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los letrados que en su corte eran, dió sentencia que le degollasen. Y fué llevado de Portillo á Valladolid, y allí publicamente y en forma de justicia le fué cortada la cabeza en la plaza pública. A la cual muerte, segun se dice, él se dispuso á la sofrir mas esforzada que devotamente; ca segun los autos que aquel dia hizo y las palabras que dijo, mas pertenescian á fama que á devocion. Este señor rey Don Juan, segun la opinion de algunos que le conoscian, era de su natural condicion cobdicioso y lujurioso y aun vindicático; pero no le bastava el ánimo á la ejecucion dello. Las maneras y condiciones tanto estrañas deste rey, y los males que por ello vinieron á sus reinos, al juicio de muchos son atribuidos á los pecados de los naturales deste reino, concordando con la Escriptura que dice, que por pecados del pueblo hace Dios reinar al hipócrita. Verdaderamente, quien bien lo conosció y consideró, verá que tal condicion de rey y tantos males como della se siguieron, fué por grandes pecados del pueblo. Dejó este rey á su fin á su hijo, el principe Don Enrique que hoy reina, y al infante Don Alonso, y á la infanta Doña Isabel.

Don Alvaro de Luna.

(Gener. y. Sembl. Cap. XXXIV.)

Don Alvaro de Luna, maestre de Santiago y condestable de Castilla, fué hijo bastardo de Don Alvaro de. Luna, caballero noble У bueno. Esta casa de Luna es de las mayores del reino de Aragon, y ovo en ella asaz notables personas, ansi caballeros como clérigos, entre las cuales floreció aquel venerable y muy santo padre apostólico Don Pedro de Luna, llamado Benedito papa treceno; y fueron todos los desta casa de Luna muy servidores del reino de Castilla. Cuando su padre deste condestable murió, quedó el niño pequeño en asaz bajo y pobre estado; y crióle un tiempo su tio, Don Pedro de Luna, que fué arzobispo de Toledo. Muerto él, quedó muy mozo la casa del dicho rey Don Juan, el cual le ovo en aquel excesivo y maravilloso amor que ya es dicho. Es de saber, que este condestable fué pequeño de cuerpo y menudo de rostro, pero bien compuesto de sus miembros, de buena fuerza y muy cabalgador, asaz diestro en las armas y en los juegos dellas muy avisado, en el palacio muy gracioso y bien razonado, como quiera que algo durase en la palabra: muy discreto y gran disimulador, fingido y

en

cauteloso, y que mucho se deleitaba usar de tales artes y cautelas, ansí que parece que lo habia á natura. Fué habido por esforzado, aunque en las armas no ovo grande lugar de lo mostrar; pero en estos lugares, que se acaesció, mostró buen esfuerzo. En las porfías y debates del palacio, que es otra segunda manera de esfuerzo, mostróse muy hombre. Preciábase mucho de linaje, no se acordando de la humilde y baja parte de su madre. Ovo asaz corazon é osadía para usar de la gran potencia que alcanzó, ó porque duró en ella gran tiempo y se le habia ya convertido como en natura, ό porque su audacia fué grande. Mas usó de poderío de rey, que de caballero. No se puede negar que en él no ovo asaz virtudes cuanto al mundo; ca placíale mucho platicar sus hechos con los hombres discretos, y agradecíales con obras los buenos consejos que le daban, ayudándoles mucho con el rey, y por su mano ovieron muchas mercedes del rey y grandes beneficios. Y si hizo daño á muchos, tambien perdonó á muchos grandes yerros que le hicieron. Fué cobdicioso en un grande extremo de vasallos y de tesoros, tanto que ansí como los hidrópicos nunca pierden la sed, ansí él nunca perdia la cobdicia de ganar y haber, nunca recibiendo hartura á su insaciable cobdicia; ca el dia que el rey le daba, ó mejor diria, él tomaba una grande villa ó dignidad, aquel mismo dia tomaria una lanza del rey, si vacase; ansí que tomando lo mucho, no desdeñaba lo poco. No se podria bien decir ni declarar la gran cobdicia suya; ca quedando despues de la muerte de su padre pobre y desnudo de toda sustancia, y habiendo el dia que murió mas de veinte mil vasallos, el maestrazgo de Santiago, y muchos oficios del rey, y grandes cuantías de maravedís en sus libros, ansí que se cree que subian sus rentas á cerca de cien mil doblas, sin las aventuras que le venian del rey, y de servicios de tesoreros y recabdadores, los cuales eran muchos y de muchas maneras: tanto era el fuego de su insaciable cobdicia, que parecia que cada dia comenzaba á ganar. Con lo cual llegó á tanto tesoro, que aunque no se pudo bien saber el numero cierto dello, por su prision y su muerte ser en tal manera, pero, segun su ganar y su guardar, opinion fué dél solo tener mas tesoro, que todos los grandes hombres y perlados de España. Cualquier villa ó posesion que cerca de lo suyo estaba, ó por cambio ó por compra la habia de haber. Ansí se dilataba y crecia su patrimonio como la pestilencia, que se pega á los lugares cercanos; y por esta manera ovo lugares y posesiones de órdenes y de iglesias por troques y ventas, que

