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»ceptoris (uni enim mihi legebat), hic emendatoris, uterque »parentis apud me locum obtinens.» (Oper. p. 43.) Pero aunque Valla hiciera grandes servicios á su siglo por sus numerosas traducciones de Autores Griegos, distinguióse mas como latino eminente, adquiriendo inmensa celebridad en este idioma.

Hallándose Lorenzo en la edad de 24 años, y despues de la repulsa que llevó, atendidos sus pocos años, del cargo de Secretario Apostólico, fué á Placencia, como hemos dicho, á recojer la herencia de sus parientes. Entretanto murió el Papa Martino Vá principios de 1431, y elejido Eugenio IV, siguiéronse las guerras civiles que se suscitaron en Roma; y entonces, como nos dice el mismo Valla en sus obras (Op. p. 352), de Placencia pasó á Pavía, en cuya Universidad fué nombrado Profesor de Elocuencia. Halla base allí estudiando á la sazon el célebre Poeta Antonio de Asti, que habiendo sido discípulo de nuestro Lorenzo en Humanidades, nos legó en sus Poesías un elogio honroso de tan escelente maestro.

«Nec tamen interea placidos quos semper amavi,
>>Liqui Oratorum Rhetoricæque libros:

»Nec liqui Historicos veteres, doctosque Poetas,
»Naturæ humanis artibus ipse datus.

»Quos tunc audivi, dùm tempus ferret, ab illo,

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Durante su permanencia en Pavia, Poggio y Fazio le acusaron de haber falsificado un recibo para librarse de los muchos acreedores que tenia, y que descubierto el fraude, el Obispo de la diócesis le condenó á llevar en la cabeza una redecilla infamante. Pero Lorenzo negó constantemente en sus obras semejante hecho, diciendo que era una falsedad y una impostura notoria de sus enemigos. (Oper. p. 351.) Esplicaba á la sazon en Pavía el Jurisconsulto Bartolo, y daba lecciones de Derecho Romano, con gran crédito; pero hacíalo, como sus compañeros los demás Jurisconsultos, en un latin tan bárbaro, que no podia menos de ofender los delicados oidos de Valla. Con tal motivo lanzó éste varios chistes picantes contra el célebre Jurisconsulto, y si hemos de dar crédito á las invectivas que andando el tiempo escri.

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bió Poggio contra Valla, irritados los discípulos de Bartolo estuvieron á punto de hacerlo pedazos, á no haberlo impedido con su mediacion el célebre Antonio de Palermo (il Panormitano). Tambien desmintió este hecho Lorenzo Valla, y aunque confesó haber escrito el Libelo contra el latin bárbaro y rudo de Bartolo, dijo que el asunto se redujo á una mera disputa entre él y Bartolo, añadiendo que lejos de haberle sido util el Panormitano, se declaró su enemigo desde entonces. Por lo que hace al Libelo, que ha llegado à nuestros dias, es uno de los opúsculos mas picantes de Valla, dejando aparte por supuesto la multitud de injurias que vomita contra su adversario, defecto en que incurrieron la mayor parte de los sábios de aquella época, como repetidas. veces hemos tenido ocasion de hacerlo notar en el presente Catálogo. En este Libelo califica Valla á los famosos Jurisconsultos Bartolo, Baldo y Acursio de gansos, indignos sucesores de los cisnes de la Jurisprudencia, de los Scevolas, Paulos y Ulpianos; despues refiere con mucha gracia una conversacion que tuvo con un admirador entusiasta de Bartolo, que preferia á las mejores obras de Ciceron un tratado de aquel famoso Jurisconsulto acerca del Blason, De Insigniis et Armis. Despues refuta los principios en que se funda el tratado acerca de las figuras, los colores, la acolacion de los escudos, etc. Esta crítica, escrita en forma de carta al sábio Cándido Decembrio, la escribió Val'a en solo una noche.

