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Quintana.

год дра

Don Manuel José Quintana, der Nestor unter den lebenden Schriftstellern Spaniens, und unter den neueren Dichtern dieses Landes wohl derjenige, dessen Ruf am weitesten über die Gränzen seines Vaterlandes hinausgedrungen ist, wurde im Jahre 1772 zu Madrid geboren. Nachdem er mit Auszeichnung zu Salamanca die Rechte, so wie Litteratur und Philosophie studirt hatte, übte er anfangs in seiner Vaterstadt die Advocatur aus, und wurde später nach der Reihe Fiscalagent der Handelsjunta, Theatercensor, Generalsecretär der Centraljunta und Secretär beim Uebersetzungsbüreau im Ministerium der auswärtigen Angelegenheiten. Zur Zeit der ersten Cortesregierung war er Mitglied der obersten Censurjunta, nahm den lebhaftesten Antheil an dem Befreiungskriege, und verfasste während desselben die meisten Manifeste und Proclamationen der Cortes. Im Jahr 1808 redigirte er die Zeitschrift Variedades de ciencias, literatura y artes, und war thätiger Mitarbeiter an dem von mehreren ausgezeichneten Vaterlandsfreunden gegründeten Semanario patriótico, einem Blatte, welches besonders den Zweck hatte, den Geist der Nationalunabhängigkeit im spanischen Volke zu erwecken und zu nähren. Als im Jahre 1814 Ferdinand VII. nach Spanien zurückkehrte und so vielen edlen Männern, deren Anstrengungen und Hingebung der erbärmliche Fürst die Möglichkeit der Rückkehr verdankte, mit dem schnödesten Undanke lohnte, musste auch Quintana den Irrthum büssen, die Sache seines sogenannten legitime n Souveräns mit der Sache der Nation für identisch gehalten zu haben. Er wurde verhaftet und auf die Festung Pampeluna gebracht, wo er sechs trübselige Jahre verlebte, bis die Umwälzung von 1820 ihm die Freiheit verschaffte. Er erhielt seine Aemter zurück und ein Jahr darauf noch das eines Präsidenten der Generalstudiencommission. Nach der Wiederherstellung des früheren

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Regiments verlor er jedoch alle diese Stellen abermals, zog sich, aus der Hauptstadt verwiesen, auf sein Familiengut in Estremadura zurück, und lebte daselbst bis 1828, wo ihm die Rückkehr nach Madrid verstattet wurde. Im Jahre 1829 wurde er Mitglied des Directionsrathes des naturhistorischen Museums, 1833 wieder Secretär beim Uebersetzungsbüreau, und endlich einige Jahre später zum Mitgliede der Kammer der Proceres und zum Staatsrathe ernannt. Er lebt noch jetzt in hohem Alter zu Madrid.

Als Schriftsteller machte sich Quintana schon im Jahre 1795 durch einen Band „Poesias" bekannt. Diesen folgte 1801 seine Tragödie el duque de Viseu, nach dem Englischen des Monk Lewis, die aber nur beschränkten Beifall fand, und 1802 abermals ein Band Gedichte. Mehr Glück als sein erstes Schauspiel machte 1805 seine vaterländische Tragödie Pelayo. Im Jahre 1807 erschien der erste Band seiner Vidas de Españoles célebres, die zu den besten neueren Prosawerken der Spanier gehören. Ein Jahr darauf machte er sich durch eine geschmackvolle Blumenlese aus den spanischen Dichtern u. d. T.: Poesias selectas castellanas, desde el tiempo de Juan de Mena hasta nuestros dias. Madrid, 1808. 3 Bnde. 8. (nachgedruckt Perpiñan 1817. 4 Bnde. 12.) verdient, die er später bedeutend vermehrte (Madrid, 1830. 4 Bnde. 8.) und mit einer Fortsetzung, eine Blumenlese aus den epischen Dichtern enthaltend (Musa épica castellana. Madrid, 1833. 2 Bnde. 8.), versah. Die ganze Sammlung wurde zu Paris 1840 in 2 Bndn. 8. wieder abgedruckt. Von seinen eigenen Gedichten erschien 1821 die dritte Ausgabe u. d. T.: Poesias de M. J. Quirtana, inclusas sus tragedias el Duque de Viseu y el Pelayo. Madrid, 1821. 2 Bnde. 8., (wiederabgedruckt zu Bordeaux 1825. 8.) In dasselbe Jahr fällt die Abfassung seiner drei Tragödien aus der spanischen Geschichte: Roger de Flor, Blanca de Borbon und El principe de Viana. Endlich erschien 1831 der zweite, und 1833 der dritte Band der Vidas de Españoles célebres (Madr. 8.). Das ganze Werk ist zu Paris 1845 in einem Bande in gr. 8. wiederabgedruckt. Wir theilen aus demselben unten die Lebensbeschreibung des berühmten spanischen Helden, Guzman, mit dem Beinamen der Gute, mit, da der beschränkte Raum uns leider nicht verstattet, die noch interessantere aber für unser Handbuch zu umfangreiche des unglücklichen Prinzen von Viana aufzunehmen.

