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gehört der Amadis in die Geschichte der spanischen Litteratur. Diese Uebersetzung wurde von Garcia Ordoñez de Montalvo, Gouverneur von Medina del Campo, zwischen den Jahren 1492 und 1504 angefertigt. Das portugiesische Original bestand nur aus drei Büchern, der spanische Amadis dagegen hat deren vier. Dieses letzte Buch, in welchem der Held in einem etwas anderen Character erscheint als in den vorhergehenden, wurde erst von Montalvo hinzugefügt. Ob es aber sein eigenes Werk oder ebenfalls nur eine Uebersetzung oder Bearbeitung eines schon früher vorhandenen. Originals ist, lässt sich mit Sicherheit nicht bestimmen.

Der Amadis ist, wie schon gesagt, eine reine Fiktion, und nur die geographischen Namen der verschiedenen Schauplätze, auf welchen der Roman spielt, sind der Wirklichkeit entnommen. Amadis ist das uneheliche Kind der bretagnischen Princessin Elisena und des Königs Perion von Gaula, und wird von seiner Mutter auf das Meer ausgesetzt, dort aber von einem schottischen Ritter gefunden, der ihn mit sich nimmt und unter dem Namen Doncel del Mar erzieht. Später kommt er an den Hof des Königs von Schottland, wo er sich in Oriana, die Tochter des englischen Königs Lisuarte, welche gleichfalls am schottischen Hofe lebt, verliebt. Er empfängt den Ritterschlag und zieht dem Könige Perion von Gaula, seinem Vater, jedoch ohne denselben zu kennen, gegen die Irländer zu Hülfe. Perion hat unterdessen die Elisena geheirathet und von ihr einen zweiten Sohn, Galaor, bekommen. Auch Amadis wird jetzt von ihm als Sohn erkannt, und die verschiedenen Abenteuer beider Brüder in allen Gegenden der Welt, ihre Kämpfe gegen verschiedene Könige, so wie gegen Riesen und Zauberer, ihre Verbindung mit Feen, ihre Erfolge und Täuschungen in der Liebe, machen den Hauptinhalt des Romans aus, der zuletzt damit endet, dass Amadis seine geliebte Oriana, um deren Besitz er mit einer Menge von Fährlichkeiten hat kämpfen müssen, heimführt. Dem Ganzen liegt die Idee zum Grunde, einen vollkommenen Ritter zu schildern, wobei indessen das ganze Formenwesen des Ritterthums, wie es zu des Verfassers Zeit sich gestaltet hatte, mit dem wirklich sittlichen Gedanken vermischt erscheint. Offenbar haben die nach den französischen Epopöen gearbeiteten Prosaromane dem Verfasser zum Muster gedient, die Maschinerie dagegen, das Feen- und Zauberwesen, ist rein orientalisch. Sieht man von der ermüdenden Länge und den häufigen Wiederholungen von Begebenheiten, die einander sehr ähnlich sehen, ab, so haben wir im Amadis immer eine geniale

Dichtung vor uns. Viele Situationen sind sehr gut erfunden, und die Zeichnung der Charactere und Gemüthsstimmungen zeugt von einer grossen Kenntniss des menschlichen Herzens. Das Interesse wird bis zuletzt in Spannung erhalten, und die leichte und fliessende Sprache reizt oft unwillkührlich zum Weiterlesen, wenn die Häufung phantastischer Abenteuer schon anfängt einige Uebersättigung zu erzeugen. Aus diesen Gründen ist denn auch der Amadis Jahrhunderte lang eine Lieblingslectüre in Spanien gewesen, hat selbst vor dem strengen Cervantes Gnade gefunden (Don Quijote, Parte I. Cap. IV.), und ein Platz in der klassischen Litteratur dieses Landes darf ihm aber auch nur ihm allein von allen seines Gleichen verweigert werden.