Pero este combate fué el preludio de otros mas animados. Para apreciar debidamente los trabajos filológicos de Valla, es preciso remontarnos á la época en que escribió, y conocer á fondo su caracter y sus necesidades, así como la estravagancia grosera de aquella guerra de pluma (si me es permitido decirlo asi) en que gastó la mayor parte de su vida, y que produjo esa multitud de diatribas de que están llenas sus obras. En aquella sociedad semibárbara, el orgullo de la ciencia, reconcentrado en muy corto número de individuos, no conocia límites. Entonces eran completamente desconocidos el buen gusto y el respeto debido á los hombres en sociedad, que andando el tiempo dieron un sesgo mas decente á las disputas literarias. Entonces, repetimos, fué un gran progreso (y hé ahí la gloria de Valla) preparar las personas para entender con delicadeza y finura los giros de una lengua sábia. Necesitábase, pues, pulir el

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Latin, para que inmediatamente siguiera la cultura de las
formas. Por otra parte, la manía de la declamacion era muy
conveniente para las sutilezas de la enseñanza, prestándose
muy bien à la formacion del estilo y al desarrollo de las
ideas: y la Antigüedad, á la cual volvian los ojos con tanto.
ardor los sábios de aquellos siglos, ofrecíales abundantes
modelos de invectivas y de declamaciones oratorias. Las
recriminaciones personales, las injurias mas graves, y las
mas atroces calumnias, que ahora escandalizan nuestros
oidos, eran entonces trozos de elocuencia, y verdaderas flo-
res Retóricas. Estas reflexiones, que nos han parecido ne-
cesarias al hablar de la vida literaria de Valla, y que pue-
den aplicarse igualmente á sus adversarios, y á la mayor
parte de aquellos sábios, nos ilustran lo bastante para po-
der concebir cómo se leia al frente de sus Antidotos contra
las Invectivas de Poggio, Ad Nicolaum V Pontif. Max., estraña
dedicatoria por cierto; y cómo este Papa, protector de las
letras, á quien se rendia tan raro homenaje, no intentó
reconciliar á dos enemigos que le ponian por testigo de sus
odiosas disputas. Valla fué de los mas exajerados duelistas
literarios, como consta del siguiente pasaje de Paulo Jovio
(in Elog., cap. XIII, pag. 36). «Fuit Valla ingenio maximè
>>libero. ob idque mordaci, contentiosoque, utpote qui alie-
»na satirico dente facilè perstringeret, et lites in litteris,
»quasi id opus esset, adversùs ignorantes acerrimas sereret.
>>Extant enim invectivarum et recriminationum aliquot libri
Peruditè salsèque perscripti, quibus dùm læsi nominis famam
»tueretur, Facium Ligurem, Panhormitam, Poggium, et Rau-
densem jugulasse videri potest.» Jamás perdonaba á sus ad-
versarios palabra ó frase que oliese á bárbara, por lo que
algunos fingieron despues de su muerte que era tan terrible
aun en los infiernos, que Pluton mismo no se atrevia á ha
blar latin; añadiendo que Júpiter lo habria admitido en el
cielo, si no hubiera temido que fuera un perpétuo censor de
sus palabras. M. de Sponde es el que nos ha conservado los
dos disticos latinos (atribuidos á Poggio) en que se refiere
este maligno chiste. «Acerrimâ mordacitate suâ, et aliorum
»doctorum virorum, veterum recentiorumque satyricâ per-
»strictione infamis. Ut non illepidè quidam in illum mor-
»tuum, apud Trithemium, sic luserit:

«Nunc postquàm manes defunctus Valla pelivit,
"Non audet Pluto verba latina loqui.

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Rafael Volaterrano en su obra (Comment. Urb., lib. 21, påg. 222. edic. de Paris, 1526), despues de elogiar à Valla >>llamándole: «Primus ferè nostro sæculo qui orationem la»tinam nullâ observatione fluentem in compedes quasi rede»gerit, ac in nervos observationis antiquæ constrinxerit, >>edito super hoc elegantiarum libro,» dice: «Ex quo defun»cto non defuit qui distichum hujuscemodi jactaret:

»¡Ohe ut Valla silet, solitus qui parcere nulli est!

»Si quæris quid agat, nunc quoque mordet humum.»

