, placeres y contentos Y de este modo la enseñanza moral que ha de dar el teatro: La gravedad que ha de tener la dueña, Celo y amor del padre vigilante, Del que es galán el término discreto; El fin de una justisima querella, Esto enseña al discreto cortesano... Y aunque, sin nombrarle, censura la manera de Lope: Galeras vi una vez ir por el yermo, Poner dentro Vizcaya a Famagosta, Como estas cosas representa Heredia, Que en seis horas compone una comedia. Contra todos estos oposicionistas, Juan de la Cueva prestó su último y supremo servicio a la causa de la nueva manera de hacer comedias que había iniciado; tal fué el de formular los cánones de la escuela que espontáneamente habíanse ido formando, en su Ejemplar poético (1606), colección de cuatro epístolas, por el estilo de la famosa de Horacio, en que proclama la libertad teatral y la necesidad de complacer al público antes que a los tratadistas griegos y romanos y a sus intérpretes del Renacimiento: Dirás que ni lo quieres ni deseas... Que ni a Ennio ni a Plauto conocemos, Ni seguimos su modo y artificio, Ni de Nevio ni de Accio caso hacemos. Que es en nosotros un perpetuo vicio Ni en personas, ni en tiempo, ni en oficio. Que en cualquier popular comedia hay reyes, Y entre los reyes el sayal grosero, Con la misma igualdad que entre los bueyes. A mi me culpan de que fui el primero Que reyes y deidades di al tablado, Que el un acto de cinco le he quitado, Cual vemos que es en nuestro tiempo usado. Introdujimos otras novedades, Huimos la observancia que forzaba Confesarás que fué cansada cosa Mas la invención, la gracia y traza es propia Con este manifiesto revolucionario, que dice Menéndez Pelayo, inició también Juan de la Cueva la doctrina literaria del teatro español, que continuaron y perfeccionaron Barreda, Alonso Sancha, Tirso de Molina, Cazanuel, González de Salas, etc. Tres años después del Ejemplar poético escribió Lope de Vega el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, donde, harto más tímido que el iniciador de ese arte, no lo defiende, sino que se disculpa de seguirlo. Lope reconoce que es inferior al clásico; pero el público lo impone, y él no tiene más remedio que someterse. Rara humildad ven los críticos en esta confesión de Lope; a nuestro juicio, mejor debe verse una prueba más de la singular complejidad de su espíritu: Lope de Vega escribía comedias con arreglo al nuevo arte; pero a la vez deseaba escribirlas con arreglo al arte antiguo. La gente, sin embargo, siguió el ejemplo, y no la enseñanza doctrinal de Lope. Tirso de Molina proclamó resueltamente que no hay mejor manera de hacer comedias que la de Lope, o sea la que más agrade al pueblo. 119. Afición al teatro: oposición de los moralistas rígidos.- El teatro español estaba fundado, y tenía su doctrina propia, independiente de la clásica. La afición al teatro se hizo verdaderamente nacional, a despecho de los austeros moralistas que la tachaban de profana, peligrosa y deshonesta, y que más de una vez consiguieron que fuese prohibido por el Gobierno, ya en absoluto, ya con ciertas limitaciones. La historia doctrinal y jurídica de esta larga lucha entre los adversarios del teatro y sus partidarios es curiosísima, y el Sr. Cotarelo ha dado en su concienzuda Bibliografía elementos sobrados al que quiera hacerla. Baste aquí decir que a pesar de la fe religiosa de nuestros antepasados y de su docilidad en seguir las exhortaciones de predicadores y autores ascéticos, en este punto triunfó la afición al espectáculo teatral, y los gobiernos, aun los más piadosos, no tuvieron más remedio que tolerarlo, acabando por prescindirse de todas las limitaciones que se habían impuesto a la tolerancia, tales como la de que no representasen mujeres o que no se hicieran comedias en Alcalá y Salamanca, a no ser en vacaciones, para no distraer a los estudiantes. 120. Organización material del teatro. Noticias de Cervantes y Agustín de Rojas. del teatro. Emilio Cotarelo y Mori. (1857) Hora es, pues, de tratar de la organización material El mismo príncipe de los ingenios nos refiere cómo "sucedió a Lope de Rueda, Naharro, natural de Toledo, el cual fué famoso en hacer la figu Agustín de Rojas. ra de un rufián cobarde. Éste levantó algún tanto más el adorno de las comedias, y mudó el costal de vestidos en cofres y baúles, sacó la música, que antes cantaba detrás de la manta, al teatro público; quitó las barbas de los farsantes, que hasta entonces ninguno representaba sin barba postiza, e hizo que todos representasen a cureña rasa, si no era los que habían de representar los viejos u otras figuras que pidiesen mudanza de rostro; inventó tramoyas, nubes, truenos y relámpagos, desafíos y batallas". Agustín de Rojas, en su Loa sobre la comedia y en su Viaje entretenido, es quien nos da noticias más curiosas de los progresos y situación del teatro de aquel tiempo. A últimos del siglo XVI habíanse admitido ya comediantas mucho las autoridades, y el atavio escénico Ya usaban sayos de telas, Y representaban hembras. Llegó el tiempo en que se usaron Con cadenas de oro y perlas, Nunca vista hasta este tiempo, Que no fué la menor de ellas. ! Y refiriéndose a principios del siglo XVII, al período de Lope de Vega, añade: Llegó el nuestro, que pudiera Llamarse el tiempo dorado, Vestidos, galas, riquezas, Los que han sido, son y sean... 121. Teatros fijos en Sevilla, Valencia y Madrid. Los Corrales del Príncipe y de la Cruz.- En Sevilla y Valencia hubo ya sitios fijos para representar comedias en la primera mitad del siglo XVI. En Madrid no se establecieron hasta la segunda. En 1565 la Cofradía de la Pasión fundó un hospital para mujeres pobres, y el Consejo Real le concedió el monopolio de que las comedias sólo se hiciesen en corrales desig |