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lässt aber die grosse Welt- und Menschenkenntniss, welche er in seinen Werken entwickelte, um so überraschender erscheinen. Nachdem er bereits 1724 einige theologische Schriften veröffentlicht hatte, gab er 1726 die beiden ersten Bände seines Teatro crítico universal, einer Sammlung von Abhandlungen über die verschiedensten Gegenstände der Wissenschaften und des Lebens, heraus. Durch dieses Werk, welches in der spanischen Litteratur eine ähnliche Stellung einnimmt, wie die populären Zeitschriften Addison's und Steele's (der Spectator, Tatler, Guardian) in der englischen, hat sich der Pater Feijoo Verdienste um seine Nation erworben, die nicht genug anerkannt werden können. Er hatte sich dabei die Aufgabe gestellt, eingewurzelte Vorurtheile sowohl in den Wissenschaften wie in Angelegenheiten des gemeinen Lebens zu widerlegen, auf Missbräuche aufmerksam zu machen, den Aberglauben zu bekämpfen, kurz Aufklärung und allgemeinere Bildung, woran es seiner Nation damals so sehr fehlte, in gefälliger Form und Darstellung zu verbreiten. Der Inhalt des Teatro critico ist daher höchst mannigfaltig. Wissenschaftliche Abhandlungen und Untersuchungen aus dem Gebiete des gewöhnlichen, ja des alleralltäglichsten Lebens wechseln passend und auf anziehende Weise mit einander ab, und die eben so gründlichen wie vielseitigen Kenntnisse des Verfassers in den heterogensten Zweigen des Wissens, sein klarer, vorurtheils freier Geist, das Wohlwollen und die ächte Humanität, welche überall durchblicken, müssen jeden Unbefangenen mit hoher Achtung vor dem wackern Pater Feijoo erfüllen. Wer von einem spanischen katholischen Geistlichen des vorigen Jahrhunderts gar kein anderes Bild hat, als das eines im Mysticismus der religiösen Anschauung befangenen und auf die Verdummung des Volks hinstrebenden Pfaffen, der wird sich durch die Lectüre einiger Seiten Feijoo's angenehm enttäuscht finden. Lächerlich aber ist es und zeigt von geringem Takt in der Beurtheilung litterarhistorischer Erscheinungen, wenn man, wie es wohl hin und wieder in neuerer Zeit geschehen ist, den Maasstab der philosophischen Bildung späterer Zeiten, des neueren Standes der Naturwissenschaften, wohl gar den der neueren deutschen Philosophie an die wohlgemeinten und für das damalige. Spanien wahrlich nicht überflüssigen Bestrebungen des achtungswerthen Mannes legen will. Seine Zeitgenossen erkannten Feijoo's Verdienste in hohem Maasse an. Der ausserordentliche Beifall, den die ersten Bände des Teatro crítico fanden, welche schnell in verschiedenen Städten Spa

niens nachgedruckt wurden, ermunterte den Verfasser zur Fortsetzung seines Werkes, von welchem bis zum Jahre 1738 acht Bände in 4. erschienen. Aber nicht nur die Anerkennung des Publikums, sondern auch die Freundschaft ausgezeichneter Männer belohnte Feijoo's Streben. Zu den letzteren gehörte u. A. der berühmte Campomanes, welcher sich angelegentlich, aber vergebens bemühte, den anspruchlosen Benedictiner der Stille des Klosterlebens zu entreissen, und ihm Aemter und Würden aubot. Feijoo lehnte alle Anerbietungen ab, ja er gab sogar, um sich noch ungestörter als bisher den Studien widmen zu können, seine Stellung als Abt des Klosters St. Vincent auf. Vom Jahre 1746 an begann er als Fortsetzung des Teatro crítico eine Sammlung u. d. T.: Cartas eruditas herauszugeben, welche in strenger wissenschaftlichem Geiste eine Reihe von Untersuchungen in Briefform enthielten und 1760 mit dem 5. Bande geschlossen wurden. Einem solchen Förderer der Aufklärung, wie Feijoo war, konnte es natürlich nicht an Gegnern fehlen. Es erschienen eine Menge Streitschriften gegen das Teatro critico, welches dagegen von dem Pater Sarmiento in seinen Demonstraciones crítico-apologéticas del Teatro crítico universal Madr. 1751. 2 Bnde. 8. vertheidigt wurde. Alle Angriffe dienten indessen nur dazu, den Erfolg des Werkes zu vergrössern. Nachdem Feijoo während seines ganzen Lebens nicht nur wegen seiner Gelehrsamkeit, sondern auch wegen seiner Herzensgüte und seines sittlichen Wandels der allgemeinsten Achtung genossen, starb er zu Oviedo den 16. Mai 1764. Unter den zahlreichen Ausgaben des Teatro critico und der Cartas eruditas sind die von Madrid 1777. und ebendaselbst 1780-81. in 13 Bdn. 4. die besten.

