ligeros. GÓNGORA, gran admirador de GARCILASO y deseoso de adquirir, como HERRERA, un lenguaje poético para que en él hablasen las musas españolas, cierra, y no se diga con llave de oro, el primer volúmen de los poetas líricos de los siglos XVI y XVII. Al frente de casi todas las colecciones de poesías se leen juicios críticos de autores notables. No son todos los que existen, sino tan solo los que he juzgado mas importantes á mi propósito. Creo que el lector verá con agrado los pareceres de HERRERA, de Lope, de Jáuregui, de RIOJA, de Saavedra y de otros críticos no menos insignes, tales como Velazquez, Jovellanos, Várgas-Ponce y Marchena. He procurado huir de los vicios en que incurrimos facilísimamente los que nos dedicamos á estudios bibliográficos. Por muy mala que sea la obra inédita de un autor, nunca nos parece tanto, que la reputemos indigna de ver la luz pública; antes queremos parecer noticiosos en papeles antiguos que amadores leales del honor literario del hombre ilustre cuyas obras damos nuevamente á la estampa. Muy parco he sido en la publicacion de poesías inéditas; porque, si de los yerros en los escritos que se han impreso por el autor alcanza á este, y solo á este, el descrédito, de los que se hallan en trabajos no publicados solo al editor debe pertenecer el vituperio. Un escrito inédito es un secreto confiado ó adquirido que existe entre muchas ó pocas personas. Quien lo hace patente al público, sabiendo que puede redundar en mengua de su autor, no merece el nombre de amigo que cela nuestra honra, sino de amigo que la vende con el género de traicion que se llama imprudencia. Parco he sido tambien en las notas con que he intentado ilustrar los textos. Las muchas que los acompañan no son hijas de un deseo de afectar erudicion, pues, como se verá, casi todas se reducen á variantes en ediciones y códices. La purificacion de los textos ha sido el objeto especial de mis investigaciones y diligencias. Viciados en las ediciones primitivas, han corrido y aun corren llenos de errores de gramática y faltos de sentido en muchos lugares. Ya no se leerá, por ejemplo, en GARCILASO: ¡Oli nayades de aquesta mi ribera sino el texto corregido, tal como lo escribió ó debió escribirlo su autor: ¡Oh náyades de aquesta mi ribera, Alce una de vosotras, blanca dea, El famoso madrigal de GUTIERRE DE CETINA, que empieza : Ojos claros serenos, ha corrido hasta ahora impreso con falta de dos versos, por lo cual estaba oscurísimo en el concepto. Se han restituido estos á su lugar, y la poesía gana doblemente en mérito. CÓNGORA, cuyos pensamientos á veces se presentan mas impenetrables de lo que su autor pretendió, á causa de los yerros de los impresores, podrá leerse ya con mayor provecho. No se hace decir al ilustre cordobés, como los demás editores: Si eres del amor cautivo, en vez de leer con Gracian y el buen sentido : Que me pedirán por hurto Lo que entendí que era suerte; ó por voto, segun la edicion de Pedro Verges. Ya no se afea un romance bellísimo con poner estos cuatro versos faltos de un relativo, sin el cual forman solo un laberinto de palabras: En el lugar respectivo de las obras de CASTILLEJO se pone lo que mandó la Inquisicion que se borrase en el Diálogo de las mujeres y en el Sermon de amores, si bien en este no con toda la perfeccion que fuera de desear, por ser tan malas y estar tan contrariamente adulteradas las ediciones primeras que hemos visto. En HERRERA se sigue el texto tal como lo corrigió su autor en los últimos años de su vida. Pónense, sin embargo, las variantes de todas las poesías que publicó en su coleccion y en las notas á las obras de GARCILASO. Así verán los curiosos la manera con que el divino poeta castigaba sus versos. Aunque es mucho lo que he trabajado y aun conseguido en la purificacion de los textos, algo queda todavía para los que con talento, erudicion y práctica se dediquen á restaurar las obras de los ilustres poetas líricos españoles. Sus advertencias tendrán para mí un valor grandísimo, pues con ellas podré rectificar en el segundo volúmen de esta coleccion los errores que no haya observado al formar el presente. En ello no hago abstraccion de mi amor propio, porque el amor propio de un colector de obras de autores antiguos debe consistir en presentarlas libres de yerros, consiga el objeto por sí solo, consígalo con el auxilio de los que mas saben. Preceden á las poesías inclusas en este tomo algunas noticias de vidas de poetas, varias como fueron los caractéres y las profesiones de los mismos. La de GARCILASO DE LA VEGA es propia de un perfecto caballero andante; la de DON DIEGO HURtado de MendoZA, de uno de los primeros políticos de Europa en los modernos siglos; la de GóNGORA, de uno de los satíricos mas maldicientes. De otros poetas muy poco se sabe; sus noticias apenas pasan de lo que declaran sus escritos. Si algun curioso tuviere algunas para mí no conocidas, adonde no haya llegado mi diligencia, allí