Guzman el Bueno.

Reinaba en Castilla Alfonso el sabio, y era ya el tiempo en que la suerte habia convertido las glorias de sus primeros años en una amarga serie de desventuras. Fué la señal de ellas su viaje a Francia en demanda del imperio de Alemania; pues aunque habia arreglado las cosas para que en su ausencia no padeciese el estado, todos los males se desataron á un tiempo para desconcertar las medidas de su prudencia. Los moros de Granada rompen las treguas ajustadas con él, y llamando en su ayuda á Aben Jucef, rey de Fez y de Marruecos, inundan la Andalucía, llevándola toda á fuego y sangre: Don Nuño de Lara, comandante en la provincia, muere en una batalla: el príncipe heredero, gobernador del reino, fallece en Villareal: y el arzobispo de Toledo, Don Sancho, que salió con un ejército á encontrar al enemigo, empeña un combate con mas ardimiento que prudencia, y es hecho prisionero, y despues muerto.

Debió en tal conflicto la monarquía su salud al señor de Vizcaya Don Diego Lopez de Haro, que con toda la nobleza castellana bajó en socorro del mediodia; y á la actividad y acertadas medidas del infante Don Sancho, hijo se gundo del rey. Con Don Lope vino entónces Don Alonso Perez de Guzman, jóven de veinte años, nacido en Leon de Don Pedro de Guzman, Adelantado mayor de Andalucía, y de una noble doncella llamada Doña Teresa Ruiz de Castro. El señor de Vizcaya atajó el ímpetu de los bárbaros, los derrotó junto à Jaen, y vengó la muerte del arzobispo. Este fué el primer combate en que se halló Guzman; y no solo se señaló por sus hechos entre todos, sino que tambien tuvo la fortuna de hacer prisionero al moro Aben Comat, privado de Jucef, lo cual fué gran parte para la conclusion de la guerra. Porque vuelto Alfonso de su inútil viaje, y escarmentados los enemigos con aquel descalabro, empezaron á moverse condiciones de concierto; y Guzman, que fué el ministro de esta negociacion, pudo con el influjo de Aben Comat, ántes cautivo suyo y ya su amigo, ajustar (1276) con el rey berberisco treguas por dos años.

En celebridad de este suceso se hizo un torneo en Sevilla delante de la corte, donde del mismo modo que en la batalla, Guzman se llevó la prez del lucimiento y bizarría. Llegada la noche, el rey, que no habia presenciado la fiesta, preguntó á sus cortesanos quien se habia distinguido mas en

Span. Handb. I.

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ella: á lo que contestó un hermano mayor de Guzman, que se habia criado en palacio: „Señor, mi hermano Alonso Perez ha ganado hoy á muchos." Pareció mal esta razon á todos, y mas que á nadie á Guzman, que creyó ver motejada en ella la ilegitimidad de su nacimiento; porque entonces llama ban hijos de ganancia á los que nacian de mugeres no veladas. Viéndose, pues, sonrojado así delante de los reyes, de las damas y caballeros presentes, respondió mal enojado: ,,Decís verdad, soy hermano de ganancia, pero vos sois y sereis de pérdida; y si no fuera por respeto a la presencia de quien nos hallamos, yo os daria á entender el modo con que debeis tratarme. Mas no teneis vos la culpa de ello, sino quien os ha criado, que tan mal os enseñó.“ El rey, á quien al parecer iba arrojada esta queja, dijo entónces:,,No habla mal vuestro hermano, que así es costumbre de llamar en Castilla á los que no son hijos de mugeres veladas con sus maridos." ,,Tambien es costumbre de los hijosdalgo de Castilla," replicó él, „, cuando no son bien tratados por sus señores, que vayan á buscar fuera quien bien les haga: yo lo haré asi; y juro no volver mas hasta que con verdad me puedan llamar de ganancia. Otorgadme, pues, el plazo que da el fuero á los hijosdalgo de Castilla para poder salir del reino, porque desde hoy me desnaturalizo, y me despido de ser vuestro vasallo." Quiso reducirle el rey; mas siendo vanos sus esfuerzos, hubo de concedirle el plazo que pedia, y al fin de él Guzman se salió de Castilla acompañado de algunos deudos y amigos.