Su mordacidad llegó á tal punto, que muchos creyeron que escribia sus obras no tanto para instruir, como para >>tener ocasion de hablar mal de los vivos y de los muertos. »Qui cum Laurentio familiariùs vixerunt (dice J. Joviano » Pontano, en su tratado de Sermone, lib. 1) affirmant illum »eo nequaquàm consilio in grammaticis scripsisse, ac dia»lecticis, quo doceret, disciplinasque ab ignoratione vindi»caret, atque à sorde, verùm ut malediceret, obloquendoque »detraheret de fama atque auctoritate rerum scriptoribus: >>tùm illis qui exemplo sunt ad scribendum aliis propter an>>tiquitatem majestatemque dicendi, ac præcipiendi; tùm «illis ipsis, qui tunc viverent; qui ne dubitaverit ipse qui»>dem dicere, profiterique palàm, habere se quoque in Chri>>>stum spicula.»

Lo mismo criticaba á Aristóteles que á Ciceron y Virgilio, y solo respetaba á Epicuro. Este último andaba muy maltratado por aquellos tiempos, y por consiguiente estaba avocado á que lo elogiaran los que se apartaban de la opinion comun: tal vez por eso era agradable á Valla. «Ciceronem vellicabat (dice el mismo Pontano en el lugar citado), »Aristotelem carpebat, Virgilium subsanna bat..... maximis. »>quibusque ringeret authoribus, uni tantùm Epicuro as"surgeret.»

Si Valla hubiera limitado su crítica á los Humanistas, todo se hubiera reducido à una lluvia de injurias que vomitaron contra su persona, y que él les devolvió con igual animosidad. Pero á consecuencia de la peste que se declaró en Pavía, pasó á ejercer el profesorado en Milán, en Génova,

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y en Florencia. Muy pronto entabló relaciones con Alfonso, Rey de Aragon, empeñado entonces en la conquista del reino de Nápoles, y entusiasta de los Literatos. Siguióle Valla en sus guerras y en sus viajes desde 1435 à 1442, en cuya época este Príncipe se apoderó de Nápoles, sirviéndole sin duda mas con su pluma que con su espada. Valla sin embargo, para vindicarse de la tacha de cobarde que le echó en cara Poggio, refiere con vanagloria sus campañas marítimas, y los peligros que corrió en un combate naval cerca de Ischia, y en otras partes. Poco tiempo despues del triunfo de Alfonso partió Valla de Nápoles y fué à Roma en 1443. La corte de Nápoles era entonces enemiga de las pretensiones del dominio temporal de la Santa Sede. Los concilios de Basilea y de Florencia, que acababan de celebrarse, escitaron la atencion del público acerca del orijen de estas pretensiones: y Valla, empapado en las ideas de la que mas tarde se llamó escuela Galicana, atrevióse á refutar la tradicion en que se apoyaba la famosa Donacion de Constantino, y á criticar la conducta de los Eclesiásticos en general. Esta clase de adversarios que Valla provocó contra sí propio, era mucho mas temible que la de los Literatos con quienes sostenia úni camente disputas de Filologia; porque además de las injurias podian vibrar contra él los rayos de la Inquisicion hasta el punto de quemarlo vivo, á no haber mediado el Rey de Nápoles. Lo particular es que para la época en que Valla escribió su Declamatio de falsò creditâ et ementită Constantini donatione, contiene varias máximas, tan sencillas como nutridas, sacadas del Evangelio, acerca de la jurisdiccion espiritual, y del dominio temporal de los Papas, contra el cual parece que intenta escitar á los Emperadores de Alemania. «Quare (dice) sciat quisquis est Imperator Romanus, me »judice, se non esse nec Augustum, nec Cæsarem, nec Im>peratorem, nisi Romæ Imperium teneat; et nisi operam det, ut urbem Romam recuperet, planè esse perjurum. Nam » Cæsares illi priores, quorum fuit primus Constantinus, non adigebantur jusjurandum interponere, quo nunc Cæsares »obstringuntur; sed quantùm humanâ ope præstari potest, »nihil imminuturos esse de amplitudine Imperii Romani, eamque sedulò adaucturos.» Habla despues de la etimología del titulo de Augusto, y dice que no es ab augendo imperio, como pretenden los que saben mal el latin, sino de los Augures, ab avium gustu; añadiendo sin embargo:

menes. Rs. rr.

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