nicht

Eine neue

Der Amadis ist sehr oft gedruckt worden, zuerst wahrscheinlich schon in den letzten Jahrzehenden des 15. Jahrhunderts, doch hat man bis jetzt keine so alte Ausgabe aufgefunden Die älteste bekannte ist vielmehr die von Salamanca 1519. fol. Auf diese folgten binnen 50 Jahren zwölf andere, aus welchen wir die von Sevilla 1526. fol. Venecia 1533. fol. Sevilla 1535. fol. ibid. 1539. fol. Medina del Campo, 1545. fol. Sevilla 1547. fol. Salamanca 1575. fol. Alcalá de Henares 1580 u. Sevilla 1586. fol. herausheben. Ausgabe wird in Ribadeneira's Biblioteca de Autores Españoles erscheinen. Ueber die verschiedenen Uebersetzungen des Amadis in's Französische, Italienische, Englische, Deutsche u. s. w. s. Brunet Manuel du libraire et de l'amateur de livres, s. v. Amadis. Vgl. F. Wolf in den Blättern für litterarische Unterhaltung 1850. No. 232. Clarus Darstellung d. span. Litterat. im Mittelalter I, 304. ff. Ticknor I, 179 ff. u. den Zusatz II, 687. Von den Fortsetzungen und Nachahmungen des Amadis handeln ausführlich: Dunlop - Liebrecht p. 146-177. und Grässe Lehrbuch der allgem. Litteraturgesch. Bd. II. Abth. 3. S. 397-431.

Amadis de Gaula.

Del engendramiento y nacimiento de Amadis.

(Amadis, Lib. I. c. 1.)

No muchos años despues de la pasion de nuestro redentor y salvador Jesu Cristo, fué un rey cristiano en la pequeña Bretaña, por nombre llamado Garinter, el cual siendo en la ley

de la verdad era de mucha devocion y buenas maneras acompañado. Este rey hubo dos hijas en una noble dueña, su muger; y la mayor fué casada con Languines, rey de Escocia, y fué llamada la Dueña de la Guirnalda, porque el rey, su marido, nunca la consintió cubrir sus hermosos cabellos sino de una rica guirnalda, tanto era pagado de los ver. De quien fueron engendrados Agrajes y Mabilia, que así del uno como caballero y della como donzella en esta gran historia mucha mencion se hace. La otra hija, que Elisena fué llamada, en gran cantidad mucha mas hermosa que la primera fué. Y como quiera que de muy grandes principes en casamiento demandada fuese, nunca con ninguno dellos casar le plugo; ántes su retraimiento y santa vida dieron causa á que todos Beata Perdida la llamasen, considerando que persona de tan gran guisa, dotada de tanta hermosura, de tantos grandes por matrimonio demandada, no le era conveniente tal estilo de vida tomar. Pues este dicho rey Garinter siendo en asaz crecida edad, por dar descanso á su ánimo, algunas veces á monte y á caza iba. Entre las cuales, saliendo un dia desde una villa suya, que Alima se llamaba, siendo desviado de las armadas y de los cazadores, andando por la floresta sus horas rezando, vió á su siniestra una brava batalla de un solo caballero, que con dos se combatia. El conoció los dos caballeros, que sus vasallos eran; que por ser muy soberbios y de malas maneras y muy emparentados, muchos enojos dellos habia rescebido. Mas aquel que con ellos se combatia no lo pudo conocer, y no se fiando tanto en la bondad del uno, que el miedo de los dos le quitase, apartándose dellos la batalla miraba, en fin de la cual por mano de aquel los dos fueron vencidos y muertos. Esto fecho, el caballero se vino contra el rey, y como solo lo viese díjole: Buen hombre, ¿qué tierra es esta, que así son los caballeros andantes salteados? El rey le dijo: No os maravilleis deso, caballero, que así como en las otras tierras hay buenos caballeros y malos, así los hay en esta, y estos que decís no solamente á muchos han hecho grandes males y desaguisados, mas aun al mismo rey, su señor, sin que dellos justicia hacer pudiese, por ser muy emparentados; han hecho enormes agravios y tambien por esta montaña tan espesa donde se acogian. El caballero le dijo: Pues, á ese rey que decís, vengo yo á buscar de luenga tierra, y le traigo nuevas de un su gran amigo, y si sabeis donde hallarlo pueda, ruego os que me lo digais. El rey le dijo: Como quier que acontezca, no dejaré de os decir la verdad: sabed ciertamente,