pueden ejercitarse sus conocimientos y estudios en pro de la historia literaria de España. Pronto estoy á enmendar yerros y mi falta de noticias. Antes de concluir este prólogo no debo pasar en silencio los favores que he debido á varios de mis ilustrados amigos, y especialmente á los señores don José María de Alava, catedrático de la universidad de Sevilla, don Juan José Bueno, ilustre poeta sevillano, y don Joaquin Rubio, individuo correspondiente de la Real Academia de la Historia; el primero poniendo en mi poder un antiguo códice de las poesías de GUTIERRE DE CETINA, el segundo prestándose á evacuar citas en manuscritos de la biblioteca Colombina, y el tercero facilitándome con mano franca los inagotables tesoros de su excelente librería. El señor don Aureliano Fernandez Guerra y Orbe, erudito ilustrador de las obras de Quevedo, tambien me ha honrado con noticias de un códice que conserva, en el cual declara GóNGORA las poesías que fueron hijas de su ingenio, excluyendo las que la ignorancia le atribuyó en manuscritos. He hecho cuanto he podido para la perfeccion de la obra. Si no ha logrado alcan zarla mi diligencia, otras serán las causas, no mi buen deseo. Cádiz, 12 de julio de 1854. ADOLFO DE CASTRO. APUNTES BIOGRÁFICOS DE LOS AUTORES COMPRENDIDOS EN ESTE TOMO. GARCILASO DE LA VEGA. CUNA de GARCILASO DE LA VEGA, caballero del órden de Alcántara y principe de los poetas 11ricos de España, fué la ciudad de Toledo; su linaje, de lo mas ilustre. Hijo del famoso Garcilaso, segundo del conde de Feria, comendador mayor de Leon, del órden de Santiago, señor de las villas de los Arcos, Cuerva y Bátres, del consejo de Estado de los reyes don Fernando y doña Isabel, y embajador en Roma cerca de Alejandro VI, heredó de su madre doña Sancha de Guzman los blasones todos de la antigua casa de Toral (luego de los duques de Medina de las Torres). Las artes liberales, las buenas letras y las lenguas griega, latina, toscana y francesa ocuparon su ánimo en los años de su niñez, en los primeros de su juventud florida. La corte le brindaba con la privanza, las armas con los laureles, las letras con el aplauso de los siglos. Dejó las riberas del Tajo por seguir á Cárlos V, en cuya corte ganó amigos entre los buenos, atrayendo á su estimacion las voluntades por su destreza singular en el manejo de espadas y caballos, en el tañer el arpa y la vihuela, y en el cantar con regalado acento los mismos versos que escribia. Era de aspecto hermosamente varonil, de grandes y vivos ojos, de rostro apacible, de frente despejada, dulce en los sentimientos de amor, vehementísimo en los de amistad, noble en las palabras, cortesano en las acciones, igual en resistir el peso de la seda que el del hierro, y no sé si mas caballero en la ciudad ó si mas caballero en la guerra (1). (1) En el hábito del cuerpo tuvo justa proporcion, porque fué mas grande que mediano, respondiendo los lineamentos y compostura á la grandeza. Fué muy diestro en la música y en la vihuela y arpa, con mucha ventaja, y ejercitadísimo en la disciplina militar, cuya natural inclinacion lo arrojaba en los peligros, porque el brio de su animoso corazon lo traia muy deseoso de la gloria que se alcanza en la milicia. » — Herrera, Vida. «La trabazon de los miembros igual, el rostro apacible con gravedad, la frente dilatada con majestad, los ojos vivísimos con sosiego, y todo el talle tal, que aun los que no le conocian, viéndole, le juzgaran fácilmente por hombre principal y esforzado, porque resultaba de él una hermosura verdaderamente viril; era prudentemente cortés y galan sin afectacion y naturalmente sin cuidado, el mas lucido en todos los géneros de ejercicios de la corte y uno de los caballeros mas queridos de su tiempo; honrado del Emperador, estimado de sus iguales, favorecido de las damas, alabado de los extraños y de todos en general. » — Tamayo de Várgas, Vida. «Era garboso y cortesano, con no sé qué majestad envuelta en el agrado del rostro, que le hacia dueño de los corazones no mas que con saludarlos, y luego entraban su elocuencia y su trato á rendir lo que su afabilidad y su gentileza habian dejado por conquistar. » — Cienfuegos, Vida de san Francisco de Borja. De edad de veinte y cuatro años, ó poco mas, tomó por esposa á doña Elena de Zúñiga, señora de ilustre linaje y de altísimas prendas, hija de don Diego Lopez de Zúñiga, primo hermano del conde de Miranda, y dama de Leonor, reina de Francia. Los hijos que hubo en este matrimonio GARCILASO fueron: uno igual al padre en el nombre y el valor, y muerto desdichadamente casi al cumplir los veinte y cinco años de edad en la defensa de Ulpiano contra franceses; el segundo llamado don Francisco, que trocando el nombre y además el hábito de Alcántara por los de santo Domingo, tuvo la flaqueza de querer competir en vano con fray Luis de Leon en el clarísimo ingenio y en la sabiduría (1). Doña Sancha de Guzman ocupa el lugar tercero entre los hijos de |