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Fragmentos

del

Diálogo de la dignidad del hombre.

La fama.

La fama es de tanto precio entre los mortales, que con razon no se puede aborrecer; pues es medio seguro para emprender grandes hechos de virtud... Y así por esto conoceremos ser la fama cierto género de virtud; pues nadie la procura, que no sea bueno y de cosa buena. Por esta son conocidos y estimados los virtuosos: por esta se incitan á la virtud los presentes: por esta holgamos de leer los hechos de los antepasados, y con su memoria procuramos hacernos á ellos semejantes: por esta finalmente con alegre ánimo se pasan los trabajos y deprenden las ciencias...

En bestia se transforma el que menosprecia la fama, pues ningun varon ha habido, ansi santo como profano, que della no se le haya dado mucho, y tanto que la tenga por la principal pieza de su arnes: que cierto de su naturaleza convida á todos los hombres á ser esclarecidos por la virtud. De aquí viene que á los tales, por la gran fama que dejaron, llamamos afamados; y por el contrario disfamados á los que, no habiendo hecho cosa digna de memoria, se ocupan en los vicios, donde como puercos encenagados viven sin cuidado della . . . . Lo cual no es de agora, pues vemos que la reina Saba anduvo tantas leguas por la fama del saber y riquezas de Salomon, y que era tanta la fama de Tito Livio, que á los que la grandeza de Roma no habia podido traer á sí, la fama de un solo hombre llevó á ella.

Finalmente por la fama vienen á ser los hombres inmortales: esta sigue a los que no la quieren, y huye de los que la procuran: esta á los vivos honra y á los muertos hace claros y aun divinos. Ninguno jamas fué de virtud guarnecido, que luego no fuese afamado. Esta á los que

muy solos están acompaña, á los no conocidos publica; y tiene tantas fuerzas, que aun á la muerte, que todas las otras cosas mata, ella sola vence. Pues aunque al magno Alejandro y al invencible Cesar quitó las vidas, no les pudo matar la fama, que agora tienen mas viva que entonces. Esta echa de sí rayos gloriosos, que son las hazañas que de sí produce: las cuales se publican por los oradores, se cuentan por los poetas, se ilustran por los historiadores.

Miserias del hombre despues de ser echado del paraiso.

De ahí adelante los hombres por justicia descendieron á vida mortal subjeta á mil miserias, y trocaron los deleites del paraiso por la morada de la tierra condenada por divina maldicion. De ahí adelante los descendientes de Adam fueron derramados por la tierra, mas á manera de fieras que de criaturas racionales. Ni curaron de poblar ciudades para su morada, ni de buenas costumbres para su honestidad, ni de leyes para conservacion de justicia. Pues de artes, de ciencias, ni aun el nombre se oia entre ellos; mas como salvages solitarios discurrian por los desiertos. Y si por la clemencia divina brotaba en sus corazones alguna raiz de la natural inclinacion á virtud, dejábanla sin labor y cubierta de espinas de los vicios, en que eran ejercitados: y creciendo sus maldades abominables, unos á otros se destruian y mataban, y comian sus carnes vivas....

Despues de haber sido el primer hombre privado del sumo bien que poseia, luego como se trocó el estado de gracia por el de malicia, la vida por la muerte, la gloria por la pena, el sosiego por el trabajo, el bien por el mal; sobraron las obras de malicia, como por el general diluvio pareció.... ¡O misero linaje humano! y quien sin lágrimas podrá contar tus miserias y decir tus grandes trabajos, que solo un hombre con sus hijos, para el origen de los que despues vinieron se salvase del general castigo, que tanto número de malos merecieron!... Tras esto vino la guerra, en la cual ya veis cuantos males hay. Los capitanes desta al principio fueron mio y tuyo: y trabajando el uno hacerse señor del otro, han puesto al hombre en tanto trabajo, que le han hecho desear lo que sobrándole le fatiga, como á chica nao la gran carga. Estos dos capitanes de discordia, queriendo ser señores, quebrantaron la ley de naturaleza, haciendo de lo que era comun particular, y de lo ageno propio. Estos engendraron la guerra, la mas señalada miseria.

El principio desta es la desenfrenada cobdicia de lo ageno; por la cual ni entre padre é hijo, ni entre hermano y hermano, ni entre amigo y amigo se guarda amistad. Por esta se inventaron las armas y instrumentos para quitar la vida.... No bastó para nuestra miseria que los hombres, por hacerse señores de lo que no era suyo, matasen á los otros; sino que los que en batallas son vencedores captivan á los vencidos, cuando queriendo usar de misericordia, no les quitan la vida. El que una hora antes era libre y señor de

sí, ya es esclavo de otro: y tanto que como se vende un caballo, ansi se vende un hombre ..... ¡Qué mayor mal se puede pensar, sino que haya venido la miseria del hombre á ser tanta, que quebrantada la ley de naturaleza, la cual ninguna de las bestias quebranta, haya de servir el hombre á otro, no con ménos subjecion que el buey con el yugo á su señor!..... Solo el hombre con el hombre tiene guerra; el hombre al hombre desea mal; el hombre al hombre fatiga y subjeta.

Preeminencia del hombre.