que yo soy el rey que demandais. El caballero, quitando el escudo é yelmo, y dándolo á su escudero, lo fué á abrazar, diciendo ser él el rey Perion de Gaula que mucho le habia deseado conocer. Mucho fueron alegres estos dos reyes en se haber así juntado: y hablando en muchas cosas, se fueron á la parte donde los cazadores eran, para se acoger á la villa. Pero antes les sobrevino un ciervo, que de las armadas muy cansado se colara, tras el cual los reyes ambos al mas correr de sus caballos fuéron, pensándolo matar; mas de otra manera les acaeció. Que saliendo de unas espesas matas, un leon delante dellos el ciervo alcanzó y mató, y habiéndole abierto con sus muy fuertes uñas, bravo y mal continente contra los reyes se mostraba. Y como así el rey Perion le viese, dijo: Pues, no estareis tan sañudo, que parte de la caza no nos dejeis. Y tomando sus armas, descendió del caballo, que adelante espantado del fuerte leon ir no queria, poniendo su escudo delante la espada en la mano, al leon se fué, que las grandes voces que el rey Garinter le daba, no le pudieron estorbar. El leon, así mismo dejando la presa, contra él se vino, y juntándose ambos, teniéndole el leon debajo en punto de le matar, no perdiendo el rey su grande esfuerzo, hiriéndole con su espada por el vientre, lo hizo caer muerto ante si: de que el rey Garinter mucho espantado entre sí decía: No sin causa tiene aquel fama del mejor caballero del mundo. Esto hecho, recogida toda la compaña, hizo en dos palafrenes cargar el leon y el ciervo, y llevarlos á la villa con gran placer, donde siendo de tal huesped la reina avisada, los palacios de grandes y ricos atavios y las mesas puestas hallaron. En la una mas alta se sentaron los reyes y en otra junto con ella Elisena, su hija; y allí fueron servidos como en casa de tan buen hombre ser debia. Pues estando en aquel solar, como aquella infanta tan hermosa fuese, y el rey Perion por el semejante y la fama de sus grandes cosas en armas por todas las partes del mundo divulgadas, en tal punto y hora se miraron, que la gran honestidad y santa vida della no pudo tanto, que de incurable y muy gran amor presa no fuese, y el rey así mismo della, (que hasta entonces su corazon, sin ser sojuzgado á otra ninguna, libre tenia) de guisa que así el uno como el otro estuvieron todo el comer casi fuera de sentido. Pues alzadas las mesas, la reina se quiso acoger á su cámara; y levantándose Elisena, cayóle de la falda un muy hermoso anillo, que para se lavar del dedo quitara y con la gran turbacion no tuvo acuerdo de lo allí tornar, y bajóse por tomarlo; Span. Handb. I.

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que

mas el rey Perion, que cabe ella estaba, quiso selo dar, así que las manos llegaron á una sazon, y el rey tomóle la mano y apretósela. Elisena tornó muy colorada, y mirando al rey con ojos amorosos, le dijo pasito, que le agradecia aquel servicio. ¡Ay, señora! dijo él, no será el postrimero, mas todo el tiempo de mi vida será empleado en vos servir. Ella se fué tras su madre con tan gran alteracion, que casi la vista perdida llevaba, de lo cual se siguió que esta infanta, no pudiendo sufrir aquel nuevo dolor que con tanta fuerza al viejo pensamiento vencido habia. descubrió su secreto á una doncella suya, de quien mucho fiaba, que Darioleta habia nombre, y con lágrimas de sus ojos y mas del corazon, le demandó consejo en como podria saber, si el rey Perion otra muger alguna amase, y si aquel tan amoroso semblante, á ella mostrado habia, si le viniera en la manera y con La doncella, aquella fuerza que en su corazon habia sentido. espantada de mudánza tan súpita en persona tan desviada de auto semejante, habiendo piedad de tan piadosas lágrimas, le dijo: Señora, bien veo yo que segun la demasiada pasion que aquel tirano amor en vos ha puesto, que no ha dejado en vuestro juicio lugar, donde consejo ni razon aposentados ser puedan; y por esto siguiendo yo no á lo que vuestro servicio debo, mas á la voluntad y obediencia, haré aquello discrecion que poca que mandais por la via mas honesta, y mucha gana de os servir hallar pudieren. Entonces partiéndose della se fué contra la cámara, donde el rey Perion posaba, y halló su escudero á la puerta con los paños que le queria dar de vestir, y díjole: Amigo, id vos á hacer al; que yo quedaré con vuestro señor y le daré recaudo. El escudero, pensando que aquello por mas honra se hacia, dióle los paños y partióse de allí. La doncella entró en la camara do el rey estaba en su cama, y como la vido, conoció ser aquella con que habia visto mas que con otra á Elisena hablar, como que en ella mas que en otra alguna se fiaba, y creyó que no sin algun remedio para sus mortales deseos allí era venida, y estremeciéndosele el corazon le dijo: Buena doncella, qué es lo que quereis? Dáros de vestir, dijo ella. Eso al corazon habia de ser, dijo él, que de placer y alegría muy despojado y desnudo está. ¿En qué manera? dijo ella. En que viniendo yo á esta tierra, dijo el rey, con entera libertad, solamente temiendo las aventuras que de las armas ocurrir me podian, no sé en qué forma, entrando en esta casa destos vuestros señores, soy llagado de herida mortal, y si vos, buena doncella, alguna melezina para ella

mi

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