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con el mundo por premio de los desta vida, porque no le falte al humor humano su movimiento. Tal es Dios, y tan padre, que nos pone, como á niños, juguetes (tales son todos, esto bajo en comparacion del premio mayor) para llevarnos con nuestro humor á lo que nos conviene. No sé si digo algo, ó si me pierdo. Pero eso me deberá usted; que en mi lengua es el mayor encarecimiento decir que uno se perdió por otro. Pero vengo á la pregunta del cuento del emperador Carlos V; que es el fin y será el remate desta carta. Y á la verdad es muy al propósito, y tal, que le podrian tomar todos los reyes por un consejo saludabilísimo.

Cuando el Emperador llegó á España bien mozo, como fué recibido con la veneracion debida, fué tambien mirado muy atentamente de los grandes, de que habia muchos mucho grandes en valor y juicio. No sé si tantos de aquellos despues; que no todos los años son fértiles igualmente. Iban considerándole el natural, para ver qué rey les venia y como habrian de usar dél en su oficio, con el conocimiento de la persona: curiosidad natural y conveniente á los vasallos para su fin, como al príncipe el cuidado de no descubrirse del todo para el suyo. En el discurso de los primeros meses iban echando de ver que descubria afectos particulares como cualquier otro hombre; que se enojaba privadamente con el oficial por el jubon estrecho; que se enfadaba por la bota ancha; que se desabria por lo frio de la vianda; que se desgustaba por lo caliente de la bebida, y esto con la cólera tan descompuesta algunas veces, como lo pudiera hacer el hombre mas privado. A los grandes, que iban atentos al conocimiento del natural del príncipe, para su intento de saber lo que tenian en él, y adonde podian llegar con sus fines naturales á su estado, comenzóles á parecer que tenian lo que habian menester, si así era en todo. Pero pasando adelante con la misma atencion y curiosidad en las mayores acciones, hallaron que, viniéndole al oido excesos de algunos, atrevimientos de otros, avisos de sus ministros sobre cosas de sus reinos que pudieran alterarle, oia con paciencia, pedia consejo, disimulaba el enojo ó el afecto, que podia haber recibido alteracion del caso ó del aviso. Habiendo considerado esto aquellos grandes, y que no les salia el luego de la esperanza que habian concebido del natural abierto de la persona para la posesion del mismo en el oficio de rey, es de saber, que un dia le acometieron en buena ocasion los que mas familiarmente le hablaban, con el tiento y paciencia que aquella nacion tiene natural, y á su coyuntura encajaron su razon: Señor (diciendo),

¿quereis que os digamos: Habemos notado, despues que venistes, en vuestras acciones privadas, que sois hombre como cada uno de nosotros en enojaros, en enfadaros, en alteraros en las cosas privadas y personales: pensábamos que habia de ser de lo mismo en las públicas y en las de vuestro oficio, y hallamos lo contrario mucho, que ha causado gran satisfaccion (así lo decian, y así se ha de decir, aunque así no sea), que vemos la entereza con que oís los negocios y todo lo que es vuestro oficio, sin alteracion alguna, aunque os la puedan causar?" El emperador les respondió pocas palabras: ¿Pues no sabíades, dijo, que la persona de los reyes se puede enojar, pero no el oficio? Palabras llenos de alma, de salud, de consejo, á príncipes supremos. He ahí el cuento. Adios, señor, y no me estruje mas usted; que no hay sustancia para tanto, y quedar ha sin crédito mi pobre fuente si me la agotan; que el manantial es corto y mana poco á poco, aunque de agua viva y clara. ¿No lo es la que va en esta carta? Tal ha de ser lo que se dijere á los reyes, pues errar en las medecinas que se les dan, es errar contra toda la especie: cargo casi irremisible. Por eso no se burlen los que poseen el oido de reyes; que se les volverán los mas ricos metales en carbones, como dineros de duende.

A Doña Juana Coello, mi muger.

Si de allá no se puede escribir ni gozar desta respiracion de absentes, acá no hay pena por estos actos naturales. Yo respondo á lo que oigo en espíritu de quejas de usted, y de esos hijos inocentes, desde ese silo de tinieblas, desde esa sombra de la muerte. Y aun efecto es natural para haberlas podido oir sensiblemente, pues las voces y los gritos desde las cuevas hondas y escondrijos de la tierra retumban y resueñan mas fuertes. Débele de haber parecido á usted que yo he peregrinado por jardines, ó reposado en camas de flores; y digo que no he hecho otra cosa que andar de puerta en puerta, pidiendo el pan de mi alma, favor y ayuda al rescate de esas almas captivas, no con otra fuerza, sino con la ofensa de la honra de Dios, de que se le haga nadie compañero en la tierra, y de que que se le ursurpe su jurisdiccion; y con el privilegio de la naturaleza en la mano, como pobres que piden limosna con licencia, y con sus quejas de que la hagan tirana y rebelde á su criador, captivando contra todas sus leyes las almas que no están debajo de su districto. En esto he andado, en esto me he ocupado, y si

Span. Handb. I.