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ninguno le osaba contradecir; y esto que ansí daba por las ventas y cambios, todo lo pagaba el rey. Las dignidades de la iglesia muchas dellas hizo haber á sus parientes, no haciendo consciencia de la indignidad é insuficiencia dellos. En esta manera ovo para su hermano la iglesia de Sevilla, y despues la de Toledo, y para un su sobrino mozuelo la iglesia de Santiago, porque el papa no negaba al rey ninguna peticion suya. ¿Quien podra decir, cuanto se estendió su cobdicia y potencia? Cerca de treinta y dos años que él gobernó el reino, en los veinte dellos no se hizo provision en lo temporal ni en lo espiritual, si no por su mano y por su nombre y consentimiento. No se puede negar que él no hizo mucho bien á muchos, en alguno de los cuales halló poco conoscimiento; ansí que en esto solo y en los hijos le fué muy contra la fortuna, hallando en algunos poco agradecimiento de grandes bienes que les hizo, y un hijo que ovo, asaz indiscreto. Pero si tanto fué cobdicioso de villas y vasallos y riquezas, no fué menor su ambicion de honores y preheminencias, ca un punto no dejó de todo cuanto haber pudo, como él escribió una vez á su amigo, que en una letra le escribió que se debia temprar en el ganar; y respondióle con aquella autoridad evangélica: Quidquid venerit ad me, non ejiciam foras, que dice: Lo que a mi viniere no lo lanzaré fuera; aunque cuando nuestro Señor esto dijo, no lo dijo á tal fin. La diligencia y cura de conservar y guardar su potencia y privanza acerca del rey fué tanta, que parescia que no dejaba á Dios, qué hiciese: ca ansi como el rey mostraba á alguno buena voluntad, luego era lanzado de allí; y no dejaba ninguno estar cerca del rey, si no aquellos de quien él mucho se fiaba. Era este condestable muy sospechoso naturalmente, y crescia en él la sospecha por accidente; porque muchos le habian envidia y deseaban tener su lugar. Y ansi con estas sospechas y temores ligeramente creia cualquier cosa que le fuese dicha, y no le fallescian decidores, como es propio á los grandes señores los lisonjeros y los decidores. Y con esto hizo al rey hacer muchas y grandes esecuciones de prisiones y de destierros y confiscaciones de bienes y aun muertes, para lo cual hallaba asaz favores, porque repartiendo entre los unos lo que tomaba á los otros, hallaba asaz ayudadores: ca la antigua y loable costumbre de los castellanos á tal punto es venida, que por haber el despojo de su pariente y amigo le consentian prender o matar. Pero porque en estas esecuciones, que el rey hizo por su consejo, ovo algunas muertes, yo no quiero mentir, ni darle á él cargo y culpa

que no tuvo ca yo oí decir á algunos que lo podian bien saber, si verdad quisieron decir, que él estorbó algunas muertes, segun el rey lo quisiera hacer, que naturalmente era cruel y vindicativo; é yo bien me allegaria á creer esta opinion. Ovo en su tiempo grandes y terribles daños, y no solo en las haciendas ni solo en las personas; mas lo que mas es de doler y de planir, en el ejercicio y uso de las virtudes y en la honestidad de las personas. Con cobdicia de alcanzar y

