ley, ha entrado en el terreno de la posibilidad y pronto conoceréis las estadísticas, que os pongan al tanto de una situación visiblemente en pleno desarrollo. Nos ayudaréis á acelerarlo, porque en esta materia, lo sabemos, ninguno de vosotros escatimará ni su buena voluntad ni su deseo de demostrarla prácticamente. Como que es un asunto vital para la Patria. Escuelas de Instrucción Primaria Superior. Por encima de la escuela elemental y de sus dos programas, hallaréis la instrucción primaria superior. El criterio de unidad que ha presidido á la creación de nuestras instituciones escolares, el concepto de que constituyen. un solo cuerpo que reproduce en el espacio la evolución del tiempo, viviendo simultáneamente su infancia en la instrucción primaria, su adolescencia en la secundaria y su juventud plena en la profesional, ha traído como consecuencia forzosa, que unas se consideren como preparación necesaria de las otras; pudiera decirse que nuestro sistema escolar se compone de una serie de escuelas preparatorias. Este punto de vista exclusivo, ha sido perjudicial; ya el ilustre fundador de la Escuela Preparatoria, reobraba contra él, considerando su obra no sólo como una preparación común á diversas escuelas profesionales, sino, esencialmente, como una preparación á la vida: preparar abogados y médicos, solía decir, es lo secundario; preparar hombres es lo que importa antes que todo. De esta rectificación de un concepto adulterado, ha venido la idea de considerar los grados de la escala escolar como puntos de llegada y de tránsito á la vez, como fines y como medios. Hay un inmenso grupo de hombres que no puede pasar de la instrucción elemental todavía; era preciso hacer de ella una preparación á la vida moral, intelectual y física, completa en sí misma, aunque reducida. Por eso nuestro empeño en abrir ante los educandos el libro de la ciencia, madre de la civilización, sin la cual ni es posible explicarse el mundo natural, ni el artificial tampoco; enseñar á leer es dar el habla á los mudos, las nociones científicas dan la vista á los ciegos. Cuantos llegan á la escuela primaria superior, encuentran otro ciclo de preparación para la enseñanza secundaria que aquí llamamos preparatoria por antonomasia, y pueden, sin embargo, dar por terminada su educación escolar con los dos primeros años que son comunes para todos y que han servido para ampliar y consolidar á la vez los conocimientos elementales. Pero no nos hemos contentado con eso; hemos querido subdividir y especificar, en otros dos años, agregados á los que constituyen el elemento común, ciertos ramos del conocimiento, de primera utilidad práctica en nuestro país: la agricultura, la industria, el comercio, la minería, enseñadas de un modo elemental por medio de lecciones exclusivamente prácticas, es decir, inferidas de la experiencia misma de los alumnos, serán el objeto de esa novísima instrucción complementaria, francamente educativa y proporcionadora de sólidos medios de combate en la existencia. II Necesidad de formar profesores.-Escuelas Normales. Pudiera decirse que el período de las grandes reformas en la enseñanza primera, iniciado por la discusión de la ley de instrucción obligatoria en las Cámaras, comenzó á entrar en la realidad, para el país entero, con la reunión de los congresos pedagógicos de 89 y 90, que el que os dirige la palabra tuvo la alta honra inmerecida de presidir. En estos congresos, que han dejado hondísima huella en el progreso escolar de la República, y cuyos debates constituyen todavía el libro de consulta de cuantos intentan reformas viables, el problema, casi insoluble por lo difícil, de la transformación alfabética del pueblo, tuvo como factor principalísimo, la falta poco menos que absoluta de maestros. La creación ó la conversión de las Escuelas Normales en verdaderos seminarios de pedagogía práctica data de aquí. Se recurrió, para llevar á cabo estos planes, á quienes estaban instruídos por la experiencia aun cuando no fueran mexicanos. Desechando las sugestiones del más insensato y malsano de los patriotismos, sintomático de debilidad medular en los pueblos sentenciados á raquitismo crónico, el Estado más ardientemente progresista de la República, se empeñó en crear un modelo de institución normal, confiándolo á las manos peritísimas de un profesor helvético, y á este modelo tendieron á conformarse, de más o menos cerca, la mayor parte de las escuelas normales de los otros Estados. Las del Distrito Federal, tomaron otros rumbos; la de señoritas, escuela normal verdaderamente improvisada, tuvo un éxito extraordinario; pero era fácil percibir las deficiencias de los programas en la calidad de muchas de las profesoras: la de varones no tuvo éxito casi, si se ponían en parangón los sacrificios económicos del Gobierno para sostenerla y el número apenas perceptible de profesores en ella formados. A remediar estos gravísimos males ha acudido recientemente la solicitud del poder público, imprimiendo nueva dirección á todo el sistema de enseñanza normal y unificándolo, precisamente, en las manos del creador de la escuela típica á que aludí antes; la nueva ley reglamentaria del normalismo en la escuela de varones está expedida ya; todo en ella se orienta hacia la pedagogía: no hay una sola de las enseñanzas que no esté animada del mismo espíritu y marche hacia el mismo fin: crear maestros, y no hay ninguna de las enseñanzas especialmente pedagógicas, que no tenga un carácter eminentemente práctico y de aplicación. Necesidad de dar mayores alicientes al profesorado primario. Pensiones.