Despues que el Sumo Padre, autor de todas las cosas, hizo este mundo que veis, excelente templo de su divinidad, adornándole de animales, aves, peces y frutos de la tierra; y despues que con espíritus celestes adornó el cielo dándole perpetuos movimientos é influencias para criar en la tierra lo sensible y lo insensible; acabada ya tan grande obra, deseaba el sumo artífice que hubiese alguno, que con tan maravillosa obra tuviese cuenta, amando su hermosura y admirándose de su grandeza. Por esto, acabadas todas las cosas determinó de criar al hombre. Mas no habia ya donde se criase esta nueva generacion, ni habia en los tesoros qué dejar por herencia al nuevo hijo, ni en los asientos del mundo donde este contemplador del universo anduviese, por estar ya todo lleno y distribuido entre las grandes, medianas y pequeñas criaturas. Junto con esto no era de paternal poder faltar en el criar, ni era de su sabiduría faltar en cosa tan necesaria, ni era de su amor, que habiendo sido en las otras cosas liberal, dejase de serlo en esta: y así ordenó que al que ninguna cosa propia se podia dar, todo lo que en cada uno de los otros era particular, le fuese á él comun. Criando pues al hombre á su imágen y semejanza, y haciéndole señor de todas las cosas, como aquel que mas que todos representaba el sumo poder de su criador, no le dió cierto asiento ni propia casa, ni particular don, porque pudiese á su parecer vivir donde quisiese y tener el don que desease.

A todas las criaturas puso leyes, de las cuales salir no pueden: á solo el hombre dejó en su libre poder para que de sí hiciese lo que le pareciese.... No le crió celestial ni terreno, mortal ni inmortal, para que tomase la forma que le pluguese, pudiéndose hacer divino siendo bueno, y peor que bestia siendo malo. ¡O suma liberalidad de Dios padre! O inmensa y admirable felicidad del hombre, al cual es concedido

que tenga lo que desea, y que vea lo que quisiere!.... ¿Quien no se admirará de tan gran don, que habiendo Dios hecho al hombre semejante á sí, le diese libre alvedrío, con el cual se salvase ó condenase, y con que por sí y por todas las cosas criadas diese gracias a Dios? El sol, muy resplandeciente lámpara del mundo, por su gran luz no sabe dar gracias a su criador, porque siendo para el servicio del hombre, el hombre, que solo tiene entendimiento, las ha de dar por él. La tierra, madre y apacentadora de los animales, dedicada con todos ellos al hombre, se descarga de reconocer el bien recebido de su producir, dejando el cargo dello al hombre, para cuyo servicio ella fué criada. Los animales por su fortaleza, ligereza, sanidad no saben ser agradecidos, porque criados para el hombre, le dejan el cuidado dello....

Provechos que trae la guerra.

Por la guerra se conserva seguramente lo que se posee; por ella se vive mas en sosiego: por ella se han hecho infinitos hombres claros é ilustres, como podeis entender de las historias. Esta pone miedo al contrario para no venir á quitarme lo que es mio: esta hace la paz segura... Con la guerra los hombres deprenden á menospreciar la vida y sus deleites, cuyo deseo acobarda mucho á los hombres y los hace emprender cosas con que viven deshonrados. Tambien se deprende en ella á tener en poco la fortuna próspera ó adversa; porque el que hoy captiva al otro, mañana es captivo del mismo, y enseña los hombres á ser agradecidos y estimar las cosas en lo que son..... Por esta los hombres, mas que por ninguna otra cosa, se hicieron afamados: y si los que los hechos destos escribieron fueron dignos de loa, ¿cuanta mayor la merecen los que dieron qué escrebir?.... El que la guerra quitara de entre los hombres, quitara la causa de muchas virtudes: porque ella hace á los hombres amigos del trabajo para el cual nacieron, y emplearse de tal manera en hazañas ilustres, que sean ejemplo de imitacion á otros y gloria de sí mismos.

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Don Diego Hurtado de Mendoza, einer der ausgezeichnetsten Männer seiner Zeit, und in der politischen Geschichte seines Vaterlandes hoch gefeiert als Krieger und Staatsmann, gehört auch in der Geschichte der spanischen Litteratur als Dichter und Geschichtschreiber zu den Epoche machenden Geistern. Das Geschlecht der Mendozas war im 15. und 16. Jahrhundert unbestritten das angesehenste des spanischen Adels, nicht nur durch Alter und Reichthum, sondern auch durch die grosse Anzahl verdienstvoller und genialer Männer, welche aus ihm hervorgegangen waren. Don Diego's Vater, Don Iñigo Lopez de Mendoza, Graf von Tendilla und Marquis von Mondejar, ein Enkel des als Dichter berühmten Marquis von Santillana, war einer der ausgezeichnetsten Feldherren der katholischen Könige. Als Oberbefehlshaber im Kriege gegen Granada hatte er seinen Souveränen durch Eifer und Geschick dieses letzte Ueberbleibsel des Maurenreiches erobern helfen, und war zum Lohne dafür mit der eben so ehrenvollen wie schwierigen Stellung eines Statthalters des neu eroberten Landes betraut worden. Er war mit Doña Francisca Pacheco, Tochter von Juan Pacheco, Marquis von Villena und Herzog von Escalona, verheirathet, und diese gebar ihm fünf Söhne, deren jüngster, Diego, gegen Ende des Jahres 1503 zu Granada das Licht der Welt erblickte. Als jüngster Sohn sollte Diego sich dem Dienste der Kirche widmen und erhielt eine dieser Bestimmung entsprechende Erziehung, welche grossentheils von dem gelehrten Pedro Martir de Angleria geleitet wurde. Nachdem er von diesem eine treffliche Vorbildung erhalten und sich in seiner Vaterstadt auch die Elemente der arabischen Sprache angeeignet hatte, die er sein ganzes Leben hindurch mit Vorliebe pflegte, wurde er auf die Universität Salamanca geschickt, wo er lateinische und griechische Sprache, bürgerliches und

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