Estais oyendo agora mis razones Quedaos á Dios, que ya vuestros oidos De mi zampoña fuéron halagados Y alguna vez de amor enternecidos. A Dios montañas, á Dios verdes prados, A Dios corrientes rios espumosos, Vivid sin mí con siglos prolongados, Y mientras eu el curso presurosos Iréis al mar á darle su tributo, Corriendo por los valles pedregosos: Haced que aquí se muestre triste luto Por quien viviendo alegre os alegraba Con agradable son y viso enjuto: Por quien aquí sus vacas abrevaba, Por quien ramos de lauro entretejiendo Aquí sus fuertes toros coronaba. Estas palabras tales en diciendo, En pie me alcé por dar ya fin al duro Dolor, que en vida estaba padeciendo. por el paso en que me ves, te juro Que ya me iba á arrojar de do te cuento, Con paso largo y corazon seguro : Cuando una fuerza súbita de viento Vino con tal furor, que de una sierra Pudiera remover el firme asiento. De espaldas, como atónito, en la tierra Desde á gran rato me hallé tendido ; Que así se halla siempre aquel que yerra. Con mas sano discurso en mi sentido En Comencé de culpar el présupuesto Y temerario error que habia seguido querer dar con triste muerte al resto, De aquesta breve vida fin amargo " No siendo por los hados aun dispuesto. De allí me fuí con corazon mas largo la muerte, cuando venga Para esperar Eres, como yo pienso, vete agora; Al afligido y triste cuando llora. SALICIO. Tratara de una parte Sino pensaras que era dar consuelo. Como tu pensamiento Se derribó tan presto en este suelo ; O se cubrió de velo, Parà que no mirase Que quien tan luengamente Amó, no se consiente Que tan presto del todo te olvidase. ¿Que sabes si ella agora Juntamente su mal y el tuyo llora? De la maestra mano; No me hagas pasar tan grave pena. Harásme, tú SALICIO, Ir do nunca pie humano Estampó su pisada en el arena. Ella está tan agena De estar desa manera, Como tú de pensallo, Con razon aparente ó verdadera.. A solas, que yo voyme en otra parte. SALICIO. No es tiempo de curalle, Hasta que menos tema La cura del maestro y su crueza. Que aun está el apostema Quebrante la braveza Del pecho empedernido Con largo y tierno llanto : Iréme yo entretanto A requerir de un ruiseñor el nido, Y estará presto en manos de Gravina. CAMILA. Si desta tierra no he perdido el tino, Por aquí el corzo vino, que ha traido Despues que fué herido atras el viento. Lleva de tal herida lastimado ? La flecha enherbolada iba mostrando. |