Teatro crítico.

Paralelo de las lenguas castellana y francesa.

(Teatro crítico Tom I. Disc. 15.)

Dos extremos, entrambos reprehensibles, noto en nuestros españoles, en órden á las cosas nacionales. Unos las engrandecen hasta el cielo. Otros las abaten hasta el abismo. Aquellos, que ni con el trato de los extrangeros, ni con la

letura de los libros espaciaron su espíritu fuera del recinto de su patria, juzgan que cuanto hay de bueno en el mundo, está encerrado en ella. De aquí aquel bárbaro desden, con que miran á las demas naciones, asquean su idioma, abominan sus costumbres, no quieren escuchar, ó escuchan con irrision sus adelantamientos en artes y ciencias. Bástales ver á otro español con un libro italiano ó frances en la mano, para condenarle por genio extravagante y ridículo. Dicen que cuanto hay bueno y digno de ser leido se halla escrito en los dos idiomas latino y castellano, que los libros extrangeros, especialmente franceses, no traen de nuevo, sino bagatelas y fultilidades.....

Por el contrario, los que han peregrinado por varias tierras, ó sin salir de la suya, comerciando con extrangeros, si son picados tanto cuanto de la vanidad de espíritus amenos, inclinados à lenguas y noticias, todas las cosas de otras naciones miran con admiracion, las de la nuestra con desden. Solo en Francia, pongo por ejemplo, reinan, segun su dictámen, la delicadeza, la policía, el buen gusto. Acá todo es rudeza y barbarie. Es cosa graciosa ver á algunos de estos nacionistas (que tomo por lo mismo que antinacionales) hacer violencia á todos sus miembros, para imitar á los extrangeros en gestos, movimientos y acciones, poniendo especial estudio en andar como ellos andan, sentarse como se sientan, reirse como se rien, hacer la cortesía como ellos la hacen; y así de todo lo demas. Hacen todo lo posible por desnaturalizarse y yo me holgaria que lo lograsen enteramente, porque nuestra nacion descartase tales figuras.

Entre estos, y aun fuera de estos, sobresalen algunos apasionados amantes de la lengua francesa, que prefiriéndola con grandes ventajas á la castellana, ponderan sus hechizos, exaltan sus primores; y no pudiendo sufrir ni una breve ausencia de su adorado idioma, con algunas voces que usurpan de él, salpican la conversacion, aun cuando hablan en castellano. Esto en parte puede decirse, que ya se hizo moda: pues los que hablan castellano puro, casi son mirados como hombres del tiempo de los godos.

Yo no estoy reñido con la curiosa aplicacion á instruirse en las lenguas extrangeras. Conozco que son ornamento, aun cuando estén desnudas de utilidad. Veo que se hicieron inmortales en las historias Mithridates, rey de Ponto, por saber veinte y dos idiomas diferentes; Cleópatra, reina de Egipto, por ser su lengua, como la llama Plutarco, órgano en quien, variando á su arbitrio los registros, sonaban alter

nativamente las voces de muchas naciones; Amalasunta, hija de Teodorico, rey de Italia, porque hablaba las lenguas de todos los reinos, que comprehendia el imperio romano. No apruebo la austeridad de Caton, para quien la aplicacion á la lengua griega era corrupcion digna de castigo, ni el escrupuloso reparo de Pomponio Leto, que huia, como de un aspid, del conocimiento de cualquiera voz griega, por el miedo de manchar con ella la pureza latina.