En las estrechas relaciones que habia entónces entre las dos naciones que se disputaban el señorío de España, era muy comun ver á los caballeros cristianos irse á servir á los moros, y á los moros venir à los estados de los cristianos. Estaba todavía en Algeciras Aben Jucef; y Guzman se resolvió á seguirle, prometiéndole que le asistiria en todas sus empresas, ménos contra el rey de Castilla ó cualquiera otro principe cristiano. El monarca berberisco recibió á él y á sus compañeros con el mayor agasajo; y dándole el mando de todos los cristianos que estaban a su servicio, se le llevó al Africa consigo.

La primera expedicion en que le ocupó fué la de ir á sujetar los árabes tributarios de su imperio, que debiéndole ya dos años de contribuciones, se resistian á pagarlas. Estos árabes, siguiendo siempre la costumbre de andar divagando, no tenian asiento ni domicilio fijo; no pagaban jamas sino forzados; y entónces, orgullosos con su muchedumbre, llevaron

la insolencia hasta amenazar al rey de Fez que le quitarian la corona. Guzman, encargado de reducirlos, propuso á Aben Jucef que comprase ó hiciese dar libertad á todos los cautivos cristianos que hubiese en la ciudad, los cuales agregados á sus soldados, bastarian á sujetar á los rebeldes, sin necesidad de llevar moros consigo. Hizolo así el rey; y los cristianos salieron en busca de los árabes, á quienes arremetieron, y con grande estrago ahuyentaron hasta sus tiendas. Espantados y escarmentados sus alfaquíes, vinieron al campo de Guzman, y no solo entregaron las pagas que debian, sino que añadieron muchos dones para sus vencedores, á fin de que los dejasen en sosiego. Con esto dieron la vuelta á Fez, y el rey hizo generosamente merced de una de las pagas á Guzman, el cual la partió con sus soldados.

Con este servicio, con su prudencia y sus demas virtudes, se hizo un lugar tan distinguido en aquella corte, que Aben Jucef ponia en él toda su estimacion y confianza. El poder y autoridad que allí disfrutaba resonaban en Castilla, á tiempo que la monarquía, desgarrada en dos facciones, estaba en el punto de padecer una revolucion lastimosa. En medio de las prendas eminentes que adornaban á Alfonso el sabio, veíase en sus consejos y determinaciones una irresolucion y una inconstancia muy agenas del carácter entero y firme, que tan respetable habia hecho á su padre. A los dos grandes errores de su reinado, la alteracion de la moneda, y la aceptacion del imperio, añadió al fin de sus dias la intencion de variar la sucesion del reino, solemnemente declarada en cortes á favor de su hijo Sancho. Es verdad que esta declaracion habia sido hecha en perjuicio de los hijos del príncipe heredero Don Fernando de la Cerda, muerto en Villareal al tiempo de la invasion de los moros. Pero Sancho habia defendido el estado; y el vigor y la prudencia que manifestó en aquella ocasion, ganándole las voluntades de los grandes, de los pueblos, y aun del rey, fueron recompensados con llamarle á la sucesion, excluyendo de ella á sus sobrinos. Si esto fué una injusticia, ya estaba hecha; y cualquiera innovacion iba á causar una guerra civil; porque Sancho no era hombre de dejarse despojar tranquilamente del objeto de su ambicion, conseguido ya por sus servicios. Estaban anteriormente encontradas las voluntades de hijo y padre con disgustos domésticos, enconados miserablemente por los mismos que debieran concertarlos. Así cuando el rey propuso una nueva alteracion en la moneda, y que se desmembrase el reino de Jaen para darle á uno de sus nietos, rompió por

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