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Y oyendo el son del mar que en ella hiere, Y sin impedimento contemplando

La misma á quien tú vas eterna fama En tus vivos escritos procurando : Alégrate, que mas hermosa llama,

Que aquella que el Troyano encendimiente Pudo causar, el corazon te inflama. No tienes que temer el movimiento. De la fortuna con soplar contrario; Que el puro resplandor serena el viento. Yo, como conducido mercenario, Voy do fortuna á mi pesar me envía, Sino á morir, que aquesto es voluntario. Solo sostiene la esperanza mia

Un tan débil engaño, que de nuevo

Es menester hacelle cada dia :

Y si no le fabrico y le renuevo,

Da consigo en el suelo mi esperanza, Tanto, que en vano á levantalla pruebo, Aqueste premio mi servir alcanza, Que en solo la miseria de mi vida Negó fortuna su comun mudanza. } Donde podré huir, que sacudida Un rato sea de mí la grave carga

Que oprime mi cerviz enflaquecida?

Mas ay! que la distancia no descarga

El triste corazon, y el mal, do quiera
Que estoy, para alcanzarme el brazo alargal
Si donde el sol ardiente reverbera

En la arenosa Libia, engendradora
De toda cosa ponzoñosa y fiera :
O adonde es él vencido á cualquiera hora
De la rígida nieve y viento frio,

Parte do no se vive, ni se mora :
Si eu esta, ó en aquella el desvarío,
O la fortuna me llevase un dia,
Y allí gastase todo el tiempo mio ;
El zeloso temor con mano fria

De medio del calor y ardiente arena
El triste corazon me apretaria :
Y en el rigor del hielo, en la serena
Noche, soplando el viento agudo y puro,
Que el veloce correr del agua enfrena,
De aqueste vivo fuego en que me apuro,
Y consumirme poco á poco espero,
Sé que aun allí no podré estar seguro;
Y así diverso entre contrarios muero.

EPÍSTOLA

A BOSCAN.

SEÑOR BOSCAN, quien tanto gusto tiene
De daros cuenta de los pensamientos,
Hasta en las cosas que no tienen nombre,
No le podrá faltar en vos materia,
Ni será menester buscar estilo
Presto, distinto, de ornamento puro,
Tal cual á culta Epístola conviene.
Entre muy grandes bienes que consigo
El amistad perfeta nos concede,
Es aqueste descuido suelto y puro,
Lejos de la curiosa pesadumbre :
Y así, de aquesta libertad gozando
Digo que vine, cuando á lo primero,
Tan sano como aquel que en doce dias
Lo

que solo veréis ha caminado

Cuando el fin de la carta os lo mostrare. Alargo y suelto á su placer la rienda, Mucho mas que al caballo, al pensamiento, Y llévame á las veces por camino

Tan dulce y agradable, que me hace
Olvidar el trabajo del pasado.

Otras me

lleva por tan duros pasos,

Que con la fuerza del afan presente, Tambien de los pasados se me olvida. A veces sigo un agradable medio Honesto y reposado, en que el discurso Del gusto y del ingenio se ejercita. Iba pensando y discurriendo un dia A cuantos bienes alargó la mano. El que de la mitad mostró el camino ; Y luego vos, del amistad ejemplo, Os me ofreceis en estos pensamientos. Y con vos á lo menos me acontece Una gran cosa, al parecer estraña Y porque lo sepais en pocos versos, Es, que considerando los provechos, Las honras y los gustos que me vienen Desta vuestra amistad, que en tanto tengo, Ninguna cosa en mayor precio estimo Ni me hace gustar del dulce estado Tanto como el amor de parte mia, Este conmigo tiene tanta fuerza, Que sabiendo muy bien las otras partes

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De la amistad, y la estrecheza nuestra, Con solo aqueste el alma se enternece ; sé que otramente me aprovecha, Que el deleite, que suele ser pospuesto A las útiles cosas y las graves.

Y yo

Llévame á escudriñar la causa desto

Ver contino tan recio en mi el efeto ;
Y hallo que el provecho, el ornamento,
El gusto y el placer que se me sigue
Del vínculo de amor, que nuestro genio
Enredó sobre nuestros corazones,
Son cosas que de mí no salen fuera,
Y en mí el provecho solo se convierte.
Mas el amor (de donde por ventura
Nacen todas las cosas, si hay alguna
Que á vuestra utilidad y gusto mire)
Es gran razon que en muy mayor estima
Tenido sea de mí, que todo el resto,

Cuanto mas generosa y
Es el hacer el bien, que

alta parte

recibille :

Así
que amando me deleito, y hallo
Que no es locura este deleite mio.
O cuan corrido estoy, y arrepentido
De haberos alabado el tratamiento

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