a que probablemente pertenece el estribillo ¡Ay de mi Alhama! Tal como conocemos el romance, es de legítima cepa castellana: Paseábase el rey moro subido se había al Alhambra. "¡Ay de mi Alhama!" Como en el Alhambra estuvo, al mismo punto mandaba Los moros que el son oyeron que al sangriento Marte llama, uno a uno y dos a dos Allí habló un moro viejo, - Habéis de saber, amigos, una nueva desdichada: ya nos han ganado Alhama. "¡Ay de mi Alhama!“ Allí habló un alfaqui de barba crecida y cana: Boabdil entregando las llaves de Granada a los Reyes Católicos. Fot. Laurent. B) De los romances que siguen es difícil o imposible determinar hasta qué punto haya llegado a nosotros la primitiva lección, o estén más o menos alterados por los poetas posteriores, y especialmente por Pérez de Hita. De lujosa dicción es el trozo conservado por éste del romance de Boabdil, preso en la batalla de Lucena (21 Abril 1483). La salida del Rey Chico de Granada es magnífica: Por esa puerta de Elvira Sale muy gran cabalgada ¡Cuánto del hidalgo moro! ¡Cuánta de la yegua baya! De esta manera le habla: - Alá te guarde, mi hijo, Mahoma vaya en tu guarda... C) Por la música se ha conservado el romance del sitio de Baza, que no consta en ninguno de los Romanceros, y que tiene grandeza épica: Sobre Baza estaba el rey, Que estaban en el real. - Vete de aquí, el rey Fernando, Que los fríos de esta tierra No lo podrás comportar. Veinte mil moros hay dentro, Todos de armas tomar, Ochocientos de caballo Para el escaramuzar, Siete caudillos tenemos Tan buenos como Roldán. Antes morir que se dar. D) Faltan romances de muchos de los principales sucesos de la guerra. El héroe de aquella epopeya, que fué el marqués de Cádiz, apenas es citado en los cantos populares, que, en cambio, ensalzan a su hermano Don Manuel Ponce de León; y del maestre de Calatrava D. Rodrigo Girón, gloriosamente muerto en los campos de Loja (5 Julio 1482), a los veintisiete años, cuando aún no había podido distinguirse como capitán, hacen un personaje principal, alargándole la vida hasta el fin de la guerra y colgándole hazañas que no se realizaron nunca, como la de haber atravesado con su lanza la ferrada puerta Elvira. Uno de los romances del Maestre tiene eco directo y poderoso en la moderna época romántica: ¡Ay Diɔs que buen caballero El maestre de Calatrava! Otro romance dice: Con su brazo arremangado Cada día mata moros, Cada día los mataba, Vega abajo, vega arriba, ¡Oh, cómo los acosaba! Hasta a lanzadas metellos Por las puertas de Granada... |