Suelo regando, hacen que el Romano SONETO XXXIV. GRACIAS al cielo doy que ya del cuello Y , que del viento el mar embravecido Veré desde la tierra sin temello. Veré colgada de un sutil cabello La vida del amante embebecido En su error, y en su engaño adormecido, Sordo á las voces que le avisan dello. Alegrárame el mal de las mortales, Mas no es mi corazon tan inhumano En aqueste mi error, como parece : Porque yo huelgo, como huelga el sano, No de ver á los otros en los males; Sino de ver que dellos él carece. SONETO XXXV. A MARIO GALEOTA. MARIO, el ingrato amor, como testigo Que es hacer mas ofensa al mas amigo; Teniendo miedo que si escribo y digo Su condicion, abato su grandeza; No bastando su esfuerzo á su crueza, Ha esforzado la mano á mi enemigo. Y así en la parte que la diestra mano Gobierna, y en aquella que declara Los concetos del alma, fuí herido. Mas yo haré que aquesta ofensa, cara Le cueste al ofensor, ya que estoy sano, Libre, desesperado y ofendido. SONETO XXXVI. A la entrada de un valle en un desierto, Su amo, y no le hallaba ; y esto siente . SONETO XXXVII. ESTOY Contino en lágrimas bañado, Por el camino estrecho de seguiros, De la esperanza, con que andar solia CANCION. HABIÉNDOSE CASADO SU DAMA. CULPA debe ser quereros, Segun lo que en mí haceis Mas allá lo pagaréis, ; Do no sabrán conoceros Por mal que me conoceis. Por quereros, ser perdido Pensaba, que no culpado: Mas que todo lo haya sido, Así me lo habeis mostrado, Que lo tengo bien sabido. ¡Quien pudiese no quereros Tanto como vos sabeis ! Por holgarme que pagueis OTRA. Yo dejaré desde aquí De ofenderos mas hablando; Gran ofensa os tengo hecha Hasta aquí en haber hablado, Pues en casa os he enojado, Que tampoco me aprovecha. Derramaré desde aquí Mis lágrimas no hablando; Por quien muere callando Tiene quien hable por sí. |