-Retiros y jubilaciones.-"Legión de honor escolar." Pero sería injusto atribuir el fracaso de la Escuela Normal de Maestros á la insuficiencia de los programas y reglamentos; parte principalísima en ello ha sido el poco aliciente que el profesorado primario tiene para los jóvenes, y á combatir este mal ha estado atento el Gobierno, ya multiplicando las pensiones que pronto y bajo vuestros auspicios quedarán debidamente organizadas en lo que mira á los deberes y compromisos de los alumnos maestros, y á su sanción, ya procurando establecer una escala de remuneraciones crecientes para los maestros y reglas para sus pensiones de retiro ó jubilaciones. La ley promete además, ciertos distintivos y honores para estos verdaderos héroes del combate contra la ignorancia, meritísimo y obscuro; muchos maestros reclaman el cumplimiento de estas disposiciones y sería desconocer la naturaleza humana no atribuir á este móvil de las acciones morales toda su importancia. A dársela entera obedece el pensamiento en estudio de crear una verdadera “legión de honor escolar" (para darle un dictado universalmente conocido y glorioso) con sus grados y sus derechos y obligaciones especiales, cuyo gran maestre será el Jefe del Estado y el Ministro del ramo su primer canciller. Por supuesto que estas distinciones deberán generalizarse (si el gobierno adoptase el pensamiento) á todos los grados y formas de la enseñanza y de los servicios á la educación nacional. Nada debe omitirse para alentar al profesorado primario y para darle realce á sus propios ojos y á los de la Nación; en el Estado laico, según una frase que no por haberse trivializado, deja de explicar una verdad, los maestros de escuela ejercen un verdadero sacerdocio, tienen "cura de almas;" forman, en los grupos cada vez más numerosos de los escolares, un alma colectiva destinada á ser mañana el alma misma de la Patria. Y no sabremos decir si hay cierta paradoja en afirmar que el maestro de escuela triunfó en Sadowa; pero sí es evidente que triunfa día á día en el combate económico que levanta á gigantesca altura á los Estados Unidos de América y al Imperio Germánico en Europa; que ha sido el obrero silencioso y firme del resurgimiento francés, y que, por los maestros, se infiltra en las masas japonesas la civilización occidental, en tantas de sus manifestaciones mejorada acaso, al pasar á su forma insulo-asiática. Así es que bonificar sin tregua la situación no sólo material, sino mental y moral de los institutores, será vuestra preocupación constante; es la del Gobierno, os lo repito, es la de los encargados de la dirección inmediata de las escuelas primarias en el Distrito y Territorios, sobre todo del pedagogo modesto y digno de todo encomio que hoy está al frente de estas oficinas creadas por el laboriosísimo Dr. Ruiz. Hasta hoy sólo hemos tenido tiempo de conocer bien la situación de los planteles oficiales, haciéndonos cargo de sus necesidades; pronto os propondremos los medios de mejorar un estado que dista mucho del ideal de los higienistas y pedagogos. Santa y fecunda será la labor que de consuno realicemos en este campo en que la cosecha es el destino de la República. Necesidad de depurar y orientar mejor el plan de estudios de la Escuela Normal de Profesoras. Si la Escuela Normal de varones apenas produce maestros hasta hoy, en cambio la de señoritas envía á la corriente profesional un contingente anual que pronto la hará desbordar; era inevitable. Lo que tiene de noble y bueno el feminismo, consiste en el propósito de conquistar definitivamente para la mujer los medios que la lleven á dar cima á su misión social en el mismo grado que el hombre ha conquistado los suyos; si no idénticos derechos, porque esto equivaldría á suprimir socialmente la distinción natural de los sexos, sí derechos de la misma calidad: la educación, la plena capacidad física, la libertad positiva acotada por la responsabilidad y la igualdad de armas en la lucha de la existencia. Por ella las mujeres corren y se aglomeran en todas las encrucijadas de donde parten caminos hacia el trabajo honrado; nunca como hoy esta diligencia por colaborar con el hombre en el sostenimiento del grupo familiar ó de hacerse cargo de él ó de no ser una carga para los padres ó los hermanos que viven de su labor cotidiana, ha asumido tamañas proporciones. Y naturalmente, instintivamente, las mujeres se dirigen hacia las tareas educativas, hacia el cuidado moral y material de los niños; á todo prefieren esto; para nada son más aptas. Y lo que ponen en el desempeño de este empeño, de afán, de gracia, de inteligencia y de abnegación, es verdaderamente maravilloso. La mujer mexicana salva á nuestra sociedad; dotada de una aptitud infinita de emoción y de amor, logra reparar por donde quiera las bancarrotas morales, los desastres sociales, las faltas voluntarias y las involuntarias del hombre; y lo sé bien, porque se me presentan casos todos los días, de pobres muchachas, maestras de escuela, que se pasan la vida en tremenda fatiga para dar pan á la familia huérfana ó náufraga, gracias a la enfermedad del padre, al alcoholismo del hermano, al desamparo de todos. Cuando he oído estas historias, y las oigo todos los días, se me contrista el espíritu; pero dirijo la vista hacia el porvenir y se renueva mi fe en una patria que cuenta en la obscura, inmensa base que el océano social cu bre, con estos corazones, con estas voluntades, con estas mu jeres. |