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no se hartaba de echar bendiciones á los dos abrazados señores. El ama del cura, que no se habia hallado presente al grave caso, por estar ocupada aderezando la comida, cuando la tuvo en su punto, entró á llamarlos para que se sentasen á la mesa. Esto apartó los estrechos abrazos, y el duque desembarazó al cura del niño, y le tomó en sus brazos, y en ellos le tuvo todo el tiempo que duró la limpia y bien sazonada, mas que suntuosa comida; y en tanto que comian dió cuenta Cornelia de todo lo que le habia sucedido hasta venir á aquella casa por consejo de la ama de los dos caballeros españoles que la habian servido, amparado y guardado con el mas honesto y puntual decoro que pudiera imaginarse. El duque le contó asimismo á ella todo lo que por él habia pasado hasta aquel punto. Halláronse presentes las dos amas, y hallaron en el duque grandes ofrecimientos y promesas. En todos se renovó el gusto con el felice fin de su suceso, y solo esperaban á colmarle y á ponerle en estado mejor que acertara á desearse con la venida de Lorenzo, de don Juan y don Antonio; los cuales de allí á tres dias vinieron desalados y deseosos por saber si alguna nueva sabia el duque de Cornelia: que Fabio que los fué á llamar no les pudo decir ninguna cosa de su hallazgo, pues no la

sabia.

Saliólos á recibir el duque á una sala ántes de donde estaba Cornelia, y esto sin muestras de contento alguno, de lo que los recien venidos se entristecieron. Hízolos sentar el duque, y él se sentó con ellos, y encaminando su plática á Lorenzo, le dijo: bien sabeis, señor Lorenzo Bentibolli, que yo jamas engañé à vuestra hermana, de lo que es buen testigo el cielo y mi conciencia; sabeis asimismo la diligencia con que la he buscado, y el deseo que he tenido de hallarla para casarme con ella como se lo tengo prometido: ella no parece, y mi palabra no ha de ser eterna: yo soy mozo, y no tan esperto en las cosas del mundo que no me deje llevar de las que me ofrece el deleite á cada paso: la misma aficion que me hizo prometer ser esposo de Cornelia, llevó tambien á dar antes que á ella palabra de matrimonio á una labradora desta aldea, á quien pensaba dejar burlada por acudir al valor de Cornelia, aunque no acudiera á lo que la conciencia me pedia, que no fuera pequeña muestra de amor; pero pues nadie se casa con muger que no parece, ni es cosa puesta en razon que nadie busque la muger que le deja, por no hall ar la prenda que aborrece; digo que veais, señor Lorenzo, qué satisfaccion puedo daros del agravio que

me

no os hice, pues jamas tuve intencion de hacérosle; y luego quiero que me deis licencia para cumplir mi primera palabra y desposarme con la labradora, que ya está dentro de esta casa. En tanto que el duque esto decia, el rostro de Lorenzo se iba mudando de mil colores, y no acertaba á estar sentado de una manera en la silla; señales claras que la cólera le iba tomando posesion de todos sus sentidos. Lo mismo pasaba por don Juan y por don Antonio, que luego propusieron de no dejar salir al duque con su intencion aunque le quitasen la vida. Leyendo pues el duque en sus rostros sus intenciones, dijo: sosegaos, señor Lorenzo, que antes que me respondais palabra quiero que la hermosura que vereis en la que quiero recibir por mi esposa os obligue á darme la licencia que os pedí; porque es tal y tan estremada, que de mayores yerros será disculpa. Esto dicho se levantó y entró donde Cornelia estaba, riquisimamente adornada con todas las joyas que el niño tenia y muchas mas. Cuando el duque volvió las espaldas, se levantó don Juan, y puestas ambas manos en los dos brazos de la silla donde estaba sentado Lorenzo, al oido le dijo: por Santiago de Galicia, señor Lorenzo, y por la fé de cristiano y de caballero que tengo, que así deje yo salir con su intencion al duque como volverme moro: aquí, aquí, y en mis manos ha de dejar la vida, ó ha de cumplir la palabra que á la señora Cornelia vuestra hermana tiene dada, ó aloménos nos ha de dar tiempo de buscarla, y hasta que de cierto se sepa que es muerta, él no ha de casarse. Yo estoy dese parecer mismo, respondió Lorenzo. Pues del mismo estará mi camarada don Antonio, replicó don Juan.