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sin provecho visible hasta agora, quizá está el provecho en no haber provechado, para que Dios arrebate el juicio desta causa, y que remueva á los hombres con las demostraciones que él sabe y suele, la memoria de ley natural, del límite del poder humano, de que él solo es el Señor absoluto, y que no hay otro Dios sino él en la tierra, como ni en el cielo.

Cervantes.

Miguel de Cervantes Saavedra, der grösste Dichtergeist, welchen Spanien hervorgebracht hat, wurde zu Anfang des October 1547 geboren. Der Tag seiner Geburt ist unbekannt, erweisslich aber ist, dass er am 9. October getauft wurde. Auch der Ort, wo er das Licht der Welt erblickte, war früher nicht mit Sicherheit anzugeben, und acht Städte stritten sich um diesen Ruhm,*) der von den neueren Forschungen in unverwerflichen Documenten der Universitätsstadt Alcalá de Henáres zuerkannt werden musste. Die Familie Cervantes, welche dem Stande der hijosdalgo angehörte, stammte ursprünglich aus Galizien. Welche Umstände sie bewogen, nach Castilien überzusiedeln, weiss man nicht; Mitglieder der Familie aber werden seit dem 13. Jahrhundert in der Kriegsgeschichte Spaniens mehrfach genannt. Miguel de Cervantes war das jüngste von vier Kindern des Rodrigo Cervantes und der Doña Leonor de Cortinas, die in Alcalá in ziemlich beschränkten Umständen lebten.

Von der Jugend des grossen Dichters wissen wir wenig. Er selbst sagt uns, dass er von Kindheit auf eine grosse Liebe zum Wissen gehabt und einen solchen Geschmack am Lesen gefunden, dass er jedes zerrissene Stückchen bedrucktes oder beschriebenes Papier vom Boden aufgehoben habe. Eben so wissen wir von ihm selbst, dass ihm die Schauspiele des Lope de Rueda, des Schöpfers des spanischen Dramas, dessen kunstlosen Vorstellungen er als elfjähriger Knabe in Segovia und Madrid beiwohnte, hohes Vergnügen gewährten. Nachdem er seine erste Bildung, wahrscheinlich in seiner Vaterstadt erhalten hatte, bezog er die Universität Salamanca,

*) Diese acht Städte waren: Sevilla, Madrid, Lucena, Toledo, Esquivias, Consuegra, Alcázar de San Juan und Alcalá.

wo er zwei Jahre blieb. Später finden wir ihn zu Madrid als Schüler eines damals sehr berühmten Humanisten, Juan Lopez de Hoyos, Professors der lateinischen Sprache an einer Gelehrtenschule daselbst. Als dieser von der Municipalität der Stadt im Jahre 1568 den Auftrag erhielt, die Gedichte, Allegorieen und poetischen Inschriften abzufassen, welche das feierliche Leichenbegängniss der Königin Elisabeth von Valois, Gemahlin Philipps II., in der Kirche de las Descalzas Reales verherrlichen sollten, liess er auch die talentvollsten seiner Schüler sich an dieser Arbeit betheiligen, und der junge Cervantes schrieb bei diesem Anlass fünf kleinere Gedichte und eine Elegie in Terzinen im Namen der ganzen Schule, welche sämmtlich von Hoyos in seinem Berichte über die Feierlichkeit als Productionen,,seines theuren und vielgeliebten Schülers Miguel de Cervantes" veröffentlicht wurden und dadurch für die Nachwelt aufbehalten worden sind. So gering auch ihr poetischer Werth ist, haben sie doch als die ersten bekannten Erzeugnisse des grossen Dichters Anspruch auf unser Interesse. Damals befand sich Giulio Acquaviva, der nachher Cardinal wurde, als päpstlicher Nuntius in Madrid, um dem Könige Philipp das Beileid Pius V. auszudrücken. Acquaviva war ein grosser Freund der Künste und Wissenschaften, und versammelte während seines Aufenthaltes in der spanischen Hauptstadt die dortigen litterarischen Notabilitäten gern um sich. Ob die poetischen Erstlingsversuche des jungen Cervantes seine Aufmerksamkeit erregten, oder ob ein anderer Anlass zum Grunde lag, genug Cervantes trat als Kämmerer (camarero) in die Dienste des Prälaten und begleitete ihn nach Rom. Sehr bald aber gab er diese seinem Geiste und Character allerdings nicht angemessene Stellung wieder auf, und trat in eins der damals in Italien dienenden spanischen Regimenter. Die Gelegenheit zu kriegerischer Thätigkeit, die muthmaasslich ein heisser Wunsch des Jünglings war, stand nahe bevor. Mai 1571 kam zwischen dem Papste, Spanien und der Republik Venedig die sogenannte heilige Ligue gegen die Türken zu Stande. Die Mannschaft des italienischen Geschwaders, welches in spanischen Diensten stand, wurde durch 5000 Mann spanischer Landtruppen verstärkt, und zu diesen gehörte auch die Compagnie des tapfern Hauptmanns Diego de Urbina, in welcher Cervantes diente. Am 7. October 1571 kam es bekanntlich zwischen den vereinigten Mächten und den Türken zu der grossen Seeschlacht bei Lepanto. Cervantes, obgleich seit einiger Zeit an einem Wechselfieber

Im

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