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ha tomado el adobo? Mi camarada dijo: no lo hace el adobo, sino que este gentilhombre se ha criado con rosquillas de alfajor y huevos frescos, y todo se le hace duro y malo. Encogí los hombros y callé, pareciéndome que ya era otro mundo, y que á otra jornada no habia de entender la lengua; pero no me satisfice: con esto quedé como resabiado, sin saber de qué. Y entónces me vino á la memoria el juramento tan fuera de tiempo que hizo la noche ántes, afirmando que era ternera. Parecióme mal, y que por solo haberlo jurado mentia; porque la verdad no hay necesidad que se jure, fuera del juicio y de mucha necesidad: demas, que toda satisfacion prevenida sin queja es en todo tiempo sospechosa. No sé qué me tuve ó qué me dió, que aunque realmente de cierto no concebí mal, tampoco presumí algun bien. Fué un toque de la imaginacion, en que no reparé ni hice caso.

CO

Pedí por la cuenta; mi compañero dijo que la dejase, que el daria recaudo; híceme á una parte, dejélo creyendo ser amistad, y que de tan poco escote no me lo queria repartir. Quedéle agradecidísimo entre mí, sin cesar de cantarle alabanzas, que tan franco se mostró desde que me halló en aquel camino, dándome graciosamente caballería y de comer. Parecióme que todo habia de ser así, hallando en toda parte quien me hiciera la costa y llevara caballero. Alentéme, mencé de olvidar la teta, como si acíbar me pusieran en ella y en todas las cosas que dejaba; y porque no se dijese por mí que de los ingratos estaba lleno el infierno, en tanto que él pagaba, quise comedirme, llevándole á beber los asnos; volvílos á sus pesebres, para que en cuanto los aparejaban comiesen algunos bocados, y acabasen la cebada; ayudéle á todo, estregándoles las frentes y orejas. En tanto que me ocupaba en esto tenia mi capa puesta sobre un poyo, y como azogue al fuego ó humo al viento, se desapareció entre las manos, que nunca mas la ví ni supe della. Sospeché si el huésped ó mi compañero por burlarme la hubiesen escondido ; ya pasaba de burlas, porque me juraron que no la tenian en su poder, ni sabian quien la tuviese, ni donde podia estar; miré acia la puerta; estaba cerrada, que no la habian abierto; allí no habia mas de nosotros y el solo huésped; parecióme, y fué imposible faltar, que la habria puesto en otra parte, donde no me acordaba: dime á buscar todo el meson, y andando del patio à la cocina, voy á parar á un trascorral, donde estaba una gran mancha de sangre fresca, y luego allí junto estendido un pellejo de muleto, cada pié por su parte, que aun estaban por cortar: tenia tendidas las orejas, con

toda la cabeza de la frente; luego á par della estaban los huesos de la cabeza, que solo faltaban la lengua y sesos: al punto confirmé mi duda. Salgo en un punto á Hamar á mi compañero, á quien, cuando le enseñé los despojos de nuestro almuerzo y cena, dije: ¿paréceos agora, que no es esto alfajor ni huevos frescos lo que los hombres comen en sus casas? ¿Esto era la ternera que con tanta solemnidad me alabastes, y el huésped regalador que prometistes? ¿Qué os parece de la cena y almuerzo que nos ha dado? ¿Y qué bien os ha tratado el que no vende gato por conejo ni oveja por carnero; el de la cara sin vergüenza, descubierta por todo el mundo; el que blasfemaba de la ventera y de su mal trato? El se quedó tan corrido y admirado de lo que vió, que enmudeció, y bajando la cabeza, se fué para comenzar á caminar; tal se puso, que en todo aquel dia, hasta que nos apartamos, nunca palabra le oí, mas de para despedirnos, y esa que habló entónces, hubiérala de echar por los ijares, como sabreis adelante.

Aunque para mí fué la pena, que cada uno podrá imaginar, si acaso semejante le aconteciera; con todo eso, para estancar aquellos flujos de risa, con que por momentos me atravesaba el alma, holgué de mi desventura, que por lo que le tocaba ya no me atormentará tanto. Con esto, y creer que fuese sueño pensar que no tuviese mi capa el huésped, tomé alguna osadía. Tanto puede la razon, que aumenta las fuerzas y anima los pusilánimes. Comencé con veras á pedirla, y él con risitas á negármela; hízome descomponer, hasta que lo hube de amenazar con la justicia; pero no le toqué pieza ni hablé palabra de lo que habia visto. Como él me vió muchacho, desamparado y un pobreto, ensoberbecióse contra mí, diciendo que me azotaria, y otros oprobrios dignos de hombres cobardes y semejantes; mas como con los agravios los corderos se enfurecen, de unas palabras en otras venimos á las mayores, y con mis flacas fuerzas y pocos años arranqué de un poyo y tiréle medio ladrillo, que si con el golpe le alcanzara, y tras un pilar no se escondiera, creo que me dejara vengado; mas él se me escapó y entró corriendo en su aposento, de donde salió con una espada desnuda. Mirad quien son estos feroces, que ya no trata de valerse de sus tan fuertes brazos y robustos contra los débiles y tiernos mios. Olvidósele el azotarme, y quiere ofenderme con fuerza de armas, siendo un simple desarmado pollo. Vínose contra mí, que ya temiéndome de lo que fué, me previne de dos guijarros, que arranqué del empedrado del suelo; él cuando

me vió con ellos en las manos, fuése deteniendo. A la grita y vocería, el meson alborotado, se convocó todo el barrio, acudieron los vecinos, y con ellos gran tropel de gente, justicia y escribanos: eran dos alcaldes, llegaron juntos, queria cada uno advocar á sí la causa y prevenirla; los escribanos por su interese decian á cada uno que era suya, metiéndolos en mal. Sobre á cual pertenecia, se comenzó de nuevo entre ellos otra guerrilla, no ménos bien reñida ni de menor alboroto; porque los unos á los otros desenterraron los abuelos, diciendo quienes fueron sus padres, no perdonando á sus mugeres propias, y las devociones que habian tenido, quizá que no mentian, ni ellos querian entenderse, ni nosotros nos entendiamos.