En esto entró por la sala adelante Cornelia, en medio del cura y del duque, que la traia de la mano, detras de los cuales venian Sulpicia, la doncella de Cornelia, que el duque habia enviado por ella á Ferrara, y las dos amas del niño y la de los caballeros. Cuando Lorenzo vió á su hermana, y la acabó de refigurar y conocer, que al principio la imposibilidad a su parecer de tal suceso no le dejaba entrar en la verdad, tropezando en sus mismos piés fué á arrojarse á los del duque, que le levantó y le puso en los brazos de su hermana; quiero decir que su hermana le abrazó con las muestras de alegría posibles. Don Juan y don Antonio dijeron al duque que habia sido la mas discreta y mas sabrosa burla del mundo. El duque tomó el niño, que Sulpicia traia, y dándosele á Lorenzo le dijo: recibid, señor hermano, á vuestro sobrino y mi hijo, y ved si quereis darme licencia

que me case con esta labradora, que es la primera á quien he dado palabra de casamiento. Seria nunca acabar contar lo que respondió Lorenzo, lo que preguntó don Juan, lo que sintió don Antonio, el regocijo del cura, la alegría de Sulpicia, el contento de la consejera y júbilo del ama, la admiracion de Fabio, y finalmente el general contento de todos. Luego el cura los desposó, siendo su padrino don Juan de Gamboa, y entre todos se dió traza que aquellos desposorios estuviesen secretos hasta ver en qué paraba la enfermedad, que tenia muy al cabo á la duquesa su madre, y que en tanto la señora Cornelia se volviese á Bolonia con su hermano: todo se hizo así. La duquesa murió; Cornelia entró en Ferrara, alegrando al mundo con su vista: los lutos se volvieron en galas: las amas quedaron ricas: Sulpicia por muger de Fabio: don Antonio y don Juan contentisimos de haber servido en algo al duque, el cual les ofreció dos primas suyas por mugeres con riquísima dote. Ellos dijeron que los caballeros de la nacion vizcaina por la mayor parte se casaban en su patria, y que no por menosprecio, pues no era posible, sino por cumplir su loable costumbre y la voluntad de sus padres, que ya los debian de tener casados, no aceptaban tan ilustre ofrecimiento. El duque admitió su disculpa; y por modos honestos y honrosos, y buscando ocasiones lícitas, les envió muchos presentes á Bolonia, y algunos tan ricos y enviados á tan buena sazon y coyuntura, que aunque pudieran no admitirse por no parecer que recibian paga, el tiempo en que llegaban lo facilitaba todo; especialmente los que les envió al tiempo de su partida para España, y los que les dió cuando fueron á Ferrara á despedirse dél. Ya hallaron á Cornelia con otras dos criaturas hembras, y al duque mas enamorado que nunca. La duquesa dió la cruz de diamantes á don Juan, y el agnus á don Antonio, que sin ser poderosos á hacer otra cosa las recibieron. Llegaron á España y á su tierra, adonde se casaron con ricas, principales y hermosas mugeres, y siempre tuvieron correspondencia con el duque y la duquesa, y con el señor Lorenzo Bentibolli, con grandísimo gusto de todos.

