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Y sa

En este vicio y placer estuvo allí el rey Perion diez dias, holgando todas las noches con aquella su muy amada amiga, en cabo de los cuales acordó, forzando su voluntad y las lágrimas de su señora, que no fueron pocas, de se partir. Así despedido del rey Garinter y de la reina, armado de todas armas, cuando quiso su espada ceñir no la halló, y no osó preguntar por ella, como quiera que mucho le dolia, porque era muy buena y hermosa; esto hacia, porque sus amores con Elisena descubiertos no fuesen y por no dar enojo al rey Garinter, y mandó á su escudero que otra espada le buscase, y así armado solamente las manos y la cabeza, encima de su caballo, no con otra compañía sino de su escudero, se puso en el camino derecho de su reino. Pero ántes habló con él Darioleta, diciéndole la gran cuita y soledad en que á su amiga dejaba, y él le dijo: Ay, mi amiga, yo vos la encomiendo como á mi proprio corazon. cando de su dedo un muy hermoso anillo de dos que él traia, tal el uno como el otro, selo dió que le llevasse y trajesse por su amor. Así que Elisena quedó con mucha soledad y con grande dolor de su amigo, tanto que sino fuera por aquella doncella que la esforzaba mucho, á gran pena se pudiera sufrir, mas habiendo sus hablas con ella. algun descanso sentia. Pues así fueron pasando su tiempo, hasta que preñada se sintió, perdiendo el comer y el dormir y la su muy hermosa color. Allí fueron las cuitas y los dolores en mayor grado, y no sin causa, porque en aquella sazon era por ley establecido, que qualquiera muger, por de estado grande y senorío que fuese, si en adulterio se hallaba, no se podia en ninguna guisa escusar la muerte. Y esta tan cruel costumbre y pesima duró hasta la venida del muy virtuoso rey Artur, que fué el mejor rey de los que allí reinaron, y la revocó al tiempo que mató en batalla ante las puertas de Paris al Floyon. Pero muchos reyes reinaron entre él y el rey Lisuarte, que esta ley sostuvieron. Y como quiera que por aquellas palabras, que el rey Perion en su espada prometiere, como se os ha dicho, ante Dios sin culpa fuese, non lo era empero ante el mundo, habiendo sido tan ocultas. Pues pensar de lo hacer saber á su amigo no podia ser, que como él tan mancebo fuese y tan orgulloso de corazon, que nunca tomaba holganza en ninguna parte, sino por ganar honra y fama, que nunca su tiempo en otra cosa pasaba, sino andar de unas partes á otras como caballero andante. Así que por ninguna guisa ella remedio para su vida hallaba, no le pesando tanto por perder la vida del

mundo con la muerte, como la de aquel su muy amado señor y verdadero amigo. Mas aquel muy poderoso señor Dios, por permision del cual todo esto pasaba para su santo servicio, puso tal esfuerzo y discrecion á Darioleta, que ella bastó con su ayuda, de todo le reparar, como agora oireis.

y

Habia en aquel palacio del rey Garinter una cámara apartada de bóveda sobre un rio, que por allí pasaba; y tenia una puerta de hierro pequeña, por donde algunas veces al rio salian las doncellas á holgar, y estaba yerba, que en ella no albergaba ninguno. La cual por consejo de Darioleta Elisena á su padre y á su madre para reparo de su mala disposicion y vida solitaria, que siempre procuraba tener, demandó, y para rezar sus horas sin que de ninguno estorbada fuese, salvo de Darioleta que sus dolencias sabia, que la sirviese y la acompañase; lo cual ligeramente por ellos le fué otorgado, creyendo ser su intencion solamente reparar el cuerpo con mas salud el alma con vida mas estrecha, y dieron la llave de la puerta pequeña á la doncella, que la guardase y abriese cuando su hija por allí se quisiese solazar. Pues aposentada Elisena allí donde oís, con algo de mas descanso por se ver en tal lugar (que á su parecer antes allí que en otro alguno su peligro reparar podia), hubo consejo con su doncella, qué se haria de lo que pariese. ¿Qué, señora? dijo ella. Que padezca, porque vos seais libre. ¡Ay, santa Maria! dijo Elisena ¿y como consentiré yo matar aquello, que fué engendrado por la cosa del mundo que yo mas amo? No cureis deso, dijo la doncella, que si os mataren, no dejarán á ello. Aunque yo como culpada muera, dijo ella, no querrán que la criatura inocente padezca. Dejemos agora de hablar mas en ello, dijo la doncella, que gran locura seria, por salvar una cosa sin provecho, que condenásemos á vos y á vuestro amado, que sin vos no podria vivir; y vos viviendo y él, otros hijos é hijas habreis, que el deseo deste os hará perder. Como esta doncella muy sesuda fuese y por la merced de Dios guiada, pensó antes de la priesa tener el remedio, y fué así desta guisa que ella hubo cuatro tablas tan grandes, que así como arca una criatura con sus paños encerrar pudiese, y tanto larga como una espada, y hizo traer ciertas cosas para un betúmen, con que las pudiese juntar, sin que en ella ningun agua entrase, y guardólo todo debajo de su cama, sin que Elisena lo sintiese, hasta que por su mano juntó las tablas con aquel recio betúmen, y la hizo tan igual y tan bien formada, como si la hiciera un