Llegáronse algunos regidores y gente honrada de la villa, pusiéronlos en paz, y asieron de mí, que siempre quiebra la soga por lo mas delgado: el forastero, el pobre, el miserable, el sin abrigo, favor ni reparo, de ese asen primero. Quisieron saber qué habia sido el alboroto y por qué; pusiéronme á una parte, tomáronme la confesion de palabra, dije llanamente lo que pasaba; pero porque podian oirme algunos, que estaban cerca, me aparté con los alcaldes, y en secreto les dije lo del machuelo. Ellos quisieron verificar primero la causa, mas pareciéndoles haber tiempo para todo, comenzaron las diligencias por la prision del mesonero, que bien descuidado estaba de poder ser por aquel delito, y creyendo solo era por la сара, lo hacia todo risa, como cosa de burla, por la falta de informacion que habia, Ꭹ de quien contestara con el arriero de haberme visto entrar allí con ella. Mas

como viese que poco á poco salian á plaza los pedazos de adobo, pellejo y zarandajas del machuelo, quedó helado, tanto, que tomándole la confesion, viendo presente todos los despojos, confesando de plano, quedó convencido, y confesó en cuanto habia pasado, sin que cosa negase, ni tuvo ánimo para ello; que es muy cierto en los hombres viles, de vida infame y mal trato, ser pusilánimes, de poco pecho, como ántes dije, que sin darle tormento ni amenazándole con él, declaró, sin serle pedido, hurtos y bellaquerías que hizo, así en aquel meson, como siendo ganadero salteando caminos, de donde vino á tener caudal con que ponerse en trato. Yo á todo estaba el oido atento, si de entre la colada salia mi capa; pero con el odio que me cobró, la dejó entre renglones. Hice mil diligencias para que pareciese, ninguna fué de provecho.

Acabadas de tomar nuestras declaraciones del arriero

y mia, por ser forasteros, nos ratificaron en ellas. Y si por la pendencia me habian de llevar preso (como dicen, tras paciente aporreado 1) hubo diversos pareceres, holgaron dello los escribanos, y lo pretendieron; mas uno de los alcaldes dijo haber yo tenido razon y ninguna culpa, que ¿qué me pedian pues iba en cuerpo y me habian quitado la capa? Con esto me mandaron soltar, llevando á la cárcel al mesonero. Nosotros acabamos de aliñar, y seguimos nuestro camino; pasamos por donde los clérigos estaban esperando, cada uno tomó su caballería; contéles el suceso, quedando admirados dello, condoliéndose de mi necesidad; mas como no la podian remediar, encomendaronlo á Dios. Yo y mi compañero con los alborotos y breve partida, que casi salimos huyendo, nos quedamos sin oir misa. Yo la solia oir todos los dias por mi devocion; desde aquel se me puso en la cabeza, que tan malos principios era imposible tener buenos fines, ni podia ya sucederme cosa buena ni hacérseme bien. Y así fué, como adelante lo verás: que cuando las cosas se principian dejando á Dios, no se puede esperar ménos.

1) Nachdem man gelitten hat bekommt man noch Schläge.

Herrera.

Antonio de Herrera y Tordesillas, geboren zu Cuellar im Jahre 1549, war zuerst Secretair des Vicekönigs von Italien, Vespasiano Gonzaga, wurde später von Philipp II. zum ersten Historiographen von Indien und Castilien ernannt, und gegen das Ende seines Lebens von Philipp IV. zum Posten eines Staatssecretairs erhoben. Als solcher starb er zu Madrid am 29. März 1625. Herrera war ein äusserst fleissiger Geschichtschreiber und hat während seines langen Lebens verschiedene, meistens umfangreiche historische Werke verfasst, von denen jedoch nur eins seinen Ruhm dauernd begründet hat. Dies ist seine Geschichte der spanischen Entdeckungen und Eroberungen in der neuen Welt u. d. T.: Historia de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano, welche zuerst zu Madrid 1601-15 in vier Bänden fol. erschien. Sie ist in acht Abtheilungen (Decades) getheilt, wozu als Einleitung noch die Descripcion de las Indias. Madrid 1601. fol. kommt. Diese Geschichte umfasst den Zeitraum von der Entdeckung Americas im Jahre 1492 bis zum Jahre 1554, und ist das reichhaltigste und wichtigste Werk über diesen Gegenstand, da Herrera die besten Quellen zu Gebote standen, die er vortrefflich benutzt hat. Von allen spanischen Schriftstellern" sagt Robertson in seiner History of America ,,hat uns Herrera den genauesten und ausführlichsten Bericht über die Entdeckung Mexicos und andere Ereignisse in America gegeben. Die Sorgfalt und Aufmerksamkeit, mit welcher er nicht nur die schon vorhandenen Geschichts werke, sondern auch die Originalacten benutzt hat, die Licht auf den Gegenstand seiner Forschungen werfen konnten, besonders aber die Unparteilichkeit seiner Urtheile, machen sein Werk höchst schätzbar. Man könnte ihn sogar mit Recht zu den besten Geschichtschreibern seiner Nation zählen, wenn er nicht in seiner Erzählung zu

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