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Luis Velez de Guevara y Dueñas wurde zu Ecija in Andalusien im Jahre 1574 geboren. Von seinen Lebensumständen ist nichts bekannt, als dass er Advocat in Madrid war, der grossen Gunst Philipps IV. genoss, und im Jahre 1646 gestorben ist. Er galt für einen der witzigsten Köpfe seiner Zeit und seine Schriften rechtfertigen diesen Ruf vollkommen. Wir werden Guevara im dritten Bande des Handb. als einen der ausgezeichnetsten dramatischen Dichter Spaniens kennen lernen. Ausserdem aber ist er noch berühmt durch seinen meisterhaften satyrischen Roman: El diablo cojuelo, verdades soñadas, novelas de la otra vida traducidas á esta, welcher zuerst 1641. zu Madrid, 8. erschien, und sowohl wegen der Originalität der Idee, wie wegen der vortrefflichen Ausführung zu den vorzüglichsten Werken seiner Art nicht nur in der spanischen, sondern auch in der erzählenden und satyrischen Litteratur im Allgemeinen gehört. Es wird darin erzählt, wie ein Student, Don Cleofas, einen Dämon, den hinkenden Teufel, aus einer Flasche, in welche ein Geisterbanner ihn eingeschlossen hat, befreit, und wie der Dämon ihn zum Danke dafür in die Luft führt und von dort aus in das Innere der Häuser, deren Dächer auf seinen Wink abgedeckt erscheinen, blicken lässt. Der Roman ist in zehn Kapitel eingetheilt, vom Verfasser Trancos (Sprünge) genannt, weil sie den verschiedenen Sprüngen die der Dämon mit seinem Begleiter von einem Orte zum andern macht, entsprechen, und eine wahre Fundgrube von Witz und Satyre, welche spätere Dichter denn auch stark ausgebeutet haben. Bekanntlich hat Lesage den Roman u. d. T.: Le diable boiteux französisch bearbeitet, und dabei Manches wörtlich beibehalten, dagegen Anderes von seiner Erfindung hinzugesetzt, die jedoch mit der des Guevara nicht zu vergleichen ist.

Der Diablo cojuelo ist sehr oft gedruckt worden, z. B. Barcelona, 1646. 8. Madrid, 1733. 8. Die erste gute und correcte Ausgabe ist die von Madrid 1812. 8.; sehr hübsch gedruckt und sehr correct ist die von Don J. M. Ferrer besorgte, Paris, 1828. 32. Auch steht er im 3. Bande von Ochoa's Tesoro de Novelistas Españoles.

El diablo cojuelo.

Tranco II.

Quedó Don Cleofas absorto en aquella pepitoria humana de tanta diversidad de manos, piés y cabezas, y haciendo grandes admiraciones, dijo: ¿Es posible que para tantos hombres, mugeres y niños hay lienzo para colchones, sábanas y camisas? Dejadme que me asombre, que entre las grandczas de la providencia divina no es esto la menor. Entónces el Cojuelo, previniéndole, le dijo: Advierte que quiero empezar á enseñarte distintamente en este teatro, donde tantas figuras representan, las mas notables, en cuya variedad está su hermosura. Mira allí primeramente como están sentados muchos caballeros y señores á una mesa opulentísima, aca bando una media noche, que eso les han quitado á los relojes no mas. Don Cleofas le dijo: Todas estas caras conozco, pero sus bolsas no, si no es para servirlas. Hanse pasado á los extrangeros, porque los trataban muy mal estos príncipes cristianos, dijo el Cojuelo, y se han quedado con las caponas1) sin ejercicio. Dejémoslos, dijo Don Cleofas, que yo aseguro que no se levanten de la mesa sin haber concertado un juego de cañas para cuando Dios fuere servido 2), y pasemos adelante, que á estos magnates los mas de los dias les beso yo las manos, y estas caravanas las ando yo las mas de las noches, porque he sido dos meses culto vergonzante de la proa de uno de ellos, y estoy encurtido de excelencias y señorías, solamente buenas para veneradas.

Mira allí, prosiguió el Cojuelo, como se está quejando

1) Capona, eigentlich eine Art von Tanz, dann auch scherzweise der Kammerherrnschlüssel, und überhaupt jedes Amt, bei welchem es wenig zu thun giebt. 2) Für Gott weiss wann.

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