ganar, y de otra parte con rencor y venganza unos de otros, po puesta toda vergüenza y honestidad, se dejaron correr á grandes vicios. De aquí nacieron engaños, malicias, poca verdad, cautelas, falsos sacramentos y contratos, y otras muchas y diversas astucias y malas artes; ansí que los mayores engaños y daños que se hacian, eran por sacramentos y matrimonios, ca no hallaban otra mas cierta via para engañar. No callaré aquí ni pasaré so silencio esta razon, que cuanto quier que la principal y la original causa de los daños de España fuese la remisa y negligente condicion del rey, y la cobdicia y ambicion excesiva del condestable, en este caso no es de perdonar la cobdicia de los grandes caballeros, que por crecer y aventajar sus estados y rentas, posponiendo la consciencia y el amor de la patria por ganar ellos, dieron lugar á ello; y no dubdo que les placia tener tal rey, porque, en el tiempo turbado y desordenado, en el rio revuelto fuesen ellos ricos pescadores. Y así algunas se movieron contra el condestable, diciendo que él tenia al rey engañado y aun maleficiado, como algunos quisieron decir; pero la final intencion suya era haber y poseer su lugar, no con zelo y amor de república. Y de aqui¿cuantos daños, insultos, movimientos. prisiones, destierros, confiscaciones de bienes, muertes, y general destruicion de la tierra, usurpaciones de dignidades, turbacion de paz, injusticias, robos, guerras de moros se siguieron y vinieron? ¿Quien bastara á lo relatar ni escrebir, como sea notorio que treinta años, no digo por intervalo ó interposicion del tiempo, mas continuamente nunca cesaron males y daños? Quien bastara á contar y relatar el triste y doloroso proceso de la infortunada España y de los males en ella acaescidos? Lo cual á juicio de muchos es venido por los pecados de los naturales della, y accidentalmente ó accesoria por la remisa y negligente condicion del rey, y por la cobdicia y ambicion desordenada del condestable: dando en alguna parte cargo á los grandes señores y caballeros. No negando que, segun por las historias se halla, siempre España fué movible y poco estable en sus hechos, y muy

poco tiempo caresció de insultos y escándalos; pero no ovo alguno que tanto tiempo durase como este, que dura por espacio de cuarenta años: ni fué en ella rey que todo el tiempo de su vida ansi se dejase regir ni gobernar, ni privado que tanto excesivo poder oviese, ó tanto durase. Algunos fueron que, ó con mala voluntad, ó no sintiendo discretamente, quisieron disfamar al rey de Navarra y al infante Don Enrique, y con ellos al almirante y conde de Castro, y conde de Benavente, y adelantado Pedro Manrique, y muchos otros que siguieron su opinion, diciendo que trataban muerte del rey y usurpacion de su reino, lo cual sin dubda fué malicia y falsedad. Y dejando las palabras, viniendo á la esperiencia que en muchos lugares mostró la verdad del hecho, á todos es notorio que cuando en Tordesillas el infante Don Enrique, y el condestable Don Ruy Lopez de Avalos, y Don Garci Fernandez Manrique, conde de Castañeda, y el adelantado Pedro Manrique entraron en el palacio del rey, que fué el primer insulto de aquel tiempo, y se apoderaron del palacio, sacando fuera dél á Juan Hurtado de Mendoza, mayordomo mayor del rey, y dejaron aí á Alvaro de Luna, que despues fué condestable, y estuvieron con el rey mas de siete meses, si alguna malicia quisieran hacer, asaz ovieron lugar para ello. Pero todo el contrario paresció; ca dejaron allí al dicho Alvaro de Luna por complacer al rey, y casó el rey en Avila, y siempre fué acatado como rey y señor natural. Y despues, cuando el rey de Navarra y el infante y todos los grandes del reino se juntaron en Valladolid, y se dió sentencia que el condestable saliese de la corte, y quedó el rey en poder dellos cerca de un año, si alguna deslealtad contra el rey quisieran hacer, asaz facultad y libertad habian para lo hacer. Pero el contrario paresció por la obra; ca todavía le acataban aquel señorío y reverencia que debian, y le hacian cuanto servicio y placer podian: es verdad, que á él no le agradaban ni satisfacian, por estar apartado del condestable. Y despues por algun discurso de tiempo, cuando en Castronuño los dichos señores, rey é infante, y adelantado Pedro Manrique, y el marques de Santillana, Iñigo Lopez de Mendoza, y el almirante, y Don Gutierre de Toledo, arzobispo de Sevilla, y el conde de Benavente, y el conde de Placencia y otros grandes señores, y el conde de Haro costrineron al condestable salir de la corte, quedó el rey en poder dellos mas de un año, sirviéndole y tratándole como á rey. Ansí mismo en Medina del Campo, que fué el mayor y mas grande de los insultos hasta allí hechos, seyendo

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