A favor de la lengua francesa se añade la utilidad, У aun casi necesidad de ella, respecto de los sujetos inclinados á la letura curiosa y erudita. Sobre todo género de erudicion se hallan oy muy estimables libros escritos en idioma frances, que no pueden suplirse con otros, ni latinos ni españoles..... Así que el que quisiere limitar su estudio á aquellas facultades, que se enseñan en nuestras escuelas, lógica, metafisica, jurisprudencia, medicina galénica, teología escolástica y moral, tiene con la lengua latina cuanto ha menester. Mas para sacar de este ámbito ó su erudicion ó su curiosidad, debe buscar como muy útik, si no absolutamente necesaria, la lengua francesa. Y esto basta para que se conozca el error de los que reprueban como inútil la aplicacion á este idioma.

Mas no por eso concederemos, ni es razon, alguna ventaja á la lengua francesa sobre la castellana. Los excesos de una lengua respecto de otra, pueden reducirse á tres capitulos: propriedad, harmonía y copia. Y en ninguna de estas calidades cede la lengua castellana á la francesa.

En la propriedad juzgo, contra el comun dictámen, que todas las lenguas son iguales en cuanto à todas aquellas voces, que especificamente significan determinados objetos. La razon es clara; porque la propriedad de una voz no es otra cosa, que su específica determinacion á significar tal objeto; y como esta es arbitraria ó dependiente de la libre voluntad de los hombres, supuesto que en una region esté tal voz determinada á significar tal objeto, tan propria es como otra cualquiera que le signifique en idioma diferente. Así no se puede decir (pongo por ejemplo) que el verbo frances tromper sea mas ni ménos proprio, que el castellano engañar; la voz rien, que la voz nada. Puede haber entre dos lenguas la desigualdad de que una abunde mas de voces particulares ó específicas. Mas esto en rigor será ser mas copiosa, que es capítulo distinto: quedando iguales en la propriedad en órden á todas las voces específicas, que haya en una y otra.

De la propiedad del idioma se debe distinguir la propiedad del estilo; porque esta dentro del mismo idioma admite mas y ménos, segun la habilidad y genio del que habla ó escribe. Consiste la propiedad del estilo en usar de las locuciones mas naturales y mas inmediatamente representativas de los objetos. En esta parte, si se hace el cotejo entre escritores modernos, no puedo negar, que por lo comun hacen ventaja los franceses à los españoles. En aquellos se observa mas naturalidad; en estos mas afectacion. Aun en aquellos franceses, que mas sublimaron el estilo, como el arzobispo de Cambray, autor del Telemaco, y Madalena Scuderi, se ve que el arte está amigablemente unido con la naturaleza. Resplandece en sus obras aquella gala nativa, única hermosura, con que el estilo hechiza al entendimiento. Son sus escritos como jardines, donde las flores espontaneamente nacen; no como lienzos, donde estudiosamente se pintan. En los españoles, picados de cultura, dió en reinar de algun tiempo á esta parte una afectacion pueril de tropos retóricos, por la mayor parte vulgares, una multiplicacion de epitetos sinónimos, una colocacion violenta de voces pomposas, que hace el estilo no gloriosamente majestuoso; sí asquerosamente entumecido. A que añaden muchos una temeraria introduccion de voces, ya latinas, ya francesas, que debieran ser descaminadas, como contrabando del idioma, ó idioma de contrabando en estos reinos. Ciertamente en España son pocos los que distinguen el estilo sublime del afectado, y muchos los que confunden uno con otro...

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En cuanto a la harmonia ó grato sonido del idioma, no sé cual de dos cosas diga: ó que no hay exceso de unos idiomas á otros en esta parte, ó que no hay juez capaz de decidir la ventaja. A todos suena bien el idioma nativo, y mal el forastero, hasta que el largo uso le hace proprio. Tenemos hecho concepto, de que el aleman es áspero; pero el padre Kircher1), en su descripcion de la torre de Babel, asegura, que no cede en elegancia á otro alguno del mundo. Dentro de España parece á castellanos y andaluces humilde y plebeya la articulacion de la Jy la G de portugueses y gallegos. Pero los franceses, que pronuncian del mismo modo no solo las dos letras dichas, mas tambien la Ch, escu

1) Athanasius Kircher geb. zu Geysen bei Fulda 1602, gest. zu Rom 1680, Jesuit und einer der gelehrtesten Männer seiner Zeit, ist Verfasser einer grossen Anzahl mathematischer, philologischer, historischer und antiquarischer Werke. Seine oben erwähnte Schrift Turris Babel erschien zu Amsterdam, 1678. fol.

Span. Handb. I.

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