maestro. Entonces la mostró á Elisena y díjole: Para que os parece que fué esto hecho? No sé, dijo ella. Saber lo heis, dijo la doncella, cuando menester será. Y ella dijo: Poco daria por saber cosa que se hace ni dice, que cerca estoy de perder mi bien y alegría. La doncella hubo gran duelo de así la ver, y viniéndole las lágrimas á los ojos, se le tiró delante porque no la viese llorar. Pues no tardó mucho, que á Elisena le vino el tiempo de parir, de que los dolores sintiendo como cosa tan nueva y tan estraña para ella, en grande amargura su corazon era puesto, como aquella que le convenia no poder gemir ni quejar, que su angustia con ello se doblaba. Mas en cabo de una pieza quiso el señor poderoso, que sin peligro suyo un hijo pariese, y tomándole la doncella en sus manos, vido que era hermoso si ventura hubiese, mas no tardó de poner en ejecucion lo que convenia, segun de antes lo pensara, y envolvióle en muy ricos paños, y púsolo cerca de su madre y trajo allí el arca que ya oistes. Y díjole Elisena: ¿Qué quereis hacer? Ponerlo aquí y lanzar en el rio, dijo ella, y por ventura guarecer podrá. La madre lo tenia en sus brazos llorando fieramente y diciendo: Mi hijo pequeño, cuan grave es á mí la vuestra cuita. La doncella tomó tinta y pargamino é hizo una carta que decia: Este es Amadis sin tiempo, hijo de rey; y sin tiempo decia ella, porque creia que luego seria muerto, y este nombre era allí muy preciado, porque así se llamaba un santo á quien la doncella le encomendó. Esta carta cubrió toda de cera, y puesta en una cuerda se la puso al cuello del niño. Elisena tenia el anillo, que el rey Perion le diera cuando se partió, y metiólo en la misma cuerda de la cera, y así mismo poniendo el niño dentro en el arca, pusieron la espada del rey Perion, que la primera noche que ella con él durmiera la echó de la mano en el suelo y por la doncella fué guardada, y aunque el rey la halló ménos, nunca osó por ella preguntar, porque el rey Garinter no hubiese enojo con aquellos que en la cámara entraban. Esto asi hecho, puso la tabla encima tan junta y bien calafateada, que agua ni otra cosa allí podia entrar, y tomándola en sus brazos y abriendo la puerta, la puso en el rio y dejóla ir; y como el agua era grande y recia, presto la pasó á la mar, que mas de media legua de allí no estaba. A esta sazon el alva parecia, y acaeció una hermosa maravilla de aquellas, que el señor muy alto, cuando á él place, suele hacer. Que en la mar iba una barca, en que un caballero de Escocia iba con su muger que de la pequeña Bretaña llevaba, parida de un

hijo que se llamaba Gandalin, y el caballero habia nombre Gandales. E yendo á mas andar su via contra Escocia, siendo ya mañana clara, vieron el arca que por el agua nadando iba, y llamando cuatro marineros, les mandó que presto echasen un batel y aquello le trajesen, lo cual prestamente se hizo, como quiera que ya el arca muy lejos de la barca pasado habia. El caballero tomó el arca, y tiró la cobertura, y vió el doncel, que en sus brazos tomó y dijo: Este de algun buen lugar es. Y esto decia él por los ricos paños y el anillo y la espada que muy hermosa le pareció, y comenzó á maldecir la muger que por miedo tal criatura tan cruelmente desamparado habia, y guardando aquellas cosas, rogó á su muger que lo hiciese criar, la cual hizo darle la teta de aquella ama que á Gandalin, su hijo, criaba; y tomóla con gran gana de mamar, de que el caballero y la dueña mucho alegres fueron. Pues así caminaron por la mar con buen tiempo enderezado, hasta que aportados fueron á una villa de Escocia, que Antalia habia nombre, y de allí partiendo llegaron á un castillo suyo, de los buenos de aquella tierra, donde hizo criar el doncel, como si su hijo proprio fuese; y así lo creian todos que lo fuese, que de los marineros no se pudo saber su hacienda, porque en la barca, que era suya, á otras partes navegaron.

Amadis y Oriana.

(Amadis, Lib. I. Cap. 4.)

El autor deja reinando á Lisuarte con mucho prez y sosiego en la gran Bretaña, y torna al Doncel del Mar, que en esta sazon era de doce años, y en su grandeza y miembros parecia bien de quince. El servia ante la reina, y así della como de todas las dueñas y doncellas era mucho amado. Mas desque allí fué Oriana, la hija del rey Lisuarte, dióle la reina al Doncel del Mar que la sirviese, diciendo: Amiga, este es un doncel, que os servirá. Ella dijo que le placia. El Doncel tuvo esta palabra en su corazon de tal guisa, que despues nunca de la memoria la apartó; que sin falta así como esta historia lo dice: en dias de su vida no fué enojado de la servir y en ella su corazon fué siempre otorgado, y este amor duró cuanto ellos duraron; que así como la él amaba, así amaba ella á él, en tal guisa que una hora nunca de amarse dejaron. Mas el Doncel del Mar, que no conocia ni sabia nada de como ella le amaba, teníase por muy osado en haber en ella puesto su pensamiento segun la grandeza y her

mosura suya, sin cuidar de ser osado á le decir una sola palabra. Y ella, que lo amaba de corazon, guardábase de hablar con él mas que con otro, porque ninguna cosa sospechasen, mas los ojos habian gran placer de mostrar al corazon la cosa del mundo que mas amaban. Asi vivian encubiertamente, sin que de su hacienda ninguna cosa el uno al otro se dijesen. Pues pasando el tiempo como os digo, entendió el Doncel del Mar en sí, que ya podia tomar armas, si hubiese quien le hiciese caballero, y esto deseaba él, considerando que él seria tal y haria tales cosas, por donde muriese, ó viviendo su señora le preciaria, y con este deseo fué al rey, que en una huerta estaba, é hincando los ynojos le dijo: Señor, si á vos pluguiese, tiempo seria de ser yo caballero. El rey dijo: Como, Doncel del Mar, ya os esforzais para mantener caballería? Sabed, que es ligero de haber y grave de mantener, y quien este nombre de caballería ganar quisiere y mantenerlo en su honra, tantas y tan graves son las cosas que ha de hacer, que muchas veces se le enoja el corazon, y si tal caballero es, que por miedo ó cobardía deja de hacer lo que conviene, mas le valdria la muerte que en vergüenza vivir; y porende ternia por bien, que por algun tiempo os sufrais. El Doncel del Mar le dijo: Ni por todo eso no dejaré yo de ser caballero; que si en mi pensamiento no tuviese de cumplir eso que habeis dicho, esforzaria mi corazon para lo ser, y pues á la vuestra merced soy criado, cumplid en esto conmigo lo que debeis; si no, buscaré otro que lo haga. El rey, que temió que así lo haria, dijo: Doncel del Mar, yo sé cuando os será menester, que lo seais y mas á vuestra honra, y prometo os que lo haré, y en tanto ataviar se han vuestras armas y aparejos. ¿Pero á quien cuidábais vos ir? Al rey Perion, dijo él, que me dicen que es buen caballero y casado con la hermana de la reina, mi señora, y hacer le he saber como era criado della, y con esto pensaba yo que de grado me armaria caballero. Agora, dijo el rey, estad; que cuando sazon fuere, honradamente lo sereis. Y luego mandó que le aparejasen las cosas á la órden de caballería necesarias, é hizo saber á Gandales todo cuanto con su criado le conteciera, de que Gandales fué muy alegre, y embióle por una doncella la espada y el anillo y la carta embuelta en la cera, como lo hallara en el arca, donde á él halló.

no se

Y estando un dia la hermosa Oriana con otras dueñas y doncellas en el palacio holgando, en tanto que la reina dormia, era allí con ellas el Doncel del Mar